Entrevistamos a McEnroe por sus 20 años de carrera

Nuestros queridos e incombustibles McEnroe cumplen 20 años y se embarcan en una serie de conciertos para celebrar una carrera tan longeva como fructífera. Ellos son nuestra última esperanza para guarecernos en una tierra humana, sensible y valientemente sincera. Les entrevistamos para celebrar seguir teniéndoles con nosotros.

«Me atraen mucho las personas de naturaleza bondadosa«

¿Cuál es el secreto para que una banda pueda seguir viviendo después de veinte años?

Hola, lo primero deciros la ilusión que nos hace estar aquí en Muzikalia, son muchos años ya de compartir cosas, siempre habéis estado acompañando en el camino y me alegra que lo sigáis haciendo. Algunas de las razones por las que seguimos seguro que son compartidas también, por ejemplo el amor por la música. En nuestro caso, además de esa, te diré que el hecho de ser amigos, de vivir todo esto de hacer canciones de la misma manera, como algo que nos hace felices, de no haber tenido nunca más objetivo que ese, hacer discos que nos gusten añadido a un funcionamiento como banda bastante peculiar por residir en lugares distintos y no haber sentido nunca la rutina ni la obligación. Todo ese cocktail creo que es el que nos ha traído hasta aquí.

¿Qué ha cambiado y qué permanece inalterable en McEnroe después de tanto tiempo?

Han cambiado pocas cosas, hay menos pelo y el que queda es más blanco. Hay más coca-colas que cervezas y solo queda un cenicero en el local. Lo esencial sigue intacto. Es verdad que ahora nos cuesta aún más juntarnos, han nacido niños, ha habido bodas, nuevos destinos y más responsabilidades, pero seguimos teniendo la misma ilusión y sintiendo la misma emoción cada vez que sacamos una canción o nos subimos a un escenario.

 

La sensibilidad a flor de piel siempre me ha parecido la esencia de vuestra música. ¿Cómo lográis mostraros con ese grado de honestidad y exposición sin que suponga apuro alguno?

Bueno, los adjetivos los deben poner los demás, nosotros hacemos lo que nos sale. Sentiría más apuro mostrando algo que no reconociese como nuestro. Desde el principio supimos que queríamos hacer canciones, contar historias y que esas historias fuesen nuestras.

¿Existe alguna especie de catarsis en esa creación que deja tan al desnudo emociones y sentimientos?

Catarsis suena demasiado fuerte (risas). Las canciones me ayudan a ser más feliz y creo que al resto del grupo también. Nos ha perseguido lo de cortavenas y tristes mucho tiempo pero jamás lo hemos vivido así y es bonito ir encontrándote con personas que lo viven igual. En realidad hablamos de sentimientos universales que viven encerrados en pequeños gestos o historias y todos podemos reconocer. Escribas lo que escribas siempre acabas hablando de lo que eres tú y te importa. Siempre me ha costado mucho escribir ficción.

Esa manera de exponerse, tan valiente, tan desnuda y tan humana me parece una excepción a valorar como milagro en estos tiempos de máscaras y apariencia insincera.

No lo sé, nosotros cantamos a lo que vivimos, no sabríamos hacerlo de otra manera. Es como entendemos la música y en la que escuchamos buscamos y encontramos lo mismo. No me inspira la velocidad, ni lo efímero, ni lo frívolo, me inspiran otras cosas en la vida y entiendo las canciones y la música como una forma de proyectar tu vida, el vehículo que me permite unir al tipo que vive y se enfrenta al mundo con el que vive dentro. No creo que sea un milagro, encuentro muchos artistas que me hacen sentir que hacen lo mismo. Se trata de entender la vida, cada uno a su manera.

¿Cómo tratáis de convivir con este ecosistema tan alejado de vuestro espíritu?

Todos buscamos nuestros refugios y si no los encontramos los construimos cómo y dónde podemos. De donde no me siento a gusto y feliz me voy. Nunca hemos hecho nada que no quisiéramos, ni lo vamos a hacer. No queremos llegar a ninguna parte, solo elegir el paisaje por el que queremos caminar, dibujar lo que podamos en él. En el mundo hay muchas cosas bonitas y luminosas, y hacia ellas es hacia donde hay que mirar. No hacemos fuerza para encajar donde no encajamos porque no queremos estar ahí.

 

En todo este trayecto artístico es evidente que habrá habido tiempo para todo. Me gustaría que rememorarais el momento más dulce y el más amargo de todo este viaje.

Hemos vivido miles de momentos dulces, y estoy seguro de que quedan muchos más. No sabría elegir solo uno, cualquier ensayo es un momento dulce, la primera vez que una canción suena, las grabaciones con Raúl, las conversaciones con las personas que vienen a vernos o seguir sintiendo que todo esto es un privilegio. Poder ir a otras ciudades a cantar tus canciones y que haya gente que viene a escucharte es un privilegio del que estamos muy agradecidos. En el que más orgulloso me he sentido ha sido hace poco, tocando en el Festival Dalecandela. Fue en el Puerto Viejo de Algorta, en casa, estaba lleno, hacia una noche increíble y además era para ayudar a nuestro amigo Jaime Lafita en su lucha por visibilizar la enfermedad de la ELA. Fue muy emocionante.

No podría señalarte ningún momento amargo porque no lo ha habido. Nos llevamos muy bien, nos queremos mucho y discutimos muy poco. Hay muy poco rock and roll en todo esto (risas) pero es que es así.

