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Especial: 50 aniversario de Led Zeppelin

Led Zeppelin cumplen 50 años. En 1968 John Bonham, John Paul Jones, Jimmy Page y Robert Plant entraban por primera vez en un estudio para empezar a grabar su disco de debut. Producido por Jimmy Page, el álbum se publicó en enero de 1969 (Atlantic Records) y dio comienzo a uno de los capítulos más legendarios de la historia del rock. Una historia de canciones eternas, riffs graníticos, baladas totémicas y personalidades únicas. Su música sigue siendo electricidad, energía cruda y pasión por un sonido que no morirá nunca.

Para celebrar este aniversario hemos querido hacer un recorrido por sus álbumes de estudio, del menos bueno al mejor, porque realmente no tuvieron malo. Esperamos que lo disfrutes.

In through the out door (1979)

Igual que a menudo los títulos deportivos se deciden por la profundidad de banquillo de la plantilla, cuando hablamos de bandas del extraordinario nivel de Led Zeppelin una buena vara de medir el nivel de sus discos más flojos. In through the out door, si no es el “disco fallido” del grupo, está muy cerca. Última grabación de estudio de los británicos –y única con John Paul Jones al frente de la nave- muestra al grupo al borde del colapso y aunque quizá anticipaba un nuevo rumbo en su sonido quedará para siempre como una isla dentro de su obra debido a la posterior separación del grupo.

Con todo, sobresaldría en la discografía de casi cualquier banda. De sus siete cortes, al menos cuatro son verdaderos temazos. “In the evening” abre el álbum con un riff cien por cien zeppelin flotando sobre una base de teclados que nadie asociaría con la banda de Londres. “South Bound Saurez”, dominada por el piano, destaca por la inspiración vocal de un Plant totalmente reconocible. “Fool in the rain”, con su encanto latino y ese crescendo final donde solo falta Tito Puente, resiste hasta una versión de Maná. Y ”Carouselambra” es tan atípica y larga como adictiva y juguetona. En resumen, un gran álbum menor.

Edu Cornejo

Coda (1982)

En 1982, la banda estaba completamente disuelta debido a la desaparición de John Bonham, en 1980, pero debido a un compromiso pendiente con su ex- discográfica Atlantic Records, se editó este álbum compuesto por “outtakes” de varios discos previos. Todo ello fue compilado, producido y remezclado por Jimmy Page, el cerebro de todas las operaciones “zeppelinianas”. Aunque Coda no dispone de la estructura de un LP adecuadamente cohesionado artísticamente (el mismo título del frontal lo da a entender también), sí que se pueden captar aún aceptables mordiscos rabiosos como “We’re gonna groove”, “Darlene”, “Ozone Baby” o “Wearing and Tearing”, cercanos éstos a los prototipos más vigorosos del combo.

Por otro lado, la vivaz “Poor Tom” pertenece a las sesiones de su tercer álbum de 1970 y sus composiciones más acústicas de la cara-B. Como homenaje al añorado batería, completaba el asunto “Bonzo’s Montreaux”, con uno de esos solos a ritmo de locomotora del propio Bonham. Los seguidores de la banda auparon este nostálgico repertorio al nº4 en Gran Bretaña, por ejemplo. Las diversas reediciones, con añadidos de bonus tracks, no las voy a tratar aquí.

Txus Iglesias

Presence (1976)

El omnipresente e inquietante monolito negro de la portada y de los flashes interiores (similar al film 2001: Una odisea en el espacio pero en, este caso de 1976, con dicho objeto miniaturizado y con imágenes cotidianas y amables como contraste) supone ya una vistosa muesca de entrada. Enfurecidos y nerviosos, en aquel año, por una serie de tumultuosos acontecimientos, como el importante accidente de automóvil de Robert Plant y que motivó cancelar toda la faraónica gira internacional o también por la persecución a la que les sometió Hacienda en Inglaterra, resultó que Led Zeppelin volcó dichas toneladas de adrenalina musical en algo que se cristalizó como un bastante consistente disco, compuesto el mismo por un incisivo, primigenio y espontáneo rock and roll, en su mayoría.

Sin aglutinar la popularidad ni las cualidades de otras “escaleras de color” presentadas por el cuarteto, sí es cierto que este, al menos, póker de 7 ases sonoros formado por la excitante montaña rusa que es “Achilles last stand”, la acerada “For your life”, la bailable “Royal Orleans”, el punzante dramatismo de “Nobody’s fault but mine” o el penetrante efecto ambiental que genera “Tea for one” (entre otras), hacen de Presence un LP de considerable calibre y es que el mismo también escaló al nº1 de ventas en Estados Unidos y Gran Bretaña; aunque ya sin el soporte unánime de la prensa especialista. Dicho álbum fue finalizado, en Alemania, en tan solo 3 semanas de maratoniano trabajo (20 horas diarias) y ante el asombro de Mick Jagger, por tal velocidad de crucero, ya que los Rolling Stones tenían contratado el mismo estudio para poco después, cuando comenzarían a registrar su Black and Blue.

