León Benavente (Sala París) Málaga 11/02/22

La noche malagueña acogió la presentación de ERA (Warner Music Spain, 2022) , cuarto disco de León Benavente y que supone un viraje acertado hacia elementos más sintéticos, coqueteando con la electrónica en un acertado paso adelante que reafirma su inquieta condición, manteniendo la pegada y sumando más momentos estelares a una cancionero sólido que los distingue sin cuestión.

Apostando por él desde el principio, seguros y crecidos, con “Líbrame Del Mal” y su emocionante recuerdo a Rafael Berrio bajo un mantra adictivo con final próximo a la catarsis colectiva, “Di No A La Nostalgia”, profunda reflexión sobre el paso del tiempo con asunción y espíritu de redención, y “Persona”, con sus sintes oscuros y punzantes, potencial single para el futuro. A partir de aquí se alternaron rescates a sus anteriores trabajos, ( las ya clásicas “Como La Piedra Que Flota”, “Estado Provisional”, “Amo”, “La Ribera” o “Gloria”) siempre vigentes, exultantes llamadas a la acción, ya sea para sentir, para rebelarse o para evitar el desfallecimiento, salpicadas por nuevos hitos, cuya puesta en escena resultó convincente y alcanzó cotas de intensidad importantes en sus diferentes pieles: con la incendiaria “Te Comes Mi Corazón” con la que acariciaron el éxtasis, en ese baño de cuerdas elegante y ensoñador que es “La Cámara De Ecos”, con el triunfo seguro de ese ejercicio de pop pluscuamperfecto que es “Canciones Para No Dormir”, dejándose llevar por el desarrollo lisérgico de “La Gran Muralla”, provocando con espíritu canalla en “Viejos Rockeros Viejos”, o surfeando en la irresistible inmediatez de “Mítico”.

La banda se mostró perfectamente engrasada, como si eso fuera una sorpresa, y Abraham Boba lideró con sus incisivos recitados y sus sinuosos movimientos una descarga que se hizo corta y dejó ganas de más. Para cuando sonaron las infalibles “Ser Brigada”, “Tipo D” o “Ayer Salí”, ya habíamos abandonado los límites de lo corpóreo para convertirnos en almas entregadas a su destino con alegre impunidad.

Lo suyo se ha convertido ya en una celebración del poder de la música para agitar nuestras almas y remover nuestras conciencias en la que lo mejor es dejarse llevar hasta encontrarse rehuyendo las convenciones y abrazando el caos, cada vez más necesario para asumir el paso de los días que nos ha tocado vivir.

Fotos León Benavente: José Megía

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