Escala 1:1: «I Walk the Line» de Johnny Cash, sin pasarse de la raya

Cuando uno tiene la intención de dar a conocer al público las distintas vidas que ha tenido un tema, siempre teme encontrarse con uno como «I Walk the Line», de Johnny Cash, una canción que cuenta con cerca de 160 versiones. El esfuerzo que supone elegir cuatro (esa era mi meta) es tal que siempre se quejará alguno. Sin embargo, allá vamos. Este tema es, con toda seguridad, si no el más celebrado, uno de los más conocidos del genio de Arkansas. Cuando se lanza, en 1956, la banda de acompañamiento de Cash estaba formada solo por dos personas tras la espantada un año antes de «Red» Kernodle, de ahí que se acredite a Johnny Cash and the Tennessee Two. Fue su primer número uno, pero, por encima de todo, fue una de las bases sobre las que se asentaría su estilo, nacido del country y con tendencia marcadamente rockabilly. Tal fue el impacto que solo en su año de lanzamiento ya se habían grabado dos versiones, las de Carole Bennett y la de Benny Barnes.

 

Dolly Parton (1984). Reivindicación ochentera.

Dando un salto de unas cuantas décadas en las que, mayoritariamente, las versiones venían de un entorno de mimetismo, la propuesta de Dolly Parton es interesante desde un doble punto de vista: ella reivindica desde el éxito a Cash como se merece y le imprime a la canción ese toque de guitarra y sintetizador que la sitúa en un entorno más eléctrico y de clara producción de la década de los 80.

 

Live (2004). Marca personal.

Completando su recopilatorio de grandes éxitos como uno de los dos temas inéditos, Live se lanzó con esta interpretación que aunaba partes, digamos, más puras de guitarra y de voz rasgada con algunos toques de su estilo, principalmente algunas variaciones en la vocalización y, sobre todo, cambios de ritmo más rockeros y toques de órgano.

 

Chris Isaak (2011). Había que.

De esas versiones que, aunque solo sea por la figura que la interpreta, tienen que estar presentes. Chris Isaak firmó una versión bastante certera y milimetrada, con coro femenino de fondo y, aunque no sea tan evidente en el resultado final, algo se puede apreciar de su particular entonación y estilo.

 

Halsey (2015). Desde la distancia.

Tan arriesgada y personal que, si no fuera por la letra, llevaría bastante tiempo identificarla como una versión. Ralentizada, piano, electrónica pausada y voz ciertamente producida, completa casi toda la lista de básicos de mediados de la década pasada. Asumámoslo: esta reinterpretación se merece un reconocimiento casi aislado de referencias.

 

Algunas más de ese centenar y pico.

Aunque estoy seguro que el número de versiones grabadas de «I Walk the Line» es una de esas cifras que nunca sabremos a ciencia cierta, parece que, como mínimo, habría 160. Para certificar las posibilidades que tiene este tema, he seleccionado cuatro de ese listado interminable que ilustran, con enfoques firmados por nombres asociados a distintos estilos, esa versatilidad de interpretación.

Los Lonely Boys (2004). Traducción al rock chicano de reminiscencias de carretera, sonidos clásicos y toques de blues para una buena versión del gusto más sureño.

Joaquín Phoenix (2005). La de la película. Con toda lógica, la versión interpretada por el actor para poner banda sonora al biopic de Cash es una dignísima escala 1:1.

Those Poor Bastards (2008). Versión de estos reyes del gótico sureño que secuestran la influencia del country para llevarla a un bosque oscuro y pantanoso. Terrorífica.

Avila (2012). Delicioso viaje de texturas y paisajes en una de las interpretaciones más evocadoras y originales, gentileza de este dúo de Michigan. Una maravilla.

 

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