In-Edit 2018, la edición más política

Como toda forma de arte, la música es permeable a su entorno. Los cambios sociales y la política influyen e incluso moldean la música y, como lleva años mostrándonos el In-Edit, un buen montón de estilos musicales han surgido como consecuencia de una determinada coyuntura sociopolítica. Este año, el In-Edit ha hecho hincapié en la vertiente más política de la música y ha programado un puñado de películas que conectan la música con su momento.

Cuatro nombres propios

Elvis Presley, auge y caída del sueño americano

El director Eugene Jarecki tiene experiencia en documentales que ahondan en la historia política de su país, los derechos civiles y la justicia social. En esta edición del In-Edit, presentó la película The King, en la que se marca un road trip por los lugares más emblemáticos en la vida de Elvis Presley, subido en su auténtico Rolls-Royce, y acompañado de músicos y actores con los que charla acerca del cantante de Tupelo, de su influencia musical y cultural, y del paralelismo entre su historia y la propia historia americana reciente que ha desembocado en Donald Trump. Mientras que en su juventud y auge, Elvis representaba lo más vistoso y brillante del sueño americano (blanco, por supuesto), la utilización de su figura para «blanquear» música de raíces negras y la reciente revisión del personaje con respecto al racismo y al patriotismo más rancio, inevitablemente lleva a Jarecki a argumentar que la actual América de Trump es el equivalente de la época de Las Vegas de Elvis: una agonía decadente de tristeza y vergüenza ajena. Lo mejor de la película es sacar a la palestra la pluralidad de opiniones acerca de un personajes que, hasta hace poco años, era considerado de forma generalizada como un semi-dios intocable y que, en realidad, se movió siempre entre las luces y las sombras.

M.I.A. y el activismo tamil

Cuando el padre de Mathangi «Maya» Arulpragasam (M.I.A.) fundó la organización Tigres Tamiles en Sri Lanka y fue declarado terrorista por su gobierno, ella y su familia tuvieron que emigrar a Londres, donde se instalaron como refugiados. Este es el punto de partida de «MATANGI / MAYA / MIA», película dirigida por el íntimo amigo de la cantante Steve Loveridge. El documental, con imágenes de infancia y juventud de la artista, es un recorrido por la carrera musical de M.I.A., en paralelo al descubrimiento de su propio pasado tamil y la defensa, y consiguientes controversias, de los derechos de los tamiles en Sri Lanka, donde han sufrido durante años una brutal represión. Aunque tiene momentos interesantes, como sus polémicas con presentadores de radio y televisión o su, también polémico, paso por la Super Bowl junto a Madonna, la película acaba queriendo abarcar más de la cuenta y quedándose a medias en el desarrollo de algunas cuestiones interesantes que plantea, como la legitimidad de una protesta social por parte de un músico que vive rodeado de lujos o la libertad de expresión. Pero es un punto de partida divertido para empezar a indagar en la estela de artistas que han hecho de su música o su imagen una forma de defender su propia causa.

El hedonismo cultural de la generación de Michael Caine

En los años 50, Londres era aburrida, gris y predecible. Pero era el caldo de cultivo perfecto para la explosión de color que representó la generación de los 60. Marcada por la postguerra, la pobreza y el puritanismo, la generación de los Beatles, The Who, Rolling Stones, Twyggy, Mary Quant o Penelope Tree llenó de creatividad una ciudad, un país (y un mundo) que estaba necesitado de una bofetada de color. En «My Generation», la película de David Batty, Michael Caine nos invita a un recorrido por su filmografía, que en realidad no es más que una excusa para hacer una divertida radiografía de uno de los momentos más interesantes de la historia musical. De hecho la película no aporta nada nuevo. Y aunque es entretenido pasar una hora y media disfrutando de canciones míticas e imágenes que te trasportan al Londres de las minifaldas y el glamour de la rebeldía, el recurso de Michael Caine como anfitrión acaba quedando poco natural y, aunque está bien traído el trasfondo social (la recuperación económica, el establecimiento de un estado del bienestar y la seguridad social…), la película quiere cubrir demasiados frentes, quedándose en lo superficial. Una pena. Aunque con el propio planteamiento de la película no parece que hubiera ninguna intención de trascendencia, realmente.

El mundo en el que vivimos junto a Ryuichi Sakamoto

Dos eventos originaron el nacimiento del documental «Coda» sobre Ryuichi Sakamoto: el accidente nuclear de Fukushima de 2011 y la detección de un cáncer de garganta al músico en 2014. Dirigida por Stephen Nomura Schible, «Coda» hace balance de la vida musical de un artista que siempre ha tenido su principal fuente de inspiración en la naturaleza y en la forma en que los humanos interactuamos con ella. Preciosa y pausada, y con ese aire de minimalismo que caracteriza a la cultura japonesa, Stephen Nomura Schible hace un retrato pormenorizado e íntimo de la carrera de un maestro de las bandas sonoras que además se demuestra defensor activo del respeto por el medio natural que nos rodea y que traslada ese activismo a su propia música. En «Coda» encontramos a un Sakamoto lúcido y sutil, con una forma de enfocar el paralelismo entre activismo y música tan intrincado como natural, y llena de simbolismos: como el piano que sobrevivió al tsunami de Fukushima, las fotografías del atentado de las torres gemelas o el sonido del agua de Tarkovsky. Casi como si fuera un precioso poema visual.

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