Dj/Rupture

Me gané la vida durante un tiempo haciendo críticas literarias en el Washington Post

Quintaesencia del DJ como creador de paisajes mentales, Jace Clayton aka DJ/Rupture es un pequeño milagro dentro de la música de este país. Vive en Barcelona y piensa en un moderno Al-Andalus como crisol de todas las músicas que le gustan. Especializado en colisionar sonidos andalusí-magrebíes con técnicas electrónicas que van del dub jamaicano al drum’n bass radical, pasando por el raggamuffin, el hip hop de ultratumba y los clásicos comerciales del rythm and soul de toda la vida, este bostoniano piensa quedarse entre nosotros durante mucho tiempo. Conversamos con él, cerca de su estudio de grabación, situado en el Paseo de Gracia. Y comprobamos que es capaz de llevar varios sellos (Soot, Negrophonic, Broklyn Beats, No Sordo), de organizar eventos por su cuenta, con más éxito, de momento, en el resto de Europa que en España, y seguir mezclando sin parar en radios universitarias, en clubes y en su casa. Hemos de entender que estamos ante una especie rara, y en extinción: la del DJ como artista-educador social y no como manipulador de masas. Dispuesto a cambiar el orden del juego, Clayton está abriendo espacios de libertad desde sus fiestas Errorclub en Barcelona. El magnífico y divertidísimo mixtape Minesweeper Suite lo puso en el mapa. Y su proyecto Nettle, en colaboración con diversos músicos, está destinado a ser algo importante. Acaba de remezclar a Las Niñas y, hace años, tocó en un grupo con Norah Jones, cuyo disco ha sido premiado por los Grammy como el mejor del año 2003.

¿Cómo empezaste?

Empecé a pinchar en Boston hacia 1996, en la universidad. La idea era mezclar ruido y caos. Me interesaba que la gente bailara, pero quería romper con el estereotipo acomodado y autocomplaciente. Por eso me puse este nombre.

En aquél periodo primaba el llamado sonido ill-Bient…

Sí. Vi una actuación de DJ/Spooky en Boston y, aunque yo estaba más metido en el drum’n bass, el descubrimento del ill-Bient me abrió la mente. Era fascinante ver a todos aquellos tipos raros mezclando de aquella manera. Spooky es el más conocido pero habían otros que me sorprendían más todavía, gente como DJ Wally, Badawi, We. Fue una buena época para mí.

Vienes de ambientes universitarios e intelectuales; ¿qué visión tienes del mundo que gira alrededor de los DJ-estrellas?

Es odioso; está por todas partes, es penosamente universal. Cuando empecé en esto, ya iba con la idea de confrontarme a los estereotipos y con el tiempo me he reafirmado.

Pero tener un público fiel es más difícil, manteniendo un discurso musical tan crítico como el que tú mantienes, ¿no?

Yo empecé pinchando en una radio, y a raíz de ello a montar fiestas con mis amigos y aglutinando a la comunidad de gente “rarita” de Boston. Vimos que crecía el interés pero que no había espacios para albergar nuestra propuesta. Este era el problema básico: que no se nos cedían espacios para la música experimental.

Hablas de la radio: históricamente los grandes DJ’s de Norteamérica han empezado su andadura en la radio, ¿cómo es eso?

Cada universidad tiene una radio. En mi primera universidad, Harvard, empecé a pinchar pero me dijeron que no era posible seguir por esa vía, por lo que cambié de universidad y me fui al Massachussets Institute of Technology y allí sí que me dejaron. Es un buen principio, intercambias opiniones y conocimientos musicales con gente afín. Yo era fan de los programas en los que se pinchaba techno de Detroit, la mayoría de los cuales estaban hechos por Dj’s universitarios.

¿Qué carrera estudiaste?

Literatura Americana. Me gané la vida durante un tiempo haciendo críticas literarias en el Washington Post. Escribo mejor que pincho (risas).

¿Ves conexiones entre la literatura y tu música?

No necesariamente; bueno siempre intento seguir una especie de guión con desenlace y final. Pero generalmente no.

¿Algún autor que tenga que ver con tu música; Jack Kerouac y demás?

No, para nada. Nunca he leído nada de Kerouac, no me interesa aquella época. A mí me gusta el siglo XIX, Herman Melville, las grandes narraciones, la preocupación por saber qué es América, sus orígenes, cómo se comporta psicológicamente, a través de historias como Moby Dick.

¿Alguna referencia en cuanto a DJ’s?

Si, Mutamassik. Una amiga mía, cuyo estilo impresiona. Está en nuestro sello Soot. Fue la primera persona que vi mezclar bien, con originalidad y experimentando. Hay una escena de DJ’s que experimentan con el tocadiscos; japoneses, Otomo Yoshihide por ejemplo.

¿O sea que ni Afrika Bambattaa, ni otros clásicos son referencia para ti?

Afrika Bambattaa sí; no le he visto nunca ni a él, ni a Kool Herc. Pero su idea es parecida a la mía. Mezclar cosas que aparentemente no tienen nada que ver; James Brown con Kraftwerk y los Beatles. Lo que pasa es que cuando ellos empezaron, ni el hip hop ni otros estilos existían todavía. Y esa es la diferencia entre las nuevas ideas que afloraron entonces, y las que afloran ahora.

