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Especial Lauryn Hill ¿La más grande?

El álbum The Miseducation Of Lauryn Hill (1998), ha sido seleccionado por la multinacional Apple como el mejor disco de todos los tiempos, en una lista recientemente publicada que ha causado bastante revuelo, entre otras cosas, por otorgar dicha clasificación a un disco que es muy importante, pero quizás no tanto como para estar situado por encima de tótems como What’s Going On, de Marvin Gaye, Songs In The Key Of Life, de Stevie Wonder, o Pet Sounds, de The Beach Boys, o el mismísimo Abbey Road, de los cuatro de Liverpool.

A mi, particularmente, esa lista me pareció una especie de epatante barrabasada, que jugaba a sacar de sus estribos al personal a base de cargarse sistemáticamente determinados dogmas de fe. Reclamo de clickbait puro y duro, pero que indirectamente sirve para tomarle el pulso a los tiempos. Al fin y al cabo, muchos de esos tótems, la mayoría con más de 50 años a sus espaldas, forman parte de un pasado que poco tiene que ver con la música que se hace ahora. Y sin embargo, un disco como el de Lauryn Hill, sí.

The Miseducation Of Lauryn Hill, el primer disco en solitario de la que otrora fuera cantante de los célebres Fugees, fue la confluencia de muchas cosas. Durante su creación, era una mujer embarazada con tan sólo 22 años que quería expresar los sentimientos que fluían en su interior en un momento así. Además, contaba con un bagaje musical enorme. Creció en New Jersey, en el seno de una familia de clase media con la casa llena de música. Géneros como el soul, el jazz, el reggae, o, claro, el hip hop, eran naturales para ella.

Y todo eso confluye en la que es, sin duda, una obra descomunal. Un disco poliédrico que la retrataba a ella, a sus dudas, sus anhelos, su maternidad, su juventud, la separación de su banda, la industria, los derechos sociales de su raza, sus sentimientos más profundos, en un relato complejo, que además estaba escrito, producido, arreglado e interpretado (con algunas ayudas) por, no lo olvidemos, una mujer jovencísima. Y es que ahí, en el hecho de estar todo pensado y ejecutado por una mujer, y una mujer de tan corta edad además, reside uno de los puntos fuertes que certifican la enorme importancia de este trabajo.

 

Pero antes de entrar en él, retrocedamos un poco. Como dijimos, Lauryn Noelle Hill nació el 26 de mayo de 1975 en East Orange, New Jersey. Con tan sólo 15 años actuaba como actriz en películas muy taquilleras como Sister Act 2 y a la vez había formado, junto a sus amigos del instituto Wyclef Jean y Pras un trío denominado Fugees, con los que grabará dos álbumes, el segundo de los cuales, The Score (1996), fue un bombazo absoluto. Nominado al Grammy como disco del año, se acaba haciendo con el de mejor álbum de Rap, y por el camino vende una cantidad indecente de copias (en la actualidad, se contabilizan unos 22 millones de unidades).

Precisamente en la gira mundial de presentación de ese disco, Lauryn conoce a Rohan Marley, uno de los ocho hijos de la leyenda del reggae, por entonces jugador de fútbol americano, que la deja embarazada con 21 años. Eso, así como su dolorosa ruptura sentimental con su compañero en The Fugees Wyclef Jean, que conduce a la disolución del trío, supone un quiebro vital para Hill, que le hace replantearse muchas cosas, al mismo tiempo que inicia en ella un torrente creativo que es el germen de lo que terminará siendo su disco debut en solitario.

El álbum se grabó entre 1997 y 1998, mayormente en los legendarios estudios Tuff Gong de Jamaica, y contó entre sus colaboradores con D’Angelo, Mary J. Blidge, John Legend o Carlos Santana, además del colectivo New Ark, formado por Vada Nobles, Rasheem Pugh, Tejumold Newton y Johari Newton, que la ayudaron en las tareas de producción. No obstante, ella, tal como rezan los créditos del álbum, fue la productora ejecutiva. La que llevaba las riendas de todo.

No se engañen, tiene realmente un mérito enorme. Ahora ya no es (tanto) así, pero en aquél entonces los referentes femeninos, en términos de asumir la vara de mando de su carrera en un negocio tan machista como el de la música, eran muy escasos. Kate Bush, Joni Mitchell y pocas más. Y si ya hablamos de raza negra, menos todavía. A Lauryn, su talento desmedido y su inmenso éxito con los Fugees le dieron la oportunidad de hacer las cosas como quería hacerlas. Y no desaprovechó la oportunidad.

Vertió en esto todo su ser, todo su potencial. Tal vez por eso las canciones albergan tantos estados de ánimo, tantos géneros, tantos ambientes a la vez. Son como un crisol, un puzle complejo cuyas piezas, si se juntan, dan como resultado Laryn Hill. Con esa portada tributo al Burnin’ de Bob Marley y los Wailers y ese título basado en el libro The Mis-Education Of The Negro, de Carter G. Woodson, un tratado sobre la reeducación de las personas negras para encontrar su individualidad más allá del grupo social de pertenencia. Más allá de la segregación.

