Interpol – Sala Bikini (Barcelona)

Espectacular actuación la que el pasado 9 de noviembre dieron Interpol en la sala Bikini de Barcelona. Hacía mucho tiempo que no veíamos por estas tierras un concierto tan sólido e inmenso como el del cuarteto de Nueva York (en esta ocasión, quinteto, ya que iban acompañado por un teclista de apoyo). Tras haberlos visto, y haber disfrutado de su grandeza sobre el escenario, se puede asegurar que no se trata de un grupo sobrevalorado ni de un típico hype, a pesar de reunir todas las condiciones para serlo: son jóvenes, guapos (había reunión oficial de groupies barcelonesas… y alguna los cazó), y la prensa los ensalza. Pero se confirmaron como lo que realmente son, un grupo de una gran calidad, que está recibiendo alabanzas gracias a su buen hacer y a una habilidad innegable con los instrumentos. A destacar la voz de Paul Banks, que dota al conjunto de una atmósfera con cierto sabor ochentero (a lo que también ayudan la línea de bajo y la estética del grupo), época a la que más de uno deseó volver durante esa noche.

Abrieron los locales Tuesday Afternoon, con un más que correcto directo, pero que equivocaron la forma de cómo terminarlo. Nadie entendió la inclusión de “Kiss Goodnight”, canción que cierra su disco de debut, cuando “The Other Side” había dejado su actuación en el punto más álgido. Un detalle a corregir por una banda que todavía no ha definido su sonido pero que deja pequeñas muestras de lo que pueden llegar a ser (“Sixteen”, “High and Dead”).


A las 22.15 salieron Interpol. Actitud fría y distante. Pocas sonrisas, pocos gestos de complicidad, poca interacción con el público. Pero no era necesario. Esta misma actitud, incluso pose si se le quiere llamar, de dandys trajeados y acorbatados, acartonados y tiesos, forma parte de su mismo encanto. Y a pesar de esa supuesta distancia, la conexión con el público fue increíble desde primer momento. Es una de esas contradicciones maravillosas que nos hace disfrutar todavía más de los grandes momentos.


Y es que Interpol es un grupo que se crece en directo. ¿Por qué? Pues principalmente porque su sonido no sólo no pierde ni un ápice de su calidad, sino que se ve reforzado. Las guitarras ganan mucho en intensidad y épica, llegando a aumentar los matices existencialistas que se desprenden de cada uno de sus acordes. Y su presencia en el escenario es del todo abrumadora, a pesar de la aparente distancia. No necesitan juegos de luces espectaculares, ni humo (que se lo digan a su batería) ni nada. Su sobriedad es envidiable, y su honestidad, su mayor baza: lo que vemos es lo que son, lo que escuchamos es lo que ellos sienten. Ni más ni menos. O al menos eso nos hicieron creer a los más 600 espectadores que llenaban Bikini.


Demostraron que a pesar de tener sólo un disco y un EP en el mercado, tienen repertorio suficiente para un concierto de más de una hora de una regularidad envidiable. Empezaron con el tema que abre el disco, “Untitled”, que con sus guitarras ayudó a crear una atmósfera de lo más absorbente y oceánica. Resultaba imposible no verse envuelto por olas melódicas que inundaban toda la sala, imposible no sumergirse en ellas y dejarse arrastrar hasta la orilla, sin más tabla de salvación que la voz de Paul Banks, con cara de niño pero con voz de hombre.


Los momentos de mayor calidad del concierto llegaron con las joyas del álbum: “Obstacle 1”, “Say Hello To The Angels” y “Obstacle 2”, sin olvidarnos de “Stella was a diver…” o “NYC”. Pero el mejor momento de todo el show, sin duda alguna, fue “PDA”, la que estaba prevista que fuera la canción que cerrara la actuación y la que más aplausos levantó. Tanto fue así que se vieron obligados, ante la insistencia de los asistentes, a volver a salir para interpretar un tema más, que no estaba incluido en el setlist inicial.

Sin duda, Interpol arrasaron en su única actuación en España. Benditos sean los hypes, siempre y cuando sean de esta calidad.

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