John Cale – Mercy (Domino / Music As Usual)

Con ochenta años a sus espaldas y sigue teniendo cosas que decir el gran John Cale. Mientras otros artistas se acomodan en su legado para satisfacer los estómagos siempre voraces de los nostálgicos, el galés retoma su discografía casi sin mácula tras una década con otro disco que, sin ser de lo mejor de su amplio catálogo, sí que sirve como ejemplo de la obra de un artista inquieto, mutante, rebelde e incómodo.

John Cale en Mercy (Domino, 2023) renueva sus votos como experimentador de sonidos abstractos, sensoriales, poéticos y oceánicos. Sonidos que crepitan como organismos larvarios que alteran el ritmo normal de las canciones. Porque en este disco la alteridad es lo que da sentido al conjunto, y también un poso se melancolía que se infiltra por entre los surcos de una obra mayestática y fantasmal.

Cale para la ocasión se ha rodeado de muchos colaboradores que van aportando su grano de arena a esta plegaria oscura. El inicio del disco es maravilloso con “Mercy”, y unos arreglos de sintetizador de Laurel Halo que son un deleite: una sinfonía digital en donde aparecen ecos a David Bowie y que narra -en apariencia- una plegaría mientras la muerte posa su aliento frío (“Colder, colder, colder, cold/Lives do matter/ (Lives don’t matter/Nothing, nothing at all”).

Una fantasmagoría a través de la ensoñación de una Marilyn Monroe en claroscuro teje los ritmos crepitantes de “Marilyn Monroe’s Legs (beauty elsewhere) con los arreglos que huelen a asfalto y neón de Actress, y que da paso a “Noise Of You” una preciosa melodía cuyas resonancias me recuerdan a The Blue Nile.

Weyes Blood pone voces en “Story Of Blood”, una pieza donde el piano de Cale se enreda en intrincados arreglos electrónicos en una suerte de dream pop glacial. Más electrónica mutante engalana la aventurada “Time Stands Still” con la voz majestuosa del escocés a lo Scott Walker que contrasta con la de Amelia Meath de Sylvan Esso. Preciosa canción con versos de belleza otoñal.

El recuerdo a su querida Nico en “Moonstruck (Nico’s Song)” es revelator: “So afraid, of your own shadow/Following close behind/How did you cover, so much territory/Eating up the miles”. Devoción por la persona y la artista, y por la espina dorsal de la canción fluye esa tensión, esa pulsión hierática que hizo gala siempre la autora de Desertshore. Magia.

En el ecuador del disco Animal Collective aportan psicodelia a “Everlasting Days” en donde el compañero de fatigas de Lou Reed narra el desasosiego y la confusión de esos días extraños de confinamiento (o de este ahora). Acentos jazzísticos pespuntean “NIght Crawler” que es como sentar en la misma mesa al Miles Davies abisal y a los Talk Talk.

En “Not The End Of The World” la artista multimedia TOkiMONSTA crea un paisajismo cinemático cercano al chillout en una de las canciones menos conseguidas del disco, pero la cosa vuelve a subir enteros con “The Legal Status Of Ice” junto a Fat White Family que es algo así como una canción góspel tenebrosa enmarañada en capas de loops flotantes.

Cale se dirige en “I Know You’re Happy” a una persona que sabe que tan solo es feliz cuando él está triste, aunque el deje fatalista del tema lo compensa la luz que transmite la voz de Tei Shi.  Este gran disco acaba con “Out Your Window” con la solemnidad del piano en primer plano, y unos arreglos de cuerda que hacen saltar la melodía por los aires. Ahí, en el limbo parecen que se quedan prendidas todas estas canciones. Quizás con el tiempo volverán para enseñarnos diferentes significados.

Escucha John Cale – Mercy

 

 

 

 

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