DestacadaEntrevistas

Entrevista a Santiago Motorizado de El Mató a un Policía Motorizado

El camino de El Mató a un Policía Motorizado siempre ha estado marcado por la independencia total. Tras dos décadas sobre los escenarios y nueve trabajos de estudio han conseguido convertirse en uno de los mayores exponentes del Rock Nacional.

En el 2021, Santiago Motorizado publicó su último álbum, Canciones Sobre una Casa, Cuatro Amigos y un Perro. Un disco compuesto por los temas que conforman la nueva BSO de una de las series más importantes de la historia de Argentina, Okupas. La segunda incursión de este artista en el séptimo arte. Horas antes de su concierto en la Sala Sol de Madrid, en medio de la prueba de sonido, charlamos con él sobre sus orígenes, la importancia de la música, su camino o la belleza que podemos encontrar en cualquier género musical.

«Hacer este tipo de canciones me ha liberado»

Es todo un placer hablar contigo Santiago, ¿cómo te encuentras?, ¿qué tal ayer en Barcelona?

Muy contento, nos lo pasamos muy bien. Un concierto en el que vino mucha gente y estaba todo el mundo muy encendido, muy arriba. Esperando dar lo mejor esta noche en Madrid.

La vuelta a la carretera, a los conciertos y a las giras. ¿Cómo estás viviendo estos últimos espectáculos?

Intensos, vengo de tocar en Argentina y voy a estar poco tiempo en España. Llegamos recién en auto de Barcelona y ya el sábado tocamos en Valencia temprano, esa misma noche de nuevo para Argentina. Me gusta este ritmo de vida alocado, a veces estoy cansado y agotado físicamente, aun así, me gustaría poder hacer esto todo el tiempo.

 

¿Echabas de menos esta vida?

Obviamente, estoy haciendo lo que amo, lo que siempre soñé. He de decir que me volví un poco adicto a este modo de vida que a veces no sé cómo manejar. No sé si es placer o adicción. Aun así, me genera una sensación de goce enorme.

Siempre estoy muy contento acá, estuvimos con la banda en verano y también de gira presentando estas mismas canciones en noviembre y diciembre del año pasado. Me tratan muy bien y me encanta viajar. También es verdad que debido a esto de la pandemia estuvimos casi dos años sin tocar. Al menos, nos sacamos la lana este año, hemos tocado mucho. Siempre que tengo tiempo y puedo me gusta girar en este plan solista.

En estos últimos meses has estado bastante por España, al final te van a dar la nacionalidad. ¿Qué diferencias encuentras con el público argentino?

La verdad es que no encuentro muchas diferencias. Puede ser que cuando toco en Latinoamérica con El Mató los shows sí que suelen ser más intensos, muy celebrados, con mucho baile, algo más físico. Aquí lo veo como más intelectual, por poner motes así generales.

Aun así, cuando recorremos España también se vive ese sentimiento afectivo. Siempre nos dicen: Che, no es muy común acá que la gente haga pogos o se suban arriba de las cabezas. Cuando veo que todo esto ocurre durante los conciertos de El Mató en España me genera doble satisfacción. Siento que las canciones, más allá de donde toquemos, generan ese sentimiento en la gente, esa mezcla entre lo físico y lo emocional.

En Argentina, la música es como el fútbol, se lleva a un terreno más pasional. Uno de mis grandes sueños siempre ha sido poder ir a un concierto de Patricio Rey y poder corear con un millar de almas “Jijiji”. 

Total. Se vive así, más pasional parecido al fútbol, con un fuerte sentimiento de pertenencia a ese momento, tanto con los que están allí contigo como con los músicos. Justo eso se marcaba mucho cuando tocaban Los Redonditos y que continuó con el Indio Solari. Hay mucha cultura del rock en Argentina, pero ese sentimiento se sigue manteniendo con la misma pasión e intensidad en otros géneros como la música urbana. Es una cosa muy de la región.

¿Qué concierto te marcó a ti cuando eras un adolescente?

Cuando era chico me marcó mucho un concierto de los Ramones, para nosotros este grupo es una banda argentina más. El concierto fue en Obras, un estadio mítico de Basket. Yo tenía unos 14 años y lo veía como si fueran unas fotos. Era un movimiento continuo, una catarata de hits en un set de una hora. A mí me partió la cabeza, era algo impresionante.

