The Gories + Thee Clogs (Moby Dick) Madrid 24/09/17
Mick Collins (guitarra y voces), Danny Kroha (guitarra y voces) y Peggy O´Neil, también conocidos como The Gories, finalizaban su gira española el pasado domingo en la madrileña sala Moby Dick en una visita propiciada por Holy Cuervo en colaboración con Jägermusic. Habían estado recorriendo la geografía peninsular en otras siete fechas y por los comentarios que nos iban llegando, parecía que los tres de la “Ciudad del Motor” estaban en un envidiable estado de forma.
Abrían una banda madrileña de la que un servidor poco o nada sabia, lo reconozco. Era el propio Gorka de Motel 3 (otra banda de la que estar pendiente) el que me prevenía a pie de escenario de la calidad de Thee Clogs y me contaba un poco acerca de los teloneros.
Siempre es un placer descubrir nuevos combos de Rock & Roll con el factor sorpresa como condimento extra (en mi caso). El trío salía a escena esgrimiendo una formación clásica de: guitarra, bajo y batería y un setlist de catorce temas que a cualquiera le hubiera hecho sospechar un concierto (quizás) demasiado largo para unos teloneros. Pero no, Thee Clogs irían al meollo de la cuestión en su set, sin tiempos medios y sin apenas paradas entre los cortes de dicho setlist. Indudable pedigrí “garajero” con mucha clase, como inevitable acordarse de Larry & The Blue Notes y su “Night of the Phantom” al escuchar en directo su tema “Buyer Beware” u otros ecos venidos del pasado. Eso sí, Thee Clogs dan el suficiente empaque a sus temas como para no ser el típico grupo de “revival garajero”. A posteriori he visto que el grupo está liderado por Alex Halatis, un californiano que ha visto en Madrid el lugar idóneo para localizar su radio de acción y conquistar la capital con su Rock & Roll primitivo. Habrá que estar atentos.
Con las entradas agotadas y con un público predispuesto a sudar, incluso en las canciones más ralentizadas de The Gories, los tres de Detroit salían al reconocible escenario de madera de Moby Dick aparentemente tranquilos y serenos. ¿Qué se puede esperar de un bolo suyo? Pues tal y como me comentaba el propio Danny Kroha en la entrevista realizada hace unos días: “ninguna sorpresa, solo las canciones de The Gories como las tocamos siempre”.
Y así fue, la brutal honestidad, unida a lo básico de sus planteamientos, contrasta con la sobrada destreza a la hora de manejar sus instrumentos. Amigos, parece fácil pero no, la monolítica base rítmica sobre la que se sustentó el set estuvo encarnada por una impávida Peggy que, además de no fallar ni una, no esbozó ni un solo gesto ni aun cuando un “becerro” la espetó unas 14 veces: “Peggy, we love you!”; tranquilo chaval, te oyó a la primera.
La primera en sonar sería ese Rhythm and Blues cochambroso llamado “Goin´To The River”, para continuar con “Telepathic”, el single responsable de que Tim Warren (Crypt Records) pusiera sus oídos sobre ellos. Continuarían con otra batería de temas compuestos por: “I Think I´ve Had It”, “Sister Ann” y “Feral”.
Para ese entonces las primeras filas de la sala ya conformaban un todo de pogo constante los unos, y otros tratando de aguantar el equilibrio ante las embestidas de la juventud desaforada.
Ni siquiera en temas los temas menos “energéticos” como “Sovereignty Flight” o la versión de The Keggs; “To Find Out”, lograrían arrojar un poco de sosiego sobre el respetable (nunca esta acepción podría dar lugar a tantas confusiones). Ya a lo último del concierto, “Hidden Charms” posibilitó que las gargantas y las guitarras de Mick Collins y Danny Kroha sufrieran casi tanto como las rodillas de los asistentes, en perfecta comunión con eso llamado Rock&Roll.
Un pequeño bis entre las que se encontraría la inevitable “Nitroglycerine” fue lo último que pudimos ver de una banda que, no nos engañemos, nunca volverá con nuevos temas y quizás sea mejor así. Llamadme loco, pero me pareció ver que The Gories intentaron salir en un segundo bis y el personal de la sala (de manera justificada, seguro) se lo impidió.
Mugre sónica y la vuelta a lo básico condensados en cincuenta minutos escasos de concierto. ¿Para qué más?