La Mare (Sala Copérnico, presentación Mi Raíz) Madrid 16/12/21

La Mare es una cantautora gaditana, tanto como las conchas de la arena y la espuma de las olas, por eso decidió dedicarle su último disco, Mi Raíz. Afincada en Madrid, la artista reconoce que su amor por el mar roza lo obsesivo, siendo la mayor parte de las canciones de este nuevo álbum relacionadas con el amor y el mar. Su anterior trabajo, Sal, Arena y Mar (2018), también tiene una evidente inspiración en la costa, así que es un tema recurrente en su vida y sus canciones. Su música es una simbiosis de flamenco de ida y vuelta con tintes latinos y africanos que impregnan sus armonías.

Este último trabajo, como es habitual, ha estado acompañado con una gira de presentación que ha culminado en Madrid. El concierto en la sala Copérnico comenzó con Nur Bonet, guitarrista y flautista de La Mare, como telonera con su proyecto en solitario. No sorprende la soltura y sensibilidad que demuestra, propia de la gente que siente el escenario como casa.

Lo inusual del concierto no se queda en la generosidad que tuvo La Mare en compartir el escenario, también resultó muy liberador y novedoso en cierto modo que el público estuvo en pie, un concierto como los de antes, en el que no hubo sillas pero sí restricciones (la mayoría cumplió y llevaba la mascarilla en todo momento). Esto permitió que el público se sintiera totalmente libre de disfrutar, saltar y hasta bailar sin miedo. La verdad es que cuesta pensar en un concierto de la gaditana con un público constreñido y casi atado a una silla, sin poder demostrar libremente su gozo y disfrute.

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La Mare cantó todas las canciones de su disco nuevo, sin dejarse atrás algunas de sus canciones más míticas y favoritas del público. Comenzando con el single «Mi Raíz», a través del cual explica no sólo la conexión con su tierra y sus orígenes, sino también las raíces que se echan en una relación que, al igual que su amor por el mar, es fuerte, valiente y hogar. «Ay, corazón» fue la siguiente, precedida por un discurso acerca del amor y del odio que sufren muchas personas que expresan su libertad sexual y romántica, como unas palabras de apoyo al colectivo LGTBI+ y de reivindicación por los derechos humanos. Sus palabras fueron aplaudidas y jaleadas por un público entregado con ella y con sus mensajes.

Dedicó “Queriendo Vivir” a su compañera la artista María Ruiz, que no pudo estar en la velada ya que era positivo en Covid, así que tuvo que mantenerse aislada, aunque consiguió que estuviera presente con sus palabras. Esta canción, repleta de características de la música latina, contó, además, con la participación de un público corista y participativo. Los que posiblemente fueran los minutos más emotivos de la noche tuvieron el broche de oro en un solo de guitarra a cargo de Nur Bonet.

No faltaron algunas de sus canciones más conocidas, como son «Sal, Arena y Mar» o «Sola», que levantaron los ánimos con las palmas a través de lo que definen (muy acertadamente, en mi opinión) como “tanguillos caribeños”. No les faltó protagonismo a las percusiones de Mirny Duque e Iván Mellen, así como al bajo de Alexis Reyes. También hubo lugar para sus canciones más tranquilas, «Dos Cuerpos» y «Nana para Martina», así como para «Martinita», dedicada de nuevo a su sobrina. Pedro Pastor subió entonces al escenario, acompañado de una mesa de madera que utilizaron para acompañar de una percusión tradicional castellana, «Canto», de su anterior álbum.

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En el escenario la acompañaron La Jose, el grupo Dos Folk y la percusionista Alba Chacón (Zagala). Con ellos interpretó el tema más alegre y movido del disco, «Salpícame», que agitó a todo el que allí se encontraba. Con la humildad que la caracteriza, La Mare cedió el espacio para que interpretaran un tradicional charro zamorano, que sirvió como presentación de la reedición de canciones infantiles tradicionales «Al Pasar la Barca (Charro)» que cantó, esta vez sí, la protagonista de la velada, acompañada de este diverso y divertido grupo.

Como colofón final no faltó una pedida de mano de lo más peculiar, escrita en un patito de goma por una chica del público a su novio (como no podía ser de otra forma en esa situación, dijo que sí). En definitiva, un concierto cargado de emociones, en el que la alegría se abría paso a cada momento, pero dejando su debido espacio a la melancolía, la reivindicación y, por supuesto al amor. Un amor libre de ese que complementa y acompaña. La Mare, además de ser una gran cantautora, demostró (como hace siempre) ser una persona implicada, comprometida con muchas causas y que derrocha humanidad por encima de todo. Sus mensajes, siempre cargados de reivindicación, calaron a un público entregado y emocionado que se fue a casa con el corazón rebosante.

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