Uno de los elementos que más ha marcado a vuestro conjunto ha sido su independencia musical. Un camino difícil, pero que cada vez tiene más importancia en los nuevos grupos, siendo una alternativa real para un montón de artistas. 

Me acuerdo claramente de que era un camino alocado, por decirlo de alguna manera. Era una vía rara. Recuerdo que en las primeras entrevistas que hacíamos con la banda nos decían: bueno, son independientes porque estás esperando el momento de firmar un contrato. 

Nuestra visión era diferente. No esperábamos ese contrato, ni siquiera una oferta. No estábamos interesados en eso. Nosotros armamos una pequeña idea, quizá romántica, de que nosotros podíamos hacerlo solos. Éramos inocentes, queríamos aprender y hacer las cosas por nosotros mismos. El arte lo veo como algo sagrado y tener que compartirlo con una empresa formada por desconocidos me parece algo muy chocante, sé perfectamente que es algo muy común en el mundo de la industria. Nosotros queríamos ser independientes y queremos seguir siéndolo.

Realmente entendíamos que era un camino raro, pero también pasaba algo en Argentina y era que el grupo que me has mencionado antes, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, eran una banda masiva y además eran independientes. Nosotros tampoco lo hacíamos con esa lógica, no teníamos como faro a los Redonditos porque es algo inabarcable, pero sí que seguíamos mucho la cultura indie de los noventa en los EEUU con sellos como Matador Records o grupos como Sonic Youth.

 

Una cultura que viene de antes, pero que cambió por completo la forma de gestionar la música. Un sentimiento y una forma de trabajar que todavía a día de hoy forma parte del ADN de vuestro conjunto. 

A nosotros nos llegaba toda esa música y fantaseamos con ello. Era otra forma de encarar el arte, del día a día. Nosotros nos veíamos en ese universo independiente. Eso sí, queríamos hacerlo a nuestra manera, con nuestros amigos.

Armamos nuestro propio sello. Hacemos las cosas como queremos y cuando queremos, con los tiempos que nos venga mejor. En ese momento dijimos quizá no estemos en las primeras planas o en el circuito de la industria, pero vamos a crear nuestro recorrido, nuestra aventura. Todo esto para nosotros era innegociable y lo sigue siendo hasta ahora.

Además, cuando ves que ese camino te funciona tiene que motivarte una barbaridad. 

Es eso, nosotros en el día a día comprobamos que podíamos hacer ese recorrido. Estábamos tocando en Brasil, Uruguay, por el resto del continente, incluso llegamos a España y a EEUU. Todo esto nos motivaba una barbaridad. Nunca nos planteamos dejar nuestro camino porque veíamos que funcionaba.

También nos pilló en un momento en el que la industria de la música estaba cambiando, eran principios de siglo. En la actualidad hay muchas herramientas tanto para la promoción de la música como del artista, creo que puede ser un camino muy cómodo.

Un trayecto que cuenta con cosas buenas y cosas malas. ¿Recuerdas alguna situación paradigmática?

Efectivamente. Pues recuerdo el momento en el que nosotros mismos íbamos a fabricar nuestros discos. Fuimos al sitio, golpeamos la puerta y entramos y le contamos nuestra propuesta. Queríamos saber hasta como se fabricaban los álbumes. Luego esos trabajos los llevábamos a las disqueras para que los vendieran, no había intermediarios. En aquella época era analógico hasta la hora.

«Cuando era chico me marcó mucho un concierto de los Ramones, para nosotros este grupo es una banda argentina más»

¿Qué momento consideras que fue un momento de inflexión en tu carrera?

Noté un cambio muy grande cuando sacamos el disco La Síntesis O’Konor. Ahí vimos cómo las canciones del grupo llegaron a un público mucho más amplio.

En cuanto al recorrido de la banda, para mí fue con el álbum “Un millón de euros”. En ese disco había canciones como “Chica Rutera” o “Amigo Piedra” que sonaron mucho. La primera la pusieron en un programa de radio y la otra tuvo bastante éxito. Recuerdo que el dependiente de la disquera nos decía: Santiago viene un montón de gente a pedir el disco del grupo de “Amigo Piedra”. La gente compraba nuestros discos y no sabían ni el nombre del grupo. Ese momento lo tenemos presente como un antes y un después.

En España, siendo sinceros, la música de El Mató tuvo un gran impacto gracias a la publicación de la Síntesis O ‘Konor con Limbo Starr. Además, a partir de ese momento habéis realizado numerosas colaboraciones con otras bandas españolas, algo similar a lo que le está pasando a Bestia Bebe. 