«Nosotros cantamos a lo que vivimos, no sabríamos hacerlo de otra manera. Es como entendemos la música y en la que escuchamos buscamos y encontramos lo mismo»

En vuestro trayecto, personalmente, considero que la mejora ha sido evidente y continua, pareciéndome vuestros mejores discos los últimos publicados con diferencia. ¿Sois muy exigentes con vosotros mismos a la hora de componer? ¿Estáis de acuerdo en esa evolución a mejor constante?

Somos exigentes a la hora de elegir las canciones, exigentes en el sentido de que nos tiene que flipar para grabarla. El resto es dejarla fluir, aportar cada uno lo que crea que la hace más grande. Lo hacemos todo juntos pero cada uno es dueño de su parcela. No somos de darle muchas vueltas a las cosas, cuando se las damos nos solemos equivocar. Confiamos mucho en lo impulsivo, en lo instantáneo, en lo natural. Cuando tenemos una melodía pensamos a dónde nos lleva y vamos hacia allí. Hemos mejorado con el tiempo a nivel instrumental, hemos ido aprendiendo cosas de gente que nos ha acompañado, de Abel Hernández, de Raúl La Mina, de David Cordero, de Ramón y muchos más pero al final lo que importan son las canciones y en eso es en lo que nos exigimos, que nos gusten muchísimo. En los primeros discos hay una frescura que se va disipando con los años, una inocencia imposible de volver a atrapar y unos fallos que sí, puedes pulir, pero que tenían que estar ahí. Evolucionar no siempre conlleva mejorar. Muchas de las canciones que más me gustan las hice hace mil años me gustan como eran. Hemos ido hacia adelante, eso sí. A mí siempre me pasa que el disco que más me gusta es el último, pero quizás es solo porque está más cerca de lo soy ahora, no porque sea mejor.

¿Dónde encontráis las principales fuentes de inspiración a la hora de escribir canciones?

En los libros, en las películas, en los poemas, en las excursiones, los viajes, las novias y mujeres, en lo que nos pasa, en lo que nos gustaría que nos pase, en historias que escuchas, en los amigos, en el día a día, en otros discos, en otras letras. En vivir, Me atraen mucho las personas de naturaleza bondadosa.

 

En vuestra música encuentro espacio para muchos sonidos diferentes y complementarios: slowcore, post rock, pop, folk…me gustaría que nos comentarais si esas influencias son comunes o cada miembro de McEnroe tiene un marcado gusto y el resultado de vuestra obra es una suma de esas diferencias.

Hay una gran mezcla de gustos en el grupo, ten en cuenta que Jaime y yo les llevamos diez años a Edu, Gon y Pablo y que además ahora ha entrado Jimmy Arteche al que le llevamos veinte (risas). Los viejos veníamos The Cure, Smiths, Joy Division, de la caverna ochentera, y los jóvenes nos enseñaron más cosas. Ahora ya hay de todo, canción melódica italiana, folk americano, Mogwai, Morente, Tindersticks, Cave, cabe de todo. Creo que en nuestro sonido esta todo eso y más cosas que ni siquiera sabemos identificar.

Me gustaría que nos contaseis qué podemos esperar de vuestros conciertos para celebrar estos 20 años de existencia.

Vamos a recuperar canciones que hace tiempo que no tocamos y otras que tocamos a menudo. Es difícil hacer una selección, al final miras hacia atrás y hay muchas canciones. Nos hace mucha ilusión y queremos que salga bien, que sea un repaso tranquilo. Contaremos con mi hija en alguno de los conciertos y estamos intentando preparar unas proyecciones pero la tecnología y nosotros no nos acabamos de llevar bien.

 

Hay una serie de canciones que me han marcado profundamente en mi vida y me gustaría que me contárais alguna historia escondida, anécdota o vivencia detrás de ellas:

“El alce”

Me arrepiento de haberla escrito. No lo volvería a hacer.

“La Palma”

Es una historia real. Sucedió después de un concierto en el Cafe la Palma. Hacía mucho frio. Aquella historia duro ocho años.

“Rugen las flores”

Después de cenar, en el jardín salvaje del estudio La Mina, nos quedamos tomando unas copas y decidimos hacer una votación secreta para ponerle título al disco. Cada uno escribía en pequeños papeles todos los que se le ocurrían. Después, cuando las copas ya nos habían subido, fuimos leyendo los títulos. Algunos son irreproducibles. Nos reímos mucho. Gano Rugen las Flores. Es una canción sobre enamorarse de verdad.

“La luz”

Es una canción que hice para explicarme a mí mismo algunas cosas. No lo conseguí.

¡Un rayo de luz”

Tuve esa melodía metida en la cabeza mucho tiempo pero le faltaba algo. Un día, en el coche escuché a Jimena mi hija cantar una canción de Taylor Swift y supe que era eso. Fui a buscarle al colegio un día y le lleve al estudio. Grabo en una toma. Yo necesite diez.

“Por fin los ciervos”

Poder acercarme a los ciervos hasta acariciarlos se convirtió en una obsesión cuando vivía en Noviales (Soria) una pequeña aldea en la que viví dos años. Todas las mañanas salía temprano a buscarlos. Hacia un frio del demonio y me ponía un anorak rojo que me regalo mi madre. Nunca conseguía acercarme por poco ruido que hiciese. Ellos veían el anorak desde que salía por la puerta. Y, aunque sea difícil encontrar el nexo, uní todo eso con el miedo a dejarse querer. Hacer aquel disco con Ramón fue muy bonito.

“Asfalto (Libres los animales)”

Asfalto la escribí también en Noviales. Cuenta un paseo con mi hija. La letra está escrita desde su punto vista.

Escucha ‘Veinte’ de McEnroe ft. Jimena

 

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