Purple Weekend. Asistimos a la nueva edición del festival leonés

Intro

A pesar de los retrasos, cambios y conflictos que ha sufrido la organización de la edición 2010 del Purple Weekend, e incluso de la repentina paralización del transporte aéreo por culpa de los controladores, no hay duda de que el festival se ha saldado con un éxito indiscutible gracias a varias de las novedades introducidas este año.

Por un lado, la programación de varios conciertos diurnos y gratuitos repartidos por el centro histórico de la ciudad, a tenor del gran número de público que han congregado, ha sido una decisión acertada. Por otro, olvidar el vetusto Estadio Hispánico como escenario principal y buscar una sede alternativa con mejor acústica como el Pabellón del Colegio de Huérfanos Ferroviarios (CHF), es lo que mejor que lo podía pasar al festival. Sin embargo, el nuevo espacio, ya sea por metros u estructura puede resultar escaso. Si el año que viene el Purple quiere crecer en cuanto a espectadores, tendrá que darle una vuelta a los accesos (único y estrecho), el espacio dedicado al mercadillo (incómodo por su situación entre la barra y el guardarropa) y al número de aseos (alguna cabina portátil no hubiera sobrado). El cualquier caso, de momento el cambio ha merecido la pena porque ha permitido disfrutar en cuanto a música del mejor Purple de los últimos años.

Sin perjuicio de todas estas merecidas loas, al Purple Weekend 2010 le ha faltado algo: buena parte de su público más fiel y colorista. Por diversas razones muchos de los que forman parte de la escena mod no ha estado este año en León y ha sido una pena para todos. Como decían el viernes en la Crónica de León, “el Ayuntamiento y Juancho y Alejandro han de encontrar nuevamente la concordia”. No quito ni pongo una coma.


Como ya he mencionado antes, el nuevo escenario tiene buena acústica, por lo que permite disfrutar de despliegues sonoros como el de los barceloneses The Excitements, que gracias a su rythm & blues y a su vocalista elevaron varios grados la temperatura del CHF.

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Tras ellos y en sustitución de The Fantastics (se quedaron en Londres sin poder viajar por culpa de los controladores), Wau y los Arrrghs!, que en principio estaban programados en las sesiones diurnas. Los valencianos son una banda de garage de energía irreprochable, pero que carecen absolutamente de cualquier tipo de matiz. Tampoco parece que lo necesiten porque su apuesta decidida (y a veces demasiado reiterativa) por el ritmo revoluciona a base de pogos cualquier reciento en el que toquen. Lo mejor de su recital de “canciones de amor para bailar” (en palabras de Juanito Wau), “Copa, raya, paliza” (resumen perfecto del concierto), y la versión de “Demolición” de los verdaderos inventores del punk, los peruanos Saicos.

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Para cerrar la noche, palabras mayores, Booker T. Jones armado con un Hammond B3 y un Leslie. El de Memphis, que lleva tocando desde 1962 es historia viva de la música y lo demostró, porque más que un concierto ofreció una clase magistral. Mezclando blues con rock instrumental, rythm & blues, o incluso rap (“Hip Hug Her” cantada por el batería Darian Gray), Booker T. comenzó desgranando su último disco, Potato Hole (2009), para luego dar paso a una colección de grandes éxitos de la música americana de los 60 y 70 firmados por él mismo, “Green Onions” (1962), “Melting pot” (1971), “Time Is Tight” (1969), “Hang ‘Em High” (1968), o tocados en su día como músico de sus autores originales “Ain’t no sunshine” (1971, Bill Withers) y “Sitting on the dock of the bay” (1968, Otis Redding).

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La única pega, y a pesar de que Booker T. eligió el ritmo correcto para ir alternando el hammond con otros instrumentos y evitar sonar demasiado instrumental, la excesiva libertad de la que gozó el guitarrista Vernon “Ice” Black, que con frecuencia punteó en exceso y llegó a eclipsar por momentos al propio Booker T.

 


Segunda y principal jornada del Purple Weekend con The Dustaphonics, Secret Affair y Teenage Fanclub, nada más y nada menos, como gran atractivo. La presencia de los escoceses se ha hecho notar en todos los escenarios del festival, bastante más llenos que el día anterior. Mención especial para los Ezra Beats que han reventado el Gran Café.

En cuanto a los conciertos del escenario principal, el Estrella Galicia (CHF), la mayor afluencia de público ha puesto a prueba la capacidad de los servicios que ofrece el Pabellón del Colegio de Huérfanos Ferroviarios. El sonido es perfecto, pero el espacio escaso. Si el año que viene el Purple quiere crecer en cuanto a espectadores, tendrá que darle una vuelta a los accesos (único y estrecho), el espacio dedicado al mercadillo (incómodo por su situación entre la barra y el guardarropa) y al número de aseos (alguna cabina portátil no hubiera sobrado). Por lo demás, de los mejores Purple en los que yo he estado.

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Repasando los conciertos comenzamos con The Dustaphonics, un proyecto de Healer Selecta (Yvan Serrano), músico, dj, productor y agitador de la escena soul y rhythm & blues londinense. Sobre el escenario, Dustaphonics ofrecieron una acelerada y divertida fusión de rock, garage y ritmos negros, ejecutada sin pega alguna y conducida a través de dos explosivas vocalistas que derrochan voz y sensualidad.

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Tras ellos, Secret Affair llegaban para recordar a todo el mundo que el Purple es un festival mod. Formados en 1978, los londinenses son una de las bandas vertebradoras del moviento mod y su presencia en León, un momento histórico para muchos seguidores del Purple. Ian Page y los suyos no defraudaron y demostraron que, a pesar de sus cincuenta añitos, mantienen la energía suficiente para poner a levantar a todo un festival con temazos como “Let Your Heart Dance”, “My World” o el imprescindible “Time for Action”.

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Para cerrar la noche, viaje al norte de Britania, Teenage Fanclub. ¿Qué decir de los escoceses? Secillamente, que es imposible verles en concierto y no sonreir como un bobo. Se ha montado un poco de polémica en torno al setlist que están tocando porque se supone que están presentado su último disco, Shadows (2010), y sin embargo prefieren tocar muchas canciones antiguas. Siceramente, a mi me da igual. Cualquier combinación de canciones de Teenage Fanclub en una sala que tenga un sonido decente (como ayer en León), me parece sencillamente una maravilla.

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En León comenzaron (como en Madrid, Bilbao o Valladolid), con “Start again”, siguieron con “Sometimes”, y toda una colección de tesoros, (“It’s All in My Mind”, “Don’t look back”, “I don’t want control of you”, “Ain’t that enough” o “Your love is in the place”), entre los que las canciones de Shadows que sonaron (“Babe Lee” “Sweet days waiting”), no desentonan.

Lo mejor, la cara de felicidad de Gerard Love durante todo el concierto.

 

 

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