Txus Iglesias

Led Zeppelin III (1970)

III es el disco más acústico de Led Zeppelin, a pesar de ese inicio adrenalínico que proponía «Inmigrant Song», con una base rítmica comandada magistralmente por el bajo de John Paul Jones que cabalgaba literalmente sobre el tema. Un inicio explosivo junto al grito de Robert Plant en uno de los momentos más icónicos de su carrera, daba paso a una sucesión de temas más introspectivos.

Las guitarras acústicas tomaban el protagonismo en gemas como “Friends”, “That’s The Way” o ese himno llamado “Tangerine”, pero los Led Zeppelin más blueseros seguían latentes y daban una demostración de emoción en una de las mejores baladas de su carrera, “Since I’ve Loving You”. El resto del álbum no tiene desperdicio, tanto en los crescendos alocados de “Gallows Pole” y su banjo o “Bron-Y-Aur Stomp”; como recuperando su habitual contundencia en las portentosas “Celebration Day” y “Out In The Tiles”. Una joya.

Manuel Pinazo

Led Zeppelin I (1969)

Mucho se ha hablado de los supuestos plagios de Led Zeppelin, algunos simplemente reconocidos como homenajes o reinterpretaciones de clásicos del folk y el blues, otros más escondidos. En este debut de la banda de Page, Plant, Jones y Bonham encontramos algunos de esos homenajes, pero me gustaría poner el foco en la interpretación, que al fin y al cabo es lo que hizo grande a los Zep. Estamos ante un disco que, recordemos, es el primero de una banda recién formada aunque sus músicos tuviesen ya cierta experiencia. Pero es que además estamos en el que para muchos es el kilómetro 0 de varios estilos, como el hard rock o el heavy metal. Yo no sé si diría tanto, pero es evidente que, aunque gente como Cream, los propios Yardbirds o los Stones ya habían conseguido hermanar el blues y el rock con éxito, Led Zeppelin llevaron la mezcla a otro nivel.

Es imposible escoger uno o dos temas, pero si hay que hacerlo me quedo con la que abre el disco, la espléndida «Good times bad times» que con su rollo pop no prepara para lo que ha de venir, y con los casi 7 minutos de «Babe I’m gonna leave you», una canción que desprende sudor animal y que no se parece a casi nada hecho antes (¿quizás al Astral Weeks de Van Morrison?) y a poco de lo que se ha hecho después. Led Zeppelin seguirían creando nuevos sonidos y reventando géneros con sus siguientes discos, pero en este sentaron los cimientos de su leyenda.

Fidel Oltra

Houses Of The Holy (1973)

El quinto álbum de Led Zeppelin tuvo la difícil tarea de superar el monumental impacto de sus anteriores obras. Un disco como IV había convertido a los de Page, Plant y compañía en la banda de rock más grande del planeta y era el momento de reinventarse. Para hacerlo optan por una fórmula infalible, seguir sonando a ellos, pero a su vez asumir nuevos riesgos.

Ya desde la apertura gloriosa de “The Song Remains The Same” los recovecos de la guitarra de Page nos invitan a vivir nuevas aventuras junto a ellos, desde el viaje psicodélico de las ambientales “The Rain Song” y “No Quarter”, al acercamiento al reagge que era “D’yer Mak’er”, sin olvidar la majestuosidad de “Dancing Days” y “Over The Hills And Far Away”. Led Zeppelin seguían siendo ellos y a su vez, abrían la puerta a nuevos territorios.

Manuel Pinazo

Led Zeppelin II (1969)

Si antes decía que el Led Zeppelin I seguramente es el kilómetro 0 del hard rock y del heavy metal, podríamos decir que su sucesor, Led Zeppelin II, es el espejo donde se mirarían muchos grupos que más adelante destacarían en alguno de dichos géneros. Se trata del disco en el que Page, Plant, Jones y Bonham hacen evolucionar el blues rock más evidente (sin abandonarlo, ahí están «Bring it on home» y «The lemon song») y desarrollan de una manera más concreta ese sonido particular que empezaron a exhibir en su debut. Grabado en multitud de estudios muy diferentes entre sí durante una de sus grandes giras, sorprende (y dice mucho de la titánica tarea de Page como productor con la asistencia de Eddie Kramer) la cohesión de su sonido.

El riff de «Whole lotta love», con permiso del de «You really got me» de The Kinks, es la Piedra Rosetta de muchos de los riffs de guitarra que hemos escuchado posteriormente en centenares de temas de metal. Quizás lo mismo podríamos decir de la forma de cantar de Plant, con ese medio falsete miles de veces imitado, casi un santo y seña del género. «Whole lotta love» es, por supuesto, el tema más conocido del álbum. Quizás también el mejor, al menos el más directo y pegadizo. Pero no podemos olvidar otros como «What is and what should never be», que se mueven en terrenos que casi nadie había hollado por entonces, mientras que «Thank you» abre unas puertas que llevarán hasta el Led Zeppelin III. ¿Y qué decir de esa rareza que es «Moby Dick»? Otro riff inolvidable, con Page sacándole todos los sonidos imaginables a su guitarra aunque el tema fuera diseñado para el lucimiento de Bonzo.

