Conciertos

Mark Lanegan – Razzmatazz 2 (Barcelona)

Brett Netson se sentó en su silla y dio un primer guitarrazo que me puso los pelos de punta. Entonces supe que me lo iba a pasar mejor que bien. El cañón de sonido que salía del Vox AC 30 se dirigía directamente hacia mí; los acordes abiertos y el desmedido delay me hicieron volar. A los 5 minutos de haber comenzado su repertorio mi cuerpo seguía en la sala Razzmatazz, pero yo ya no estaba allí. Me encontraba muy lejos, inmersa en un capítulo de «Doctor en Alaska», uno que nunca había visto y que nunca más veré. Estaba con Chris Stevens bebiendo y fumando en su caravana, escuchando a Pink Floyd.

Luego me moví un poco… aparecí en medio de «Jesucristo Superstar», acunada por la psicodelia de un tío con barba cantando «Hallelujah». Supongo que al resto del público le pareció bastante aburrido y sobre todo largo, pero yo me lo pasé bomba viajando por ahí.

Estaba más que preparada para recibir a Mark. Jamás un telonero llevó a cabo tan bien su misión. De antemano sólo conocía un detalle del repertorio, el comienzo: «Pendulum». Y creédme que el resto fue una sorpresa tan grande que no olvidaré jamás. Parecía como si Mark Lanegan, Mike Johnson, Brett Netson, Dave Catching y Gene Trautmann hubieran oído mis peticiones una a una y en tiempo real.

Después de «Pendulum» vino «Borracho» y entonces se acabó el resto del mundo para mí: «One way street», «I´ll take care of you» y «Field song» seguidas. La guitarra final de la cortísima «Field song» tocada por Brett con más furia que en el disco, si cabe, fue uno de los momentos más especiales. Un comienzo un tanto desafortunado dio paso a la sublime «No easy action», en una versión mucho más enérgica que en el álbum «Field songs» y desprovista de esos coros que para mí la hacían un tanto artificial. No dejaron ni un segundo para coger aire y enlazaron -como en el álbum- «No easy action» y «Miracle», un ejemplo perfecto de cómo una guitarra mece a una voz que canta cosas que hacen llorar.

De su primer disco, «The winding sheet», sonaron la canción del mismo título y «Mockingbird», y del tercero, «Scraps at midnight», sonó “Bell Black Ocean”, además de una impresionante versión de la progresiva “Because of this” que dio paso a la preciosa «Hotel» más rápida que la original pero manteniendo el encanto de una de las melodías más graves del supergrave Lanegan.

El momento “casi” más mágico de la noche se produjo cuando tocaron «Don´t forget me». «When that chain starts to swing, keep in mind one thing: don´t forget me» es una de las letras que más me impresionan de Mark. Cada vez me imagino un significado diferente para esa cadena. Una vez le pregunté y él contestó: «Cualquier interpretación que le des es incorrecta».

Y antes he dicho “casi” porque lo mejor estaba aún por llegar. Un final que yo no podía imaginar ni en mis mejores sueños: «Gospel plow» del impresionante último álbum de Screaming Trees «Dust». Fue el momento cumbre no sólo de la noche, sino probablemente de la vida de muchos de los que nos encontrábamos allí, incluido el chico que estaba a mi lado con una camiseta del «Dust» y que no se lo podía creer. Podrían haberse largado sin tocar ni un solo tema más y no hubiera importado. A los que no les estaba gustando ya no les iba a gustar más, y a los que estábamos viviendo el concierto de nuestras vidas tampoco. Pero tocaron más… «Creeping coastline of lights», un increíble blues llamado «Fix» y la estremecedora “On Jesus program”… y más… «She done too much» que desembocó en “The river rise”.

Y yo no podía hablar ni parar de temblar al salir de la sala. Sólo pensaba: «todavía me quedan otros 3 conciertos, no voy a poder».

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