Bill Callahan – Gold Record (Drag City/Popstock!)

 “When you are dating you only see each other/ and the rest of us can go to hell/but when you are married /you are married to the whole wide world/ the rich the poor the sick and the well”

Con un guiño a Johnny Cash abre Bill Callahan el primer tema – “Pigeons”- de un álbum apasionante en el que retoma su mordaz mirada costumbrista, dejando apartada su narrativa más misantrópica bajo su proyecto de Smog. Se pone en la piel de un espeleólogo de mirada mordaz y satírica, que observa a su alrededor, y su mirada se confunde con la mirada de su semejante, pero también de pequeños detalles de la naturaleza. Callahan cuando decidió firmar sus discos bajo su nombre abandonó su introspección (en parte), a veces un tanto críptica, para mostrarse en cuerpo y alma abandonado al ritmo convulso de los sentimientos más terriblemente humanos. En la mayoría de las canciones de su último trabajo titulado Gold Record (Drag City, 2020) utiliza la primera persona. Con ese “I do” expresa una necesidad de integración con todo lo que le rodea. Su mente está abierta, y se expande en la inmensidad de la naturaleza, y en sus diferentes variantes.

Los versos reproducidos más arriba dan prueba de ello. A Bill no le gustan las bodas, eso parece, pero las retrata, y cae en ellas, con un rictus de complicidad y descreimiento. Ahora parece que ha encontrado la felicidad con su esposa, la directora Hanly Banks, y se nota en su forma de escribir, de llenar folios   en blanco con el latido tembloroso de lo humano. Este inicio del álbum es como su peculiar “So Long, Marianne”, y por eso acaba firmando la canción con un “Sincerely l. cohen”.

Esa narrativa impresionista llena de detalles minúsculos que trazan una orografía tan personal como intransferible podemos seguir su cerco en temas que nos traen ecos de la literatura de Raymond Carver como en “The Mackenzies” en la cual el coche del protagonista se avería, y es ayudado por una familia del vecindario que acaba de perder a su hijo. Al final, el atribulado personaje de la canción acaba transfigurándose en el fantasma del hijo desaparecido. Duerme en la cama del fantasma: “When I opened them again night had come/ and brought two figures to the door/ and they said son/ it’s ok/ it’s ok/ son, son/ we’re ok”. ¿Realidad o sueño?

Bill rasga la guitarra tímidamente y se ríe, ya de vuelta de todo, de las hordas de jóvenes que cantan supuestas canciones de protesta en “Protest Songs”, mientras en “Breakfast” redondea una acerada escena familiar a ritmo de lo que podría ser una canción soñada por Van Morrison. Y lo homenajes no terminan: “Ry Cooder” (“Ry Cooder/ he’s a real straight shooter”) está narrada con su peculiar forma de arrastrar las sílabas, y sirve para edificar, al fin, su particular panteón de glorias.

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