Azkena Rock Festival – Mendizabala (Vitoria)

Esta edición del Azkena Rock Festival no ha sido la que ha contado con uno de los mejores carteles de su historia pero, en cambio, va a ser más importante de lo que a simple vista pueda parecer.
Aún con la reducción de un día de festival, de algunas de las actividades paralelas en la ciudad, un escenario menos y un montaje más austero se ha conseguido una cifra de asistencia de más de 25.000 personas en los dos días, lo que demuestra que existe un público que lo apoya incondicionalmente.
ARF (Azkena Rock Festival) sigue vivo a pesar de varios problemas. La persistencia y agudeza de la crisis económica, la nefasta política cultural que ahoga a la cultura, las dificultades de contratación de primeras figuras (recordemos que este año el estado español se queda sin ver a algunas de estos artistas que sí giran por Europa) y la falta de nuevos grupos o solistas de peso en los últimos años dentro de los límites estilísticos del festival, hacen que no sea sencillo seguir montándolo por estar a medio camino entre pequeños y grandes eventos. Si bien, los primeros nombres anunciados del cartel resultaban atrayentes, (Black Crowes y The Smashing Pumpkins), luego costó darle brillo al «line-up» del sábado que finalmente quedó sin un cabeza de cartel de primera línea. No obstante, los valores de comodidad, buen ambiente, etc hacen que a muchos asiduos les compense la falta de nombres de oro en el cartel.
Así comenzó el festival en el escenario Kevin Ayers, (una tradición nombrar los escenarios con músicos fallecidos en el último año), con Sex Museum haciendo canciones anteriores a 1990. Back to the Fuzz es su propuesta actual y no baja ni un ápice la intensidad de versiones anteriores ni deja rastro de sus proyectos paralelos Corizonas o Los Coronas.
Dan la impresión de tener una paleta con todos los sonidos de la historia del rock y presentarlos con la misma prestancia y contundencia desde hace 40 años como lo demuestran con «Smoke on the party» cruce, a priori imposible, entre Beach Boys y Deep Purple. Incombustibles.
De allí al escenario con carpa George Jones, donde los tejanos The Sword atronaron invocando a Black Sabbath envueltos en un mejorable y monolítico sonido de guitarras dobladas y aromas heavy.
Con MClan hubo las primeras visitas al césped y aunque tienen tablas y oficio de sobra, no parecían encajar en el festival a pesar de que sus cimientos musicales se confunden con las señas de identidad del ARF.
Notable Carlos Tarque como frontman y prescindiendo de sus temas más comerciales, consiguieron su sitio en la jornada de apertura.
Alberta Cross habían levantado expectación debido a su último trabajo Songs for Patience con un folk-rock que tanto triunfa con otras bandas que ya han pasado por el festival. Identificados por la voz de su cantante con una agudeza celestial que se vio limitada por un deficiente sonido.
De allí a coger sitio para ver a, ¿la última gran banda de rock?, The Black Crowes. Recordando el excelso concierto de 2009, toda una delicia para los oídos, la expectación era tremenda y volvieron a demostrar que son un grandísimo grupo, sí de esos que ves varias veces, que todas te parecen extraordinarias dando conciertos distintos.
Si en el 2009 venía Luther Dickinson, ahora estaba Jackie Green, guitarrista más sobrio pero igual de efectivo, para dar un concierto más «festivo» que entonces con todos sus grandes éxitos y paradas en Otis Redding o en el «Hush» que encumbró Deep Purple, en una recta final sencillamente imbatible.
También hubo lugar para sendas jam y el lucimiento de Rich Robinson lejos del exhibicionismo y recordándonos su anterior visita. Unanimidad entre el público y la certeza de es uno de los grupos del festival.
Tras unos minutos de cambio de montaje escénico, ya que fueron el único grupo que hizo una puesta en escena algo más espectacular, aparecieron The Smashing Pumpkins que también eclosionaron y triunfaron en la década de los 90, como The Black Crowes.
Con una pirámide televisiva de cinco cuerpos en la que se iban sucediendo las proyecciones empezaron realmente bien y durante la primera media hora la cosa funcionó a pesar de un sonido algo embarullado.
«Cherub Rock», «Disarm» o «Tonight, Tonight», clásicos generacionales se sucedían reviviendo sus mejores momentos, pero luego una equivocada elección de temas y una evidente falta de conexión con el público hizo que el concierto se desinflara a partir de su recordatorio a Bowie con «Space Oddity».
De más a menos pero felizmente recuperados de algunos bochornosos conciertos que han dado.
Cerraron el sábado The Sheepdogs canadienses de gran pericia instrumental y estupendas voces, triunfaron por todo lo alto y el público se enfadó por dejarles hacer un bis. Seguro de volverán pronto.
El sábado comenzamos con uno de los mejores conciertos del festival J.J. Grey & Mofro, voz potentísima, órgano hammond, sección de viento, coros, bailes divertidos para un cóctel de rock, blues, soul y funk que nos encandiló.
Su primer concierto en el estado y todo un éxito de una banda que transmite energía y buen rollo desde el escenario.
Uncle Acid & The Deadbeats tomaron el relevo en un sesión en la que se mezclaron aires psicodélicos con aromas heavys y doom pero sin terminar de engancharnos.
Los Enemigos tienen repertorio y tablas para dar conciertos estupendos aunque no tengan el mejor sonido. «Setiembre», «Desde el Jergón», «Antonio» (al que conocieron en Vitoria por cierto), son canciones imperecederas y parece que no van a ser las últimas porque tienen intención de meterse en estudio próximamente.
Se les ve compactos, con ganas y no pierden su punto castizo dedicando su «John Wayne» a James Galdonfini al que se recordó en las pantallas del festival durante los dos días.
Gov´T Mule visitaban por tercera vez el festival y al verdad es que su propuesta ya resulta un tanto pesada y quizás más en un festival, en al que sobra demostración técnica y falta emotividad y alma.
Ni su bis con un tempo reggae incrustando a The Beatles de «Love Me Do» ayudó a remontar.
The Gaslight Anthem figuraban como cabezas de cartel y la verdad y que se les quedó grande tal categoría. No tienen un repertorio ni mucho menos excelso ni un sonido que pueda paliar esas carencias y su estilo musical o tienes grandes canciones o que te quedas en un grupo plano sin posibilidad de arrebatar.
Prueba de ello que los dos mejores momentos de su concierto fueron las versiones e Ramones y The Who que interpretaron, en fin «crisis time».
Muy distinta la propuesta de Walking Papers anclados en un hard blues en formato trío con un frontman de primera línea, Jeff Angel, que bailó, cantó estupendamente hizo malabarismos con el micro y tocó la guitarra, apoyado en las contundentes baquetas de Barret Martin (Ex Screaming Trees), -qué espectáculo verle tocar- y un teclista que aportaba un sonido casi industrial, a algún tema. Estupendos y a seguirles la pista.
Cerramos el festival con la gran decepción de Rocket From The Crypt, cuando las expectativas eran muy altas por sus giras anteriores y haber comprobado in situ el poderío de otras bandas de su familia como The Hot Snakes o Nigth Marchers.
Desgraciadamente, el amigo Speedo estaba más por la labor de hablar, bien con el cámara de televisión o con las primeras filas, que de tocar y fue una pena, porque cuando enganchaban dos canciones seguidas y a pesar del deficiente sonido, se veía la gran banda que son pero que, esa noche su cantante no nos quiso mostrar.
 

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