Crónica Arenal Sound jueves

Fotos: Raisa McCartney

La verdad sea dicha: Lo de los festivales veraniegos cada vez da más pereza. Normalmente los carteles son semiclónicos en lo que a nombres nacionales se refiere, los ambientes similares en cuanto a desapego por la música se refiere y, dependiendo de la época del año, la posibilidad de tomártelo como unas disfrutables pero no remuneradas o unos días de teórico disfrute auditivo que se tornan en decepción con demasiada frecuencia. En caso de acudir a un evento que cambia parcialmente de ubicación obligado por las circunstancias sociopolíticas de turno se acerca más al de un reencuentro con una antigua pareja con la que solo te entendiste durante un par de años, los primeros y más dispuestos a la sorpresa. Sabes que igual vuelve a surgir algún chispazo de conexión, pero lo lógico es que tras las dos conversaciones iniciales y respectivas puestas al día cada cual vuelva a enfilar su propio camino y la cosa quede en un “fue bonito verte otra vez” por fuera y un “qué pena me da el cambio que has dado” por dentro. Algo así es lo que se siente al ser testigo en directo de la decadencia artística y anarquía organizativa del que una vez fue uno de los festivales más apetecibles de nuestra geografía, en ambos sentidos. Ni crisis ni zarandajas, la palabra más ajustada es rentabilidad. Y la espalda dada a cualquier soplo de aire fresco. En esta ocasión, además, flaquea el cartel, y ante eso pocas motivaciones extra nos quedan. Expliquémonos.

Tras las dos fiestas previas de bienvenida, una sana costumbre prorrogada en esta ocasión para ir calentando motores, y la bonanza meteorológica que hace un año deslució las dos primeras jornadas oficiales, el Arenal Sound 2016 abrió sus puertas a media tarde bajo un sol de justicia y un escasamente nutrido grupo de despabilados que –permítasenos el beneficio de la duda- apenas conocían el repertorio, sobre todo el más reciente, de un Miguel Campello esforzado como siempre y agotado como nunca. El calor, decía él, y el infortunio de ser encajado en la cédula horaria en el momento menos oportuno para el lucimiento. Ataviado con una falda flamenca y la sempiterna boina que lo ha hecho referente estético para su tribu, el alicantino lidera una banda bien manejada por la guitarra de su antiguo compinche en El Bicho, Víctor Iniesta, pero a fuerza de repetirse más que el ajo hace tiempo que dejó de transmitir sus mensajes de paz, amor, fuerza y sentimientos extremos con la misma eficiencia de antaño. Centrándose casi más en los temas de su anterior banda (“Los rokipankis”, “Locura”, “De los malos”) que en los últimos grabados en su álbum Chatarrero, el caldeado bolo, por la temperatura más que por el clima creado en el escenario, solo sirvió de aperitivo para la llamada a la acción posterior, tan incomprensible para este cronista como enérgica en la marea de personal que acudía a las inmediaciones del escenario principal en masa y comunión colectiva.

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Tanto ruido para tan pocas nueces. Las actuaciones del cariz y las intenciones de la de los valencianos La Raíz, a los que les da lo mismo qué disco presentan en cada gira, ellos siempre van a lo suyo, son de las que hacen que un festival como este se acerque cada vez más a un Viña Rock de salón que a un FIB de humildes pretensiones –la tradición empezó a situarlo como el hermano menor de este, calificativo hoy inimaginable-. Poco o nada que destacar en uno de los bolos más esperados por el grueso de sounders o, mejor dicho, por el perfil medio de contribuyentes a esta causa, aquellos a los que el –parece que definitivo- alejamiento de la playa les ha restado atractivo para próximas ediciones. Una panda, que no banda, de amiguetes, y ahora hablamos de los músicos, que jugaba en casa y que parece divertirse muchísimo sin importarles si lo suyo divierte a mucha gente. Premisa fundamental para dedicarse a esto, en efecto, pero cuando adoleces de clase y pericia, una rémora. Al público, en cambio, mientras se chute su dosis de verbena en vena, poco parece importarle. Maldita la gracia y el favor que le hace a un cartel otrora prestigioso la presencia de un grupo, otro más, de estas características. Y los que nos queden.

