The Music Of Big Star (Sala Moon) València 19/11/23

Alguien malintencionado podría decir que esto era poco más que una banda tributo de lujo. Alguien malintencionado y, si se me permite, algo imbécil también. Porque lo que The Music Of Big Star pretendía, desde la legitimidad que otorga contar entre sus filas con el único miembro original de la banda de Memphis que queda vivo (y en plena forma, además), es la celebración de la música, las canciones y la importancia de una formación que hizo de la mala suerte su bandera y jamás recibió el crédito merecido por una aportación descomunal al devenir de la música pop rock, que va mucho más allá del sambenito de “precursores del power pop”. Por tanto, de tributo nada. Acto de justicia.

En esos términos, la gira que han emprendido por España -y culminó anoche en Valencia- el quinteto formado por el mencionado miembro original de Big Star Jody Stephens, el Posie Jon Auer, Pat Sansone (Wilco, The Autumn Defense), Chris Stamey (The Db’s) y, last but not least, nada menos que Mike Mills, de REM, ha sido una emocionante carta de amor a las inmensas canciones que Alex Chiton, Chris Bell, Andy Hummel y el propio Jody Stephens ensamblaron juntos a lo largo de tres discos y algún que otro apéndice, como el trabajo en solitario de Chris Bell, You Are The Cosmos, muy presente en la selección que nos disponíamos a disfrutar en la Sala Moon de Valencia, por cierto.

Y todo este tinglado es también, hay que decirlo, una declaración de amor incondicional a toda esa gente que ha vivido toda su vida dentro de estas canciones y ha hecho que perduren. Big Star fue una banda prácticamente desconocida hasta que su música comenzó a reivindicarse en los años noventa del siglo pasado por bandas como Teenage Fanclub, Velvet Crush o The Posies. A partir de ahí su legado ha ido creciendo exponencialmente. Sus dos primeros discos son ejemplares a la hora de aunar guitarras con melodías, Beatles y Stones. Y el tercero, ya un disco prácticamente de Alex Chilton en solitario, es un amalgama vanguardista de sonidos enraizados en la tradición norteamericana que ha supuesto una influencia enorme en la evolución del rock. Podríamos decir, salvando las distancias, que lo de ellos es un poco como lo de The Velvet Underground, pero con más azúcar.

De todo esto eran conscientes todos los protagonistas de esta noche. Tanto los músicos como el público. Todos igualmente implicados, por tanto, en hacer de esto algo realmente especial. Porque los tributos siempre tienen algo de sacar provecho de la nostalgia. Pero esto es totalmente diferente. Pura vigencia. Unas canciones que estaban ahí, sin que nadie les sacara el brillo que merecían, ni siquiera en las diferentes reencarnaciones de la banda con Chilton, en una de las cuales estuve presente (Primavera Sound, 2006) y que ahora cobran vida a manos de un conjunto de músicos y amigos, cuyo amor por lo que hacen se transmite en cada compás, en cada pequeña armonía.

La salida de Pat Sansone y Jon Auer para reinterpretar juntos la sublime delicadeza acústica de “I’m in love with a girl”, canción escrita por Alex Chilton e incluida en el segundo disco de Big Star, Radio City, abrió una noche para la que cualquier calificativo entusiasta queda corto. A Sansone y Auer se les unieron sus compañeros, con enormes ovaciones tanto para Mills (la rockstar del evento) y, por supuesto, para Jody. Todos juntos emprendieron la secuencia casi entera y fiel al sonido del disco cuyo cincuenta aniversario es uno de los motivos de celebración que han motivado esta gira.

Los acordes sincopados y misteriosos de “Feel” dieron entrada a la furia desatada, a un perfecto medio camino entre los Stones y los Beatles más roqueros, que abría #1 Record y que motiva en gran medida ese eterno calificativo de “power pop” que se les ha otorgado a Big Star. La esperadísima “The ballad of El Goodo” era la siguiente en la lista y la que provocó las primeras oleadas de coros al unísono por parte de un público cuyas caras de felicidad, de éxtasis, son imposibles de describir.

Esa perfección melódica, esa complejidad de estructuras que eran capaces de urdir aquellos cuatro chavales de Memphis en 1973 cobraba vida ahora a manos de unos señores experimentados, pero que en este escenario se transformaban en niños con un juguete nuevo. Todos cantaban voces solistas cuando tocaba. Jody cantaba, claro, las que cantó originalmente, pese a ser el batería, cuando sus compañeros de banda no querían hacerlo. Y Mills, Sansone, Auer e incluso Stamey (que hacía un poco de hombre para todo) las que mejor se adaptaban a unas cualidades vocales que cuando sonaban al unísiono es cuando alcanzaban el cielo. ¡Qué armonías! Madre mía.

Muy celebradas las rockeras “In the street”, “When my baby is beside me” (infalible esta) o “My life is right” y muy bien cocinadas las complejas armonías que requieren genialidades como “The India song” o “Way out west”, en las que la banda hizo gala de una delicadeza digna de orfebre. Decididamente, esto que estábamos viendo es un lujo irrepetible. Algo realmente impresionante. Un privilegio.

Tras la interpretación de #1 Record casi en su integridad (faltó “Thirteen”) la banda se tomó un descanso algo más largo de lo deseable para tomar de nuevo el escenario y brindar al respetable una selección del resto del catálogo de Big Star, es decir, el que forman los discos Radio City (1974) y Third/Sister Lovers (1978), con la adenda importantísima y justiciera del You Are The Cosmos, único disco en solitario del talentoso pero errático Chris Bell, que permaneció inédito muchos años y ahora es considerado un clásico de culto.

Sonaron, por tanto, la funky “O My soul”, la rockera “Back of a car”, “Try again”, “What’s Goin Ahn”, “Nightime” o ese pseudo himno navideño que es “Jesus Christ”, con un Mike Mills armado de cascabeles que se destapó como un gran vocalista, dejando las labores del bajo en manos de otros para interpretar con entusiasmo contagioso varias de las canciones más coreables del set, que se encaminó a su cenit a través de la maravillosa “You get what you deserve”, la necesaria y celebradísima “You are the cosmos”, de Bell, y la muy adecuada a la ocasión “Thank You Friends”.

Esta última dio paso a unos bises que se iniciaron con una de las canciones más esperadas de la noche: esa sencilla y totalmente desarmante canción de amor que se titula “Thirteen” y que probablemente sería la que la mayoría escogería si hubiera que llevar sólo una canción de Big Star a un imaginario museo de canciones inmensas. Tras ello, Sansone se encargó de llevar las riendas de “You and Your Sister”, otra canción del disco en solitario de Chris Bell que es casi gemela de la anterior (“la segunda mejor canción de la historia”, dijo Pat) y que sonó absolutamente sublime en voz del de Chicago. Completaron el desiderátum con, obvio, el más claro hito pop que construyó la banda, un “September gurls” que en voz de Mills se convirtió en una fiesta. Y aún hubo espacio para la propina. De nuevo con una recuperación de Bell. “There was a light” puso rúbrica final a una de las veladas más bonitas y especiales que los ojos de quien escribe han tenido la suerte de contemplar. Nada de tributo, nada de nostalgia, puro amor por las canciones inmensas.

Fotos The Music Of Big Star: Susana Godoy

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