Benjamin Biolay – Trash Yé-yé (EMI)

Benjamin Biolay cuenta que el fracaso comercial de su anterior trabajo, À l’origine (05), nostálgico y sombrío episodio en su carrera, le provocó una depresión. Quién sabe si fruto de esto Trash yéyé suena tan luminoso y ensoñador. Hasta cincuenta y siete temas fueron registrados en sesiones a lo largo de dos años a caballo entre París y Woodstock (N.Y.).

La melancolía constructiva es el sustrato del que se alimentan unas canciones arropadas por programaciones exquisitas en armonía con cuerdas y pianos. El francés nunca olvida que lo que prima es el sentido orgánico y vívido de la obra sin ahogarla; Biolay parece preocupado por desmarcarse de esa asociación explícita que se le ha hecho con la chanson francesa desde los tiempos de Rose Kennedy (02). Las poderosas y obsesivas “Regarder la lumière” y “Qu’est ce que ça Peut faire” lo atestiguan brillantemente, argumentadas con un brío y rotundidad que eliminan cualquier atisbo de tópicos basados en acordeones o en Serge Gainsbourg.

El cuidadísimo trabajo de voces y coros latente en toda la travesía, aflora esplendido en “Cactus concerto” a la que siguen las chisposos arreglos de “Rendez-vous qui sait” y uno de los pocos instantes para la introversión -auspiciada por el susurro y el latido del bajo- en “Laisse aboyer les chiens”.

Trash yéyé sólo se desluce al final del viaje con la coda redundante y cansina de “De beaux souvenirs” y un desnudo tema oculto que evidencia que, a la contra de Dominique A, cuando más lastre conserve Biolay, mejor suena. De todas formas, para el próximo envite esperemos que suelte el refresco que disfruta en portada y tire más de absenta.

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