Fidel Oltra

Physical Graffiti (1975)

Una de las cimas de la imperial banda inglesa. Ya levemente más separados de la fresca tendencia blues-rock de sus primeros trabajos, sin embargo, durante Physical Graffiti sus ametralladoras resultan todavía incluso más maduras, más engrasadas y más devastadoras. Por enésima ocasión y de manera más potenciada, los Zep demuestran aquí que podían domesticar varios tipos de barajas sónicas. En consecuencia, la dureza arrebatadoramente machacona y especialidad de la casa de “Custard Pie”, “The Wanton Song”, “Sick Again” , “Trampled Underfoot” o “The Rover”, el golpeador barroquismo de “In my Time of Dying”, el dramatismo hindú de la universal “Kashmir”, la sabrosa pereza de “In the Light”, la conmovedora “Ten Years Gone”, la electrizante “Night Flight”, la habitual destreza acústica de “Black Country Woman”o el seductor sosiego de “Down By the Seaside”, etc.etc., conforman todas ellas un resistente armazón que, desde 1975 hasta ahora, ha desafiado a Cronos y lo ha vencido.

Algunos de los cortes citados eran descartes de álbumes anteriores pero Plant, Page, Jones y Bonham los hiper-abrillantaron y los juntaron con nuevas composiciones. De esa manera, volaron al nº1 de las listas de todo el planeta con este LP doble (15 millones de copias vendidas), cuya pomposa y notoria portada (y contracubierta) también ofrece su laberíntico juego. Como guinda, la totalidad de la crítica especializada les resultó favorable en aquel espectacular año del cuarteto. En resumen, Led Zeppelin en su máxima grandilocuencia de deidades rockeras, las cuales lograron que absolutamente nadie permaneciese impasible ante su música y su ajetreada historia.

Txus Iglesias

Led Zeppelin IV Led Zeppelin IV (1971)

Poco se puede añadir a todo lo que se ha dicho ya sobre este álbum. Hay cierto consenso en que se trata del mejor trabajo de uno de los mejores grupos de toda la historia del rock, y con eso ya debería bastar para entender su grandeza. Tras el (relativo) paréntesis folk de su tercer disco, aquí vuelven a explotar al máximo la potencia que con tanto descaro exhibían en sus primeros trabajos. Cierto que quizás ya no sorprendían tanto como en 1969, cuando el terreno en el que Led Zeppelin se movían no estaba todavía tan poblado. Pero claro, si abres un álbum con dos trallazos como «Black dog» y «Rock and roll», dos gemas únicas del rock de guitarras, el mensaje para los que se habían subido posteriormente al carro está más que claro: «hey, que esto lo inventamos nosotros».

Los Zep, de todos modos, siempre iban un paso por delante. El IV es mucho más que rock guitarrero: la teatral «The battle of Evermore» sigue tendiendo puentes con el folk, con Sandy Denny como voz invitada. Una pieza extática que suena como una fiesta en la que Crosby Stills and Nash estuvieran de jam con Fairport Convention. La conexión con Led Zeppelin III sigue aquí presente, como también lo está en «Going to California», una maravilla acústica que suena precisamente a lo que su título indica. Como vemos, el cuarteto sigue saltando magistralmente entre géneros; por supuesto no se olvidan del blues, en este caso representado por «When the levee breaks», e incluso una especie de africanismo tribal asoma en «Four sticks». Hasta tal punto es grande este álbum que no hemos necesitado hablar de la archiconocida «Stairway to heaven», no por escuchada mil veces menos genial, hasta la antepenúltima frase del artículo. Y ojo: no olvidemos, aunque es fácil hacerlo por la imparable evolución de la banda, que apenas tres años antes Led Zeppelin ni siquiera existían. ¿Se puede conseguir más en menos tiempo?

Fidel Oltra

6 comentarios en «Especial: 50 aniversario de Led Zeppelin»

  • Está bien la selección de canciones y me gusta el análisis de cada disco. Ojalá hicieran una gira tipo el concierto de 2007

  • Fantástico artículo conjunto commemorativo del cincuentenario de una banda legendaria que marcó su impronta indeleble en la historia del Rock. Me sumo al consenso sobre «IV», aunque «Physical Graffitti» es también magistral. Enhorabuena a todos los articulistas, y a Muzikalia, por acercarnos una vez más a los Zep. Saludos.

  • Muchas gracias Pablo, David, Xavi y compañía por los comentarios y opiniones hacia el especial de Led Zeppelin que hicimos entre varios compañeros de la revista.
    Un saludo para todos los fans de la banda británica.

  • Enhorabuena a todos por el artículo.

    Yo también situaría el IV por encima de Phsysical Graffiti.

    Ahora bien, si hubieran descartado alguns temas y concentrado los mejores en un solo álbum, seguramente todavía estaríamos discutiendo sobre cuál es mejor.

    Y prefiero el III a Houses of the Holy. Los temas son buenos, pero no puedo con el tratamiento que se le da a la voz de Plant.

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