ConciertosCrónicas

Shego (Sala Hangar) Córdoba 22/03/24

Viendo y sobre todo escuchando a una banda como Shego puede que empieces a comprender muchas cosas. Las dudas, razonables y más que justificadas, sobre si la cuestión del empoderamiento femenino debe tornarse en un arma tan poderosa como necesaria, se disipan en parte cuando eres testigo de cómo cuatro mujeres jovencísimas, con la experiencia justa para manejar los resortes básicos de sus instrumentos, cantan estrofas de crudeza costumbrista con desparpajo, desacomplejadas y liberadas por fin de un yugo social que al mismo tiempo sigue interponiendo en su camino a algún que otro jumento de oído rancio y ojo bizco. En un país de ciegos es difícil discernir la inconsciencia entre tanto rostro amable y miradas por encima del hombro. Como si ellas, por ser tal cual son, no debieran atreverse a decir las cosas como las dicen. Que no es mejor ni peor que otras, pero es la suya, y a quien no le guste, que no escuche, cosa que por desgracia no es tan difícil hoy en día. Sobre todo cuando el contexto para hacerlo es una sala de conciertos y un contexto ideal para que la música, una vez más, sea la excusa y no el propósito.

Es igual de cierto como lo dicho en el primer párrafo que al cuarteto en cuestión le falta no uno sino varios hervores para que la receta sonora que las está haciendo girar por todo el país no adolezca de algún ingrediente básico. Cuecen varias especias en un caldo que se alimenta básicamente de una actitud punk y una presencia aguerrida como carta de presentación, y las dosifican en diversos moldes que abarcan desde el pop naif de la encantadora “fumas?” a la inspiración en los grandes nombres del indie noventero. Vienen a la memoria en temas como “Un secreto”, la inédita con la que vienen abriendo los bolos, “sorry ojitos” o “estoy cachonda” los de Yo La Tengo, Lemonheads o el noise rock de sus admirados My Bloody Valentine, pero también otros tótems del panorama nacional, porque si citamos a El Columpio Asesino cuando tocan “LUCKY” muy pocos podrían rebatir dicha (odiosa) comparación. En su directo actual se resienten, sin embargo, de la reciente deserción de Aroa Elvira, hasta hace bien poco su batería titular, y en la sala Hangar de Córdoba tampoco se vieron beneficiadas por el sonido, sin querer culpar por ello a Luna, la habitualmente competente técnica, ni al grupo en sí, ya que posteriormente tuvimos noticias del bajo estado de forma de Maite Gallardo, Raquel Cerro (el núcleo de guitarras, cantantes y compositoras que fue la semilla de la banda) y otra nueva incorporación al bajo, la de Charlotte Augusteijn. Al parecer, algún problema de salud, nada serio pero sí condicionante, les impidieron el lucimiento que sí han tenido en varias ocasiones a lo largo de la actual gira. Con los referentes que tienen, es una pena que temas de claudicación sentimental, lejos de la promiscuidad bien entendida que reivindican, como “me perdOnas?” o “me lloro toda” no tuvieran el lustre que merecen. Gajes del oficio, aminorados por la efectividad de la rotunda “oh boi” o el hit “Vicente Amor”, donde instan a algún pringado a contar sus mierdas a otra parte o al artista frustrado de turno a utilizar otro tipo de armas para embaucar a chicas que entienden el sexo mucho mejor que él. Nada que objetar, por otra parte, e incluso hasta para versionar el infame “Pobre diabla” de Don Omar resultan encantadoras, lo mismo que cuando abordan “MERICHANE”, el tema con el que colaboran en el disco de remezclas de Zahara o culminan un “Steak tar tar” de sabor agridulce con las bases disparadas desde el pad. Todo a medio gas, pero irreprochable.

La curiosidad por descubrir en vivo a una banda avalada por un puñado de singles más que interesantes se vio mermada por las pobres circunstancias acústicas, puntuales queremos pensar, y un set list conciso –apenas una hora de concierto- que les da para que al final esa sensación agridulce quede de momento en un leve toque de atención sobre si a veces la culpa es nuestra por seguir teniendo expectativas demasiado altas. Que nadie se alarme, no es nada grave.

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