Escala 1:1: «Knockin’ On Heaven’s Door», de Bob Dylan: puerta abierta a la versión
Posiblemente, una de las grandes canciones del siglo XX, original en su concepción de uno de los grandes músicos del siglo XX. La historia es más o menos conocida: «Knockin’ On Heaven’s Door» fue el buque insignia de la primera banda sonora de Bob Dylan, la que preparó para el western Pat Garrett & Billy the Kid, de Sam Peckinpah, y fue de las pocas no instrumentales de aquel álbum. Fue publicada también como sencillo y, desde muy pronto, su aparición marcó muchos caminos. A pesar de su estructura más o menos simple, o quizá por ello, este tema -que le añade todavía más llorera a la dramática escena en la que el ayudante del sheriff ya está, precisamente, llamando a las puertas del cielo– ha sido referencia para más de un centenar y medio de artistas que han expresado su admiración al legado de Dylan.
Eric Clapton (1975). Reaggelicious.
Voz rasgada a ritmo jamaicano con trazas de armónica y protagonismo de los coros fueron las cartas de presentación de la versión del ya por entonces ex Cream. Claro que a nadie debería extrañar esta interpretación, encuadrada en su época There’s One in Every Crowd. Por cierto, esta versión cuenta con arreglos de Arthur Louis, quien colaboró en la producción del sencillo, y que sacó también su versión en 1975.
The Sisters of Mercy (1985). A oscuras.
Si es que, aunque quisieran, no podrían engañar a nadie. A ver, si tuvieras que llevar de la mano esta canción a las tinieblas, ¿a quién elegirías? Pocos nombres tan contundentes y con mejor factura que la hermandad de la misericordia te saldrían. Pura oscuridad al ritmo de la percusión de un corazón en plena operación abierta y unas sensaciones guitarreras que te pone el vello de punta. Por la emoción. Por lo siniestro. Porque sí.
Guns n’ Roses (1987). Segundas vidas.
Los angelinos fueron quienes tuvieron más éxito a la hora de dotar de nuevas vidas al tema de Dylan. Empezando por el lamento de Axl Rose al inicio, siguiendo por las guitarra de Slash y así con todas y cada una de sus señas de identidad, la versión heavy por excelencia fue suya. Punteo, champú y excelencia de cuero y bandana para la una de las grandes interpretaciones, a pesar de la llamada telefónica, que habrá diversidad de opiniones, pero que creo que le pega como a un cristo dos pistolas.
Avril Lavigne (2003). Exquisitez adolescente.
A pesar de las etiquetas que han podido lastrar a la canadiense, Avril Lavigne fue capaz de firmar una excelente y deliciosa versión cuando contaba con apenas 19 años. Que sí, que se trasluce la melancolía emo a la que inmediatamente llegamos pronunciando su nombre, pero ¿me vas a decir que no es una gran interpretación de este clásico?
La lista complicada.
Desde luego, “Knockin’ On Heaven’s Door” es una canción sagrada si atendemos, no solo a la cantidad de versiones que se cuentan -ya sabes, unas 150 registradas en grabaciones comerciales, desde el intento de Television hasta la mezcla de Cat Power-, sino también a los nombres que conforman esa lista. E insisto, eso solo en grabaciones, porque también es un tema muy recurrente en conciertos y recitales. Por ello, esta vez no ha sido fácil seleccionar a los cuatro de arriba, y mucho menos hacer el recorrido por distintos estilos que suele demostrar la versatilidad de una canción original. Aquí van los cuatro complementarios habituales que, lo reconozco, hoy incluyo por la importancia de quienes la firman, sin dejar de lado la intención de revisar más de un género.
Roger Waters (2002). Entrada texturizante, voz tranquila con cadencias muy Waters y unos coros de calidad dan mucho empaque a la posibilidad pop-rock y AOR en esta versión.
Wycleaf Jean (2002). Un gran acierto de interpretación dentro de los géneros caribeños, esta versión aporta la marca genuina de la voz del haitiano y la alternancia de coros, percusión, guitarra e instrumentos secundarios en todo su recorrido.
Bryan Ferry (2007). Ya lo dice el álbum en el que se contiene esta versión: Dylanesque. Aunque, como es lógico, más que eso es Ferryesque, que para eso deja su huella vocal en esta grabación.
Antony and the Johnsons (2007). Crudeza y sinceridad de tintes nostálgicos en una de las versiones más personales de todas, la instrumentación se reduce casi a la mínima expresión para resaltar la imprescindible parte vocal.