Tanned Tin – Centro Cultural Caja Cantabria (Santander)

Después de seis ediciones ya podemos hablar de unos rasgos muy característicos para definir un festival como el que se celebra en Santander la primera semana del mes de noviembre, el Tanned Tin. Algunos de estos rasgos son la fidelidad del público (quien lo prueba, repite), la atención de los espectadores en cada concierto, en cada detalle, o el exquisito cuidado a la hora de tratar todos los aspectos técnicos, hecho que hace, que la cita cántabra sea una de las más deseadas por todos los grupos y solistas. Este año, por supuesto, todos esos rasgos definitorios estuvieron presentes, al menos, en lo que a la jornada del sábado se refiere.

Lamentablemente, ciertos imponderables nos hicieron perdernos las dos primeras jornadas del festival, de las que, guiándonos por la rumorología popular, sobresalieron American Analog Set, y en las que no dejó de haber momentos para el recuerdo (Darren Hayman interpretando canciones de Hefner, armado tan solo con un ukelele).

El sábado día 6, con exquisita puntualidad, Scout Niblett abrió fuego con su personal rock marciano, o cómo intentar sonar como Nirvana con sólo una guitarra eléctrica y una voz que sale de las entrañas. El momento freak se produjo cuando comenzó a aporrear la batería (los dos últimos temas), en una extraña mistura final de batería, voz y acompañamiento del público.

El de Rivulets fue probablemente el concierto que dejó más frío al público. Su propuesta íntima, los tímidos acordes de su guitarra acústica, y sus intentos de modular la voz acercándose y alejándose del micrófono, ocuparon el minutaje de su actuación y dejaron un sabor de boca simplemente correcto.

A continuación, giro estilístico, sobre el escenario los valencianos Polar haciendo gala de un sonido impecable, llevando al terreno de su slowcore en continuo crescendo, clásicos de OMD, Velvet Underground y canciones de sus dos últimos lps. Un concierto soberbio con el que lograron las primeras ovaciones de la noche.

Tras Polar, y sin romper estilísticamente con los valencianos, se presentó en sociedad The New Year, la banda de los hermanos Kadane, de la que también forma parte el incombustible Chris Brokaw. Canciones enérgicas (hasta cuatro guitarras sonando al unísono) que unas veces se decantaban por la melodía y otras por la tensión, terminando en una espiral de intensidad que puso en pie a la mayor parte de los presentes.

Llegaba uno de los momentos más esperados del festival, la presencia de CocoRosie, la sorpresa de la temporada, unido al espectacular tema que habían interpretado esa misma tarde en Radio 3, en directo y a capella habían creado un caldo de cultivo propicio para recibir a las hermanas Casady. Acompañadas por un arsenal de artilugios sonoros -entre ellos un arpa preciosa-, CocoRosie comenzaron su recital con «Terrible angels» y el público cayó a sus pies. La originalidad de su propuesta, su espectacular manera de empastar las voces y el acompañamiento de un MC francés haciendo todo tipo de beats y sonidos percusivos con la boca -además de improvisar un espectacular rapeado para finalizar el show- entre otros muchísimos detalles, hicieron del suyo, un concierto vibrante y definitivamente magistral. Sin duda, la propuesta de CocoRosie es una de las más innovadoras y creativas de la temporada.

Para cerrar la jornada y el festival, una apuesta segura, los británicos Piano Magic son garantía de calidad, y dadas las excepcionales condiciones técnicas, se atrevieron a interpretar nada más y nada menos que 5 nuevas canciones, que irán incluidas en su próximo disco, en las que se aprecia un importantísimo aprovechamiento de las cualidades vocales de Glen Johnson. Así, las nuevas canciones suenan mucho más analógicas, igual de densas y oscuras pero con un gran componente lírico y melódico, lo que los acerca bastante a Joy Division o incluso a New Order. Ademas de estas nuevas composiciones, lo londinenses también interpretaron temas recientes como la aclamada «Saint Marie», con la que comenzaron, la épica emocional de «I’m the teacher’s son» y el tremendo crescendo final con «Luxemburg gardens». Como decíamos, apuesta segura.

Y con esto, se bajaba el telón, y muchos ya esperamos que la séptima edición del Tanned Tin nos depare al menos tantas alegrías como esta última; seguro que sí.

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