Dr. Feelgood (Ambigú Axerquía) Córdoba 23/04/23

Son pocas las ocasiones que se presentan, y más en unos tiempos en los que pagar por ver y escuchar a bandas míticas de cualquier escena no ya en festivales, sino en bolos en los que únicamente figura su nombre como reclamo, se ha convertido en algo prácticamente inasumible y a veces bordeando la desvergüenza. Tener la opción además de encontrarte con una de ellas un domingo de primavera, cuando la alarmante temperatura da una breve tregua y la agenda se despeja de citas innecesarias, es poco menos que un regalo caído del cielo; en este caso, traído a territorio califal de la mano de la sala Ambigú Axerquía, en un esfuerzo titánico por hacerle un hueco en una apretada gira española a los históricos Dr. Feelgood. Porque sí, señoras y señores, aún siguen en activo y grabando discos a los que muy pocos prestan atención, amparados bajo el paraguas de la indiferencia ante el discutible argumento de que ya son poco menos que una banda tributo a las canciones que el bueno de Wilko Johnson y su amigo y luego rival Lee Brilleaux escribieron con letras indelebles en el devenir atemporal del rock británico primero, europeo después y universal siempre.

El grupo actual, para aquellos y aquellas que necesiten las aclaraciones correspondientes, no es sino la banda que acompañó al segundo durante la década de los ochenta, en la época de reflote de una nave que ya acumulaba demasiadas y venidas y, lejos de amenazar con un hundimiento triste e injusto, supo mantenerse en activo gracias a un mercenariado que se ha prolongado hasta más de cuarenta años después, con Kevin Morris y Phil Mitchell afianzando la potentísima sección rítmica a la batería y el bajo respectivamente, y el retorno de Gordon Russell a la guitarra, un instrumentista sencillamente brutal que en la presente encarnación amplía y mejora los matices de las cuerdas del ilustre señor Johnson, que en gloria esté. Hemos de recordar que inicialmente la banda donde Sparko y The Big Figure levantaron un muro de sonido casi imbatible, sin asomo de virtuosismo pero con las reservas energéticas inagotables, se caracterizaba por facturar expeditivas ráfagas de rock a piel descubierta, con sabor a whisky barato y desencanto vital vestido de rabia escénica, y es de justicia reconocer que fueron maestros en la materia. Algo mucho más difícil de lo que parece, por otra parte.

Ahora se reafirman en la indiscutible experiencia y los acordes rotundos de piedras de toque aún más indiscutibles: “Milk and alcohol”, “Back in the night”, “All through the city”, “She does it right”, “Going back home” (título premonitorio que le sirvió al gran Wilko como rentrée en un inmenso disco conjunto con Roger Daltrey) y la obligada “Roxette” y su riff eterno e inconfundible. A todo ello contribuye con su presencia ubicua y ademanes de auténtica rock star un tremendísimo Robert Kane, cuya voz y armónica representan hoy por hoy el alma de la banda. Un cantante espectacular, ex frontman de la última reagrupación de los Animals con un físico bragado en mil y una batallas. De él parten las invitaciones al éxtasis colectivo y la promoción del último disco, grabado ayer como quien dice y manteniendo el tipo con una dignidad encomiable. A él sólo dedican, por aquello de que la nostalgia prima, una mínima parte del show, con una fabulosa “Damn right I do” y Kane desgañitándose, la clasicota “Keep it under cover” y otro pequeño himno contemporáneo llamado “Mary Ann”, pura esencia y estilo. Una colección de temas nada desdeñable que se completa con las convincentes versiones de “Drives me wild”, “No mo do yakamo”, “I can tell”, “You don’t love me” –todas ellas ya tocadas por esta formación cuando fueron grabadas- y algún que otro perteneciente a la que puede ser su época más olvidable, como “If my baby quits me”, servidas en el mismo plato que “See you later alligator” o “Route 66”, relegada ésta a los bises para recordarnos que estos señores vienen de donde vienen y no necesitan saber a dónde van, porque tampoco lo necesitan.

Estos Dr. Feelgood que no son los que muchos quieren ver pero sí los que otros muchos ven se abandonan al “Shotgun blues” tirando de oficio y retrotrayéndose a los inicios de una banda bendecida por los dioses del pub rock que les brindaron sus milagros. Una versatilidad que en “Down at the doctors” y “Gimme one more shot” les hace combinar pasado y presente sin el menor síntoma de caducidad. Tampoco con previo aviso. A bocajarro y poniendo a una sala entera a sus pies, en un gesto mayestático de compromiso y relevancia sin igual. Era y es posible mantenerse en pie con más convicción que empeño contra el viento de los cambios constantes y la marea de las amenazas de la industria. Era y es posible hacerlo conservando la identidad y el prestigio. Así será. Y así sea, doctores.

 

 

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