Especial: Recordando a Cecilia

Acababan de finalizar una actuación en la Sala Olimpia de Vigo. Fue una noche apoteósica, pero nadie echó una sola foto. No hay instantáneas de esa jornada. Habían cenado en un chino. Su madre le conminó a que no viajase tan de noche, que mejor se quedasen a dormir en Vigo y ya, por la mañana, volviesen a Madrid. Pero Cecilia era de ideas fijas. Andaba en los prolegómenos de su disco sobre poemas de Valle- Inclán. Pero quiso la mala suerte y la noche turbia que, al doblar una curva, cerca de Benavente, Zamora, se topase con un matrimonio que guiaba un carro tirado por bueyes. El Seat 127 impactó. Ella falleció en el acto, también el batería, Carlos Iglesias. El matrimonio que portaba los bueyes sufrió graves heridas.

Evangelina Sobredo Galanes, Cecilia para la posteridad, fue la cantautora más punzante del tardofranquismo. En sus letras acusaba duras críticas contra la hipocresía del país y, debido a ello, y a pesar de ser hija de un hombre del régimen –su padre era diplomático- mantuvo constantes tiras y aflojas con la censura y la industria discográfica. Hoy tendría 72 años. Lo que es evidente que sus canciones no han perdido ni un ápice de actualidad -contra la injusticia, a favor de la libertad sexual, contra el mal patriotismo, por la paz-, y, de hecho, se siguen utilizando piezas como «Un ramito de violetas» o «Mi querida España» en todo tipo de contextos, desde justos hasta espurios; los de un lado político y los del otro la reclaman como una de sus musas, y lo que no saben que ella no sería ni de uno ni del otro, sino todo lo contrario. Y ahí dejaría la duda.

 

Hace poco publicamos la reseña del disco Conversando con Cecilia (Satélite K, 2021), que la cantante catalana Lídia Pujol acababa de editar. Y eso demuestra que su influencia va más allá de décadas y modas. Su recorrido fue corto; de 1971 a 1976. Fichó por CBS como cantautora de perfil propio que escribió cosas para sí misma, pero también para otros artistas como Julio Iglesias, Mocedades o Massiel. A pesar de estar tan solo un lustro en la música lo cierto es que, póstumamente, su discografía se ha hinchado aunque sin exageraciones. Curioso el detalle que en 2016 se editó Todo Cecilia con un total de ocho CDs, cuando ella sólo publicó tres álbumes en vida.

 

 

Su pasión por Valle-Inclán es comprensible viendo su legado; «Dama, dama» sin duda muestra un espejo del esperpento. Nació en Madrid, pero de familia gallega. Su padre, José Ramón Sobredo, coronel de la Armada y diplomático. Era hombre del régimen como ya dije antes y muy estimado por Franco, aunque era tachado como algo liberal. Obtuvo plaza en los consulados de Southhampton, Filadelfia, Jordania, Costa Rica y China. Cecilia pasó su infancia portando baúles y maletas de un lado para otro. Y en ese ir y venir conoció el folk americano de Dylan, Joan Báez o Simon & Garfunkel. También se enganchó a The Beatles y la poesía de Oriente Medio. Cuando llegó a España tenía ya suficiente inspiración como para un no parar de creación.

Era creyente, pero no eclesiástica. Le pusieron Cecilia por la canción de Simon & Garfunkel y porque en la discográfica decían que eso de Evangelina Sobredo no iba a vender. Su alta cuna le permitió ciertas deferencias. Y aunque nunca fue feminista cierto es que sus canciones tienen mimbres y guiños para el movimiento hasta el punto de haberse convertido en un icono para las mismas por escribir de la soltera y la adúltera sin estigmatización.

 

Por eso, desde Muzikalia, entendemos que es importante reseñar su vida, su obra y, sobre todo, su legado. Aunque sea una o dos veces al año. Hay que reivindicar lo bueno que tenemos y tuvimos, y Cecilia es una de esas artistas que hacen sentirnos orgullosos de lo que somos como país y de nuestro legado.

Y nosotros, como casi siempre, sin tarjeta, te mandamos un ramito de violetas por todas las buenas canciones que nos dejaste. Gracias Evangelina.

Escucha las mejores canciones de Cecilia

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