Blur – Real Fábrica de Tapices (Madrid)

Blur escogieron un modo de promoción bastante misterioso en forma de concierto “secreto” en un lugar extraño y de aforo (muy) limitado, la Real Fábrica de Tapices de Madrid. Con invitaciones peculiares, aunque logradas, los afortunados invitados tenían que poner en práctica (la mayor parte de ellos a última hora y una vez hacían cola en la entrada) sus conocimientos sobre el cut’n’paste para poder acceder a la peculiar sala. El concierto no desentonó en absoluto con estas premisas y fue también extraño, muy extraño, combinando momentos de exquisita elegancia con arrebatos punk y pasajes más cercanos al surrealismo que a lo que se presupone un concierto de pop estándar.

El inicio fue bastante esperanzador, con una puntualidad típica o tópicamente inglesa y una puesta en escena impecable, Blur subieron al escenario flanqueados por su nuevo guitarrista (el exVerve Simon Tong) un teclista que desarrollaba todo tipo de efectos electrónicos y un pequeño coro de voces negras que ayudaban al grupo a trasladar al directo con solvencia los temas que componen su próximo lanzamiento discográfico, Thin Tank. Damon Albarn y los suyos trataron con mimo cada una de sus nuevas composiciones, conscientes de tener uno de sus trabajos más coherentes hasta la fecha, aunque en algunos casos se notaba que estos nuevos temas están aún un poco “verdes” para el directo, como fue el caso del single “Out Of Time”.

Esta madurez creativa parecía haber contagiado también a los miembros del grupo, especialmente a su líder, que se movía de un lado a otro del escenario mostrándose afable y atento con sus compañeros de fatigas y con un respetable de lo más cool (que en este – y, por desgracia, en otros muchos conciertos – merecerían un comentario aparte). Poco a poco los británicos empezaron a realizar concesiones a la galería (comenzando con un casi interminable “Beetlebum”) que se iban intercalando, cada vez con más frecuencia, entre los nuevos temas.

Y así llegó el principio del fin, con un Damon Albarn lanzándose sobre el público en cuanto podía, recordando épocas pretéritas y enturbiando lentamente la anhelada imagen de madurez que el líder del grupo pretende alcanzar fuera y dentro del escenario.

Sorbo a sorbo, y ya en los bises, esta cuestionable y excusable actitud punk se convirtió en poco menos que hooliganismo de tercera, que terminó por desencadenar el patético incidente y sus posteriores consecuencias: estrella del pop en dudoso estado de lucidez y en plena euforia se abalanza sobre sus fans a la vez que interpreta su próximo hit “Crazy Beat” y estos le rompen accidentalmente dos de sus pulseras. Una de ellas desaparece a manos de un fan alocada y el divo se niega a regresar a escena si en dos minutos no aparece la pulsera. Final penoso para un concierto que prometía…y mucho.

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