Los Radiadores – Gasolina, santos y calaveras (Bonavena Música)

Los Radiadores siguen imparables. Con la vista fija en sus creencias musicales, sin despegarse de ellas pero añadiendo, a cada nuevo álbum, más dosis de agitación lírica y de intensidad sonora. Tal como ya dieron a entender en Manual de supervivencia (Bonavena Música, 2013),  lo suyo es un abrazo en toda regla al punk pero incidiendo en su faceta divertida y alborotadora más que en la puramente nihilista. Es por ello que, aunque sigue habiendo rabia y reivindicación en sus letras («A cabezazos», «Tiempos de destrucción») y también visiones distópicas y apocalípticas («Círculos concéntricos»), no es menos cierto que sus canciones transpiran también cierta ironía y sobre todo muchas ganas de seguir adelante pese a las adversidades («Hasta el final», «Sin dejar de sonreír»).

En lo musical, tres cuartos de lo mismo. Siguen rindiendo pleitesía a sus referentes más evidentes, entre los cuales destacan los Ramones (pasados por el filtro patrio de los Nikis) y los primeros Pegamoides (y su árbol genealógico encarnado por Berlanga, Canut y Benavente). Así, gran parte de los temas cabalgan sobre los  mágicos tres acordes de los de Queens, aunque Los Radiadores saben actualizar aquel sonido 70s y adaptarlo a sus propios gustos y necesidades, de manera que no hacen ascos a un buen solo guitarrero cuando lo consideran oportuno ni a elevar a protagonista de «Buzo» una excelente línea de bajo rescatada de The Jam. El homenaje nacional se materializa en una gran versión de «El hospital», mítica cara B de los Pegamoides, y sobre todo en esa aparente secuela de «El imperio contraataca» (Los Nikis) que es «Un nuevo imperio».

Un disco que se caracteriza por su inmediatez y frescura, proclive a la diversión y con temas directos e inmediatos pero cuyas letras vale la pena escuchar con atención. El tópico dice que no cambiarán el mundo ni la vida de nadie, bla, bla, bla…pero el caso es que apuesto a que un montón de chavales saldrán de un concierto de Los Radiadores más felices de lo que entraron, y eso también es una buena forma de intentar hacer un mundo mejor.

 

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