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Lo de Fuel Fandango, afortunadamente, es otra cosa. Y eso que aquí, medio condicionados también por la altísima temperatura (a las 21:15, hora de comienzo de su concierto, el bochorno era aún sofocante), apretujaron los temas de su reciente Aurora con algunos de los puntos álgidos de su discografía anterior, como el infalible “Always searching” u otro de los habituales, “New life”. Una actuación que empieza con el crescendo de “Burning”, continúa con arranques de rumba industrial en “Toda la vida”, se aventura por terrenos chill-out con “La primavera” y termina con una bomba electro-racial como “Salvaje” siempre está bien mesurada, básicamente por la soberbia presencia de una Nita desatada en voz, afortunadamente ya recuperada de la dolencia que les hizo suspender un tramo de la gira, y atrevida hasta en los leves taconeos con los que adereza las bases de Ale Acosta, siempre bien secundadas por el metrónomo de Carlos Sosa en la batería y la profundidad de Pablo Pérez en el bajo. Gran incorporación la suya, por cierto. Y que un grupazo como este tenga que dejarle sitio en el gran escenario a otros muy por debajo de su nivel… En fin, perdón por el atrevimiento, porque a continuación los que lo ocuparon fueron Love of Lesbian. Sí, ellos. Otra vez.

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No debe entenderse por el tono de este párrafo que no seamos conscientes de la valía artística de Santi Balmes (como frontman puede que esté entre los dos o tres mejores del pop independiente español) y su banda, sino que su campo de acción empieza a quedarse corto por la escasa –o demasiada, según se mire- ambición de los programadores. Saben que su gran baza está en este tipo de festivales, y en su enésima comparecencia levantina hicieron lo de siempre: poner a funcionar la maquinaria al mínimo nivel exigible, que ya es mucho en su caso, hacer lo que mejor saben hacer y dejar cantar a todos el karaoke habitual de “1999”, “John Boy”, “Algunas plantas” o “Incendios de nieve”, dejando caer por medio algún que otro tema del último disco El Poeta Halley, que es mucho mejor que los anteriores, por aquello de esgrimir alguna excusa para volver. Todo perfecto y todo demasiado visto, así que hasta el año que viene, para los que aguanten al próximo gemelo que paran los programadores. Dicen que la costumbre mata a la pasión, ¿no? Pues eso.

Teniendo en cuenta que para acceder al tercer recinto, el de toda la vida junto al Beach Club, se ha de caminar durante unos veinte minutos, las escasas facilidades de acceso y la aún más escasa amabilidad de los personajes (decir “personal” sería ser extremadamente generoso) contratados para comportarse como lo contrario de lo que en realidad son, no tuvimos oportunidad de contar con muchos más grandes momentos en esta jornada. Si acaso, algún tema arregladito de los dublineses All Tvvin (“These four words”, por ejemplo), que presentaron su debut con inocentes canciones de rock bailable con poca capacidad de anclaje, y otra fotocopia de ediciones pasadas, unos Crystal Fighters igual de inspirados e igual de plomizos. Esta vez sin nuevas canciones publicadas y tirando de restos de depósito tan fiables como “At home” o “I love London”. El mundo brilla a su alrededor, la arena de los Jardines de la Malvarrosa bulle de ardor guerrero y la banda de Sebastian Pringle sigue pensando que son los descubridores del acero. No está mal para el conformismo reinante.

espués de sufrir en piel propia el caos de la organización, el ninguneo a quienes intentamos hacer un trabajo lo más digno posible y el clima de ineptitud generalizada, el hartazgo y la superposición de nombres de djs y otros ganchos más o menos afamados para prolongar la supuesta fiesta hasta el amanecer nos hicieron emigrar con menos bagaje del esperado para empezar. Intentaremos ponerle remedio, si nos dejan, en los días venideros. De momento, exclamar ”¡Ay, Arenal de mis entrañas, quién te ha visto y quién te ve!” es lo más prudente que se nos ocurre.

 

2 comentarios en «Crónica Arenal Sound jueves»

  • el 7 agosto, 2016 a las 12:29 pm
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    Buenos dias…no se como podeis opinar asi sobre Miguel campello,pues vi el video en directo y estuvo genial!!!una voz genial!!!,un sentimienti genial!!!!y una banda genial!!!y que me decis de la pedazo de vuelta mortal que porsupuesto la cactaron en foto y fue la lecheeeee!!!!!ara ser un evento de musica tan guay!!!teniais que apoyar a los musicos y no criticar,eso es de poca profesionalidad y falta de rezpeto,ya me gustaria veros a alguno de vosotr@s subidos en el escenario y cantar y tocar,como lo hacen la gran banda bichera…creo que se merece una disculpa u a ver si empezamos a valorar la cultura musical llenita de dentimiento,que cada dia falta mas y en vuestro escrito se ve claro…sin mas preanbulos y con un odjetivo alto,tansparente y sin rencores….gracias por todo y que viva la musica,da igual da igual de que tipo y fusion sea

  • el 19 agosto, 2016 a las 7:52 am
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    A veces la vida nos cierra las puertas porque es el momento de seguir adelante. Y eso esta bien porque a menudo no nos movemos si las circunstancias no nos obligan a ello . Cuando sean tiempos dificiles, recuerdate a ti mismo que el dolor no viene sin un proposito.

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