En todo caso era otro tipo de hip hop, era una sorpresa constante…

Sí, ahora el hip hop basado en el jazz de siempre, en los patrones funk de siempre, es aburrido, mainstream. No me gusta el jazz, lo odio. Ni siquiera me gusta el hip hop. Sólo disfruto con el hip hop que viene después del año 1998. Ni siquiera me gusta el electro o el rap de los inicios. Creo, de todas formas, que gente como DJ Cash Money, El-P o Company Flow sí que valen la pena, pues hacen una música que no se asienta sobre el jazz, que busca la suciedad, la parte sucia del hip hop. Esa es la parte que me gusta.

Hay muchos estilos de hip hop. Pero la fórmula del funky drummer ya está muy vista, sin duda

Si (risas sarcásticas).

En tus sesiones mezclas bastantes cortes de raggamuffin francés; ¿qué ves en esta música?

En general, me atrae la idea de ver cómo la gente de un lugar hace suyas las músicas de otros lugares, de otras tradiciones. En el caso del ragga francés es apasionante ver cómo hacen suya una música que viene de Jamaica y de Nueva York. Hacen una cosa completamente nueva. Me impresiona su fiereza.

¿Entiendes lo que dicen los MC’s franceses?

No entiendo el francés, pero lingüísticamente suena interesante, suena muy musical.

Muchos MC’s del hip hop francés utilizan conjugaciones de verbos que nadie utiliza desde hace décadas. Grupos como NTM sobretodo. Recuperan la lengua, contrariamente a lo que mucha gente piensa.

¿A sí? ¡Qué interesante!

¿Cuándo mezclas tienes un plan sobre lo que quieres mezclar?

¡No! Me gusta improvisar. Cuando mezclo intento intuir lo que la gente quiere, como todo DJ que se precie. Depende del tipo de público que tenga delante, iré más dinámico o menos. Quiero que bailen sí, pero bajo formas de pensamiento diferentes, extrañas, ¡pero que lo pasen bien ante todo!

¿Qué tipo de públicos hay en España?

Bueno, aquí la mayor parte de la gente dice: “vayamos a bailar esta noche”, sin pensar antes sobre el tipo de música o el DJ específico. Generalmente, la respuesta ha sido buena por aquí, pero he pinchado poco. El Nitsa de Barcelona es un buen club, se nota que intenta ser abierto de mente. En Madrid hay más rechazo hacia todo lo que sea DJ. Mucha gente todavía asocia toda la electrónica al bakalao y a los malos ambientes. Cuando vivía en Madrid sólo logré pinchar una vez, como telonero de Godspeed You! Black Emperor –amigos míos- y la respuesta fue de incomprensión total. En Barcelona hay un público más curioso, aunque también tuvimos problemas al principio de organizar el Errorclub, pues al propietario del espacio, especializado en flamenco, le disgustaba lo que hacíamos. La sesión del Primavera Sound fue fantástica. Desconozco la actitud del resto de España, pues nadie se ha interesado por mí fuera de Barcelona. Quizás cambie pronto.

Tienes más éxito fuera de España, ¿no crees?

Eso parece (risas). He hecho extensas giras por Eslovenia, Francia, Alemania, Japón y Australia junto con otra gente de mi sello, Kid 606, por ejemplo. Hice una gira por el interior de EEUU hace poco y allí encontré un bloqueo mental increíble. Un verdadero miedo que impide a la gente hacer cosas diferentes. Fue horrible. No pienso volver a los EEUU durante mucho tiempo. Las mentalidades han ido a peor allí, desde hace un par de años.

Estás todo el día metido con música supongo

Si, pincho mucho en casa. Sólo utilizo vinilos, pues no acaba de gustarme el CD, aunque tenga posibilidades creativas. A través de la mezcla, busco emociones que sean desconocidas para mí.

¿Consideras que haces música negra?

(Risas) Yo estoy en contra de la caricatura asociada a los músicos negro; todo eso de Satchmo y del jazz. Pero considero que hago música negra, pues además de ser negro escucho a músicos afro-americanos actuales, como Alliyah o Timbaland. Negro y experimental.

Crees que los músicos del techno de Detroit inauguraron una nueva visión de la música negra?

Sin duda, para mí son una referencia en cuanto a querer explicar una historia musical con contenidos potentes. Pero nadie en los EE.UU les ha comprendido. Nadie vincula la electrónica de Detroit con la música negra. Esas instrumentales, ése espíritu tan vinculado a Derrick May, iniciaron algo nuevo. Me identifico plenamente con ellos, además su estilo de mezcla es impresionante. Es como una ola que va viajando por el mar continuamente. Suave e imparable.

¿Haces música también, verdad?

Sí. Tengo mi proyecto Nettle. Trabajo con músicos magrebíes y españoles. También hago mis temas electrónicos con raperos, pero ahora estoy metido en colaboraciones con Addis Arawi, una bajista que hace música kanawa. Seguramente, acabaremos montando un grupo sólido con Nettle. Nos gustaría llegar a hacer giras mezclando en directo dub, raï, reagge, electrónica, kanawa y flamenco. Me encanta el flamenco, porque es una música híbrida, española y africana a la vez. Adoro a El Lebrijano. En el grupo, yo me dedico al apartado electrónico y toco un poco el piano también. Un pequeño equipo, un PC, es suficiente si se tienen ideas. Tenemos ya un álbum llamado Build A Fort, Set That On Fire.

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