Totalmente, además, Bestia Bebe es una banda amiga. Es un conjunto que forma parte del sello LAPTRA, una comunidad que armamos hace muchos años y que ahora cuenta con un montón de artistas que vienen todos del camino de la independencia. Bajo este logo nos unimos y armamos festivales, editamos cosas, hacemos giras …

 

Tu camino de forma paralela al grupo empezó en el 2019 con el soundtrack de la película La muerte no existe y el amor tampoco. ¿Cómo surgió la oportunidad?

Fue muy raro, era algo que siempre había soñado y nunca había surgido la oportunidad. El director de la película era muy fan del grupo y vio que las canciones que yo podía hacer encajaban con la estética de la película. Recuerdo que me mostró un corte del film y me comentó las canciones de El Mató que tenía como referencia, me decía: acá estaría bueno una canción tipo esta. A partir de ese disparador, sobre lo que yo hacía y lo que él esperaba, surgió todo esto.

Fue todo un desafío. Por un lado, estaba la parte de hacer canciones para momentos muy puntuales, como cuando por ejemplo se prende la radio, es decir, canciones muy orgánicas. Por otro lado, estaba la música accidental, más ligada a la sonoridad que acompaña a una escena. Eso fue lo que me costó más. Aun así, el director estaba al día y me apoyó mucho en él. Gracias a eso todo fue mucho más fácil.

El inicio de un camino que te ha llevado a reeditar la BSO de Okupas, una de las series argentinas más importantes de las últimas décadas. Un proyecto que refleja una serie de relatos de marginalidad y que muestra la otra cara del país. Además, fue emitida en la televisión pública, algo inaudito hasta ese momento. 

Muestra la cara del capitalismo. Esta serie marcó mi vida, mi existencia. A día de hoy no creo que haya podido crearla. Fue algo grandioso, un trabajo que hice con mucha felicidad. Como te decía, yo crecí con Okupas, recuerdo que la había visto en la tele, después en las repeticiones que hicieron, incluso la tenía grabada en VHS. Es más, diría que antes de ponerme con la música la había visto unas treinta veces. Es una serie que no se gasta con el tiempo, está creada con un gran cariño y una maestría especial.

¿Cómo surgió la oportunidad?

Por un tema legal de las canciones, ligado a los derechos de autor. A partir de ahí, el director creativo confío en mi música. Esa conexión ya me partió la cabeza, ver que a Bruno le gusta El Mató y que encontraba unas conexiones entre nuestra música  y la serie era algo que yo no me lo podía creer, aunque también veía esas conexiones.

Piensa que la serie es del 2000 y nuestro grupo surge unos años después. En nuestros primeros discos la relación era muy directa, hablábamos más de la periferia, de ese tipo de relatos. Un ejemplo es con nuestro álbum “Navidad de Reserva” tiene ese punto de anclaje con Okupas, canciones sobre marginalidad, poesía y pobreza .

¿Cuántos cortes sonoros creaste?

Entre las canciones y las piezas sonoras para acompañar los climas fueron unos sesenta.

Al tener que realizar tantos elementos sonoros y canciones, te introdujiste en géneros que nunca antes habías realizado como la cumbia o el folklore. Este aprendizaje te ha servido para que algunas de tus últimas canciones, como por ejemplo ‘La Cruz de Santiago’ junto a la Bien Querida, toquen géneros como la bachata. 

Exacto, me encanta. La música popular siempre te va a acompañar, aunque no quieras . Gracias a esa dinámica de obligarme, en el buen sentido, para la serie me he liberado como artista. Por ejemplo, el hecho de haber compuesto una cumbia para Okupas, algo que nunca había creado.

Hacer este tipo de canciones me ha liberado, me han ayudado a jugar más, a dejar de pensar que las cosas solo tienen que ver con lo artístico. A partir de ahí, te sueltas y descubres géneros y estilos que son grandiosos.

 

Por último, Santiago, ¿qué significa para ti la música?

Qué difícil. Creo que es lo más importante de mi vida  y es el centro de todas las tonterías que hago.

Escucha ‘Canciones Sobre una Casa, Cuatro Amigos y un Perro’ de Santiago Motorizado

Deja una respuesta

WP-Backgrounds Lite by InoPlugs Web Design and Juwelier Schönmann 1010 Wien