 

Al igual que pasaba con What ‘s Going On, pero en diferente medida, Lauryn Hill mezcla aquí lo social con lo eminentemente personal. Y le sale la jugada redonda. Logra, de hecho, una perspectiva tan madura, teniendo en cuenta su edad, que da escalofríos. Habla sobre su recién nacido hijo (“To Zion”), sobre la amarga disolución de The Fugees (“Superstar”, “Lost ones”), sobre su tormentosa relación con Wyclef Jean (“Ex-Factor”, “I used to love him”), sobre su nuevo amor con Rohan (“Nothing even matters”), sobre la esperanza en el poder de cambio de la juventud (“Everything is everything”), la liberación femenina (“Doo Wop (that thing)”) o los desarreglos sociales (“Every ghetto, every city”), todo ello sazonado con una capacidad apabullante para mezclar estilos y rangos vocales, así como una riqueza instrumental impresionante.

Como todos los grandes discos de la historia, entre los cuales The Miseducation forma parte, sin duda, de la realeza, cada uno de sus rincones, de sus surcos, guarda un tesoro. Es un disco que nunca se termina de asimilar del todo. Quizás por eso sigue, casi treinta años después de su edición, sonando tan fresco y vigente como el primer día. Y su autora no ha necesitado ofrecer nueva música grabada para que se la recuerde y se la venere.

The Miseducation Of Lauryn Hill cosechó un éxito sin precedentes para una artista afroamericana involucrada en el hip hop y situó dicha condición mucho más allá de lo habitual en artistas de dichas características, más acostumbradas a hacer de malotas que a hablar de temas importantes. Trazó el camino hacia lo que devendría el neo soul (sin él artistas como Erykah Badu, Amy Winehouse, Alicia Keys o incluso Beyonce no serían lo mismo) y desplegó una influencia que puede decirse sin ningún temor a equivocarnos que continúa viva y coleando en nuestros días, prueba de lo cual es su inclusión como número uno de la consabida lista de 100 álbumes de Apple.

No en vano se llevó cinco Grammys y lleva vendidas casi 20.000.000 de copias en todo el mundo. Es un disco universal, que aglutina en sí un montón de cualidades y convence a casi cualquiera que lo escuche y no tenga el oído atrofiado. Por eso quizá sea exagerado decir que se trata del mejor disco de todos los tiempos, pero este que suscribe de alguna forma se alegra por tal designación, dado que eso pone de relieve su significado y le otorga un reconocimiento, el paso a un nuevo podio del olimpo, que decididamente merecía tanto el disco como su autora.

Una autora peculiar como pocas, debemos decir, dado que tras su publicación, promoción e impacto mundial, dejó de interesarse por hacer música. Se dedicó a criar a los cinco hijos que tendría con Marley (otro más, de hecho, llegaría concebido con un padre desconocido tras la separación definitiva del matrimonio), a estudiar la biblia, a vivir y también a ser un poco bastante excéntrica. Son famosas sus salidas de tono, las cancelaciones repentinas de los pocos conciertos que ha ofrecido a lo largo de los años, sus líos con el fisco y la justicia (llegó a ingresar tres meses en prisión por evasión de impuestos) o su escaso interés por la fama y su legado.

 

Su única música nueva tras este disco tuvo lugar tres años después de su edición, en verano de 2001, cuando presentó en versión totalmente acústica, ella con su guitarra, ante una pequeña multitud congregada en un plató, una colección totalmente nueva de canciones que acabarían en el disco MTV Unplugged No.2.0. (2002), que cosechó unas ventas mucho más modestas que su predecesor y que, en definitiva, no puede considerarse en absoluto un digno sucesor, aunque las canciones, en su crudeza, conservan intacta la elevada categoría artística de su autora.

Pero el caso es que no era un disco por sí. Y así llevamos desde entonces. Que a alguien como ella no le haya interesado la fama, ni la fortuna, ni el stardom, ni siquiera sacar a flote nuevo material, dice mucho del tipo de persona de la que hablamos. No obstante, parece que las cosas están empezando a cambiar. Aunque The Fugees limaron asperezas y se reunieron en 2004 para una pequeña gira, parecía que una vuelta al ruedo de los escenarios por parte de nuestra protagonista era una utopía, no obstante, coincidiendo con el 25 aniversario de Miseducation, el milagro ocurrió. La artista se ha embarcado en una intermitente gira de celebración que, al fin, la muestra pletórica y plenamente consciente de la necesaria defensa de un legado que las nuevas generaciones siguen queriendo escuchar.

Sus conciertos en festivales y grandes recintos empiezan a ser sonados y no hay duda de que esta inclusión de su disco como cabeza de la lista de Apple, va a ser un nuevo revulsivo para inyectarle vida a una onda expansiva que nunca ha dejado de crecer. Ahora la pregunta es sin duda si Ms. Lauryn tiene ganas de regalarle nueva música al mundo. La respuesta puede que esté en unas recientes declaraciones de su amiga, la no menos excéntrica ni fundamental Erykah Badu, que dijo, con motivo de la noticia de la lista de Apple,  lo siguiente en sus redes sociales: “Te celebramos. Capeaste la tormenta, pero tu mejor trabajo está todavía en ti. Te veo”. ¿Habrá algo nuevo en el horno? Nadie lo sabe, pero si eso ocurriera, sería una de las mejores noticias de los últimos años. Porque sí, porque esta artista seguro que aún tiene cosas que decir. Porque es grande como pocos. Y necesaria como pocos también.

 

Escucha ‘The Miseducation Of Lauryn Hill’ de Lauryn Hill

 

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