Tom Jones (Noches del Botánico) Madrid 17/06/24

Tom Jones era otra de las bazas históricas de la presente edición de Noches del Botánico, con el británico repitiendo visita tras su actuación en 2022 y, a la postre, también triunfo, en base a una hora y cuarenta y cinco minutos elegantes y encantadores. El cantante conserva buena parte de sus rizos (canosos desde hace tiempo) y esa perilla santo y seña de la casa que decidió lucir en algún momento y, aunque los bailes ya no formen parte del espectáculo, mantiene intacto su distintivo: un arrasador torrente vocal tan seductor e impecable como antaño. Rodeado de una correcta banda de cinco miembros, materializó un repaso por siete décadas de cultura pop, el mismo espacio de tiempo en el que ha desarrollado su propia carrera.

El galés representa la figura del cantante clásico; un tipo de artista al que no se le ha exigido que componga sus canciones porque su fuerte personalidad interpretativa queda al servicio de temas ajenos, dominados hasta vigorizarlos y hacerlos propios. Sobre todo, al amparo de un escenario. Ese hábitat amigo que siempre (y la pasada noche no fue una excepción) le resulta acogedor y favorable. Las desorbitadas dosis de carisma y magnetismo que le hicieron famoso continúan impolutas, casi tangibles cuando son proyectadas sobre un público poblado (sobre todo) por la vieja guardia. Jones continúa siendo, a sus 84 años recién cumplidos, un imán escénico. Uno de esos tipos tocados con la varita para brillar en directo, capaz de adaptar clásicos de todas las épocas y estilos a su portentosa voz.

El show comenzó con “I’m Growing Old” de Bobby Cole y Jones acompañado solo de teclista, antes de dejar acertadas revisiones –con frecuencia adaptadas a un ritmo más lento y en el que su interpretación raya por encima de cualquier otro elemento– del tipo de “Not Dark Yet” (Bob Dylan), “Popstar” (Cat Stevens), “Tower Of Song” (Leonard Cohen) o “Across The Borderline” (Ry Cooder), con especial mención para “Talking Reality Television Blues” (Todd Snider) y “Lazarus Man” (Terry Callier). Junto a ellas, piezas más hedonistas como “It’s Not Unusual”, “Sex Bomb”, “What’s New Pussycat?” o el trío de ases que cerraba el grueso del concierto en pleno apogeo, compuesto por “You Can Leave Your Hat On” (popularizado por Joe Cocker), “If I Only Knew” (de Rise Robots Rise) y “Kiss” (de Prince). Unos bises con “One Hell Of A Life”, “Strange Things Happening Every Day” y la inmortal “Johnny B. Goode” de Chuck Berry fueron las encargadas de certificar la victoria.

Dadas las circunstancias, cabe perdonar que “Delilah” resonase en versión excesivamente ranchera o que se obviase el clásico “Burning Down The House” de Talking Heads que tan bien le quedó (junto a Nina Persson de The Cardigans) en los noventa. Porque un Tom Jones imponente dibujó sonrisas difíciles de borrar en los asistentes (incluidos no pocos amparados con andadores o silla de ruedas… conviene no menospreciar nunca el poder de la música) y dejó visos de respeto máximo y velada histórica. Por el propio contenido, pero también porque quizá fuese la última vez que el de Glamorganshire pise las tablas de Madrid. Aunque con El Tigre de Gales nunca se sabe… y apunta a eterno.

Fotos Tom Jones: Fernando del Río (Muzikalia)

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