Jarvis Cocker – Buen Pop, Mal Pop: Un inventario (Blackie Books)

En una maniobra maestra, una más en su carrera, Jarvis Cocker nos propone en Buen Pop, Mal Pop: Un inventario (Blackie Books, 2023) hacer un inventario de objetos que tenía guardados en el desván en su antigua casa en Sheffield. Ahí yacían abandonados centenares de objetos que le sirven al autor de “Common People” para echar una vista atrás a sus comienzos como músico, pero también estos objetos son la muestra de una forma de entender el pop, de lo que esto representa, y de cómo este estilo le cambió la vida.

Cocker nació en el seno de una familia de clase obrera, y rodeado de un paisaje industrial más bien gris: los edificios enormes de la industria del acero y la minería eran la orografía de una pesadilla para un joven que lo que pretendía era salir en la tele y ser una estrella del pop. El pop para el líder de Pulp es aprovechar todo aquello que la gente desecha por innecesario, ese detritus que se esconde entre las grietas de una sociedad que luchaba contra las restricciones aplicadas por el gobierno thatcheriano y que tanta huella dejó en su generación.

Son muchos los ejemplos de mal y buen pop que muestran estas páginas en un intento maravilloso de hacer un conciso inventario de su vida de adolescente, y los pensamientos que le vienen a su memoria mientras escudriña entre los objetos que podemos ver en fotos. Estas páginas desprenden mucho amor por la música y por el fetichismo pop, aunque también va desgranando estimulantes reflexiones sobre si el pop puede ser subversivo. Ciertamente Jarvis, desde su tierna pubertad, creía en que el pop sería su perfecto plan de huida hacia el estrellato, y también le serviría este estilo para cortocircuitar las normas establecidas.

De la mano del punk, género que descubrió de la mano de los Sex Pistols y una pequeña televisión, Jarvis Cocker quiso crear un modo de estar y performar la vida: desde tunear ropa que compraba en mercadillos en aras de hallar su propia personalidad (sus primeros referentes fueron las gafas de Elvis Costello, los cabellos cardados Ian McCulloch, y el primer disco de The Stranglers), pasando por querer (re)vivir en los personajes que aparecían en las series de ciencia-ficción o en películas (Kubrick y su 2001: una odisea en el espacio fue el señuelo para que sus imberbes ojos descubrieran una realidad más excitante en la que habitar).

También hay sitio para que nos narre historias de amor y desamor (descacharrante es una anécdota que pasó con su primera novia y un disco de Marianne Faithfull), de cómo consiguieron sacar adelante la primigenia formación de Pulp hasta el desafortunado accidente que casi le cuesta la vida, o su peculiar forma de bailar aprendida en incesantes idas y venidas a la discoteca más cercana a su casa.

Estas no son unas memorias al uso (por regla general narcisistas) sino que tiene su vertiente lúdica: al final del libro Cocker exhorta al lector a buscar de entre las experiencias que narra, algunos parecidos con nombres de canciones de Pulp. Algún título me ha venido a la cabeza, pero como dice el autor, en el buen y el mal pop TODO cuenta, y todo lo puedes convertir en lo que te dé la gana. Un tipo muy travieso este Jarvis. ¿Y qué pasa con su proceso creativo? ¿Sale en algún momento en estas memorias? Al respecto un día le dijo el maestro Leonard Cohen: “Tenemos que ser muy cuidadosos al explorar estos mecanismos sagrados, porque alguien podría arrojar un palo a los engranajes y jamás escribiríamos una frase más, ni tú ni yo”. Amén.

Puedes comprar el libro: Jarvis Cocker – Buen Pop, Mal Pop: Un inventario (Blackie Books) en la web de su editorial.

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