Kurt Baker + The Malditos – Sala Wurlitzer Ballroom (Madrid)

Penúltimo concierto de la gira española de Kurt Baker y su banda, después de haberse despachado un buen montón de fechas por la geografía ibérica. Donde otros podrían haber acusado el cansancio de días de carretera, algún problema con la furgoneta incluido según relataba uno de los promotores de Torreznetes Enterteinment (la promotora que ha traído a los norteamericanos), Kurt y los suyos se crecieron ofreciendo todo un concierto de Power Pop al más puro estilo norteamericano deudor de Paul Collins, The Knack, o los primeros Cheap Trick.
Antes pudimos descubrir al trío madrileño The Malditos que, pese a algún problema técnico inicial que les impidió levantar su actuación hasta transcurridos unos temas, lograron hacer el escenario suyo con dosis desmedidas  de Rock & Roll Punk, incluyendo temas propios y versiones muy aceleradas de los Teen Tops y los Locos del Ritmo.
Volviendo a los protagonistas de la noche, Kurt Baker salió al escenario dispuesto a no dejar ni un solo minuto de tregua a los presentes. Acompañado de su actual y consolidad banda; Geoff Useless a la guitarra, ya le vimos en acción con The ConnectionWyatt Funderburk a la segunda guitarra, Kris Rodgers a los teclados y Adam Cargim de los míticos (entre otros) Screeching Weasel a la batería, comenzaron sin chiquitas y con trallazos de Powerpop Punk con  la primera batería de temas compuesto por:  «I Can´t Stop», «Don´t Steal my Heart Away» y «Can´t Have Her Back».

Como no era cuestión de bajar el pistón, Kurt nos recordó que venían a presentar su nuevo disco Brand New Beat, insultantemente bueno por cierto, empalmando un tema con otro como mandan los cánones. En directo son todo un cañón como suele corresponder a los grupos norteamericanos de este tipo. Y sí, ya sé que lo he escrito y dicho muchas veces, pero es que esto es un hecho, los grupos yanquis de Power Pop Punk, Rock & Roll acelerado o como lo queráis llamar, le llevan la delantera a cualquier combo de las mismas características de otro país. Como muestra un botón: poco más de mita de concierto, problemas con la batería; Adam Cargim deja de tocar, los demás componentes del grupo se miran en una decima de segundo y rápidamente improvisan en mitad del tema tocando sin batería y alargándolo haciendo coros hasta que el baterista puede subsanar el problema. Apuesto a que sólo los que estaban en primera fila se dieron cuenta de esto. ¿Qué hubiera pasado si el grupo hubiera sido europeo? ¿Y si llega a ser español? Con todos mis respetos; no quiero ni pensarlo. Que me lluevan las piedras a la de ya.

Disquisiciones mías aparte, el concierto continuó por los mismos derroteros que apasionan a los aficionados a las canciones de puño en alto, con una selección mayoritaria del último disco y su trabajo Rockin´ for a Living.

Para la ultima parte del set y los bises, y después de haberse bebido unas cuantas cervezas y haber derramado otras tantas por el escenario de la sala Wurlitzer Ballroom, el quinteto tocó  unas cuantas versiones de las que  reafirman al publico treintañero y cuarentón en su condición de eternos teenagers, a saber: «All Kinds of Girls» de los Real Kids, imposible no acordarse de la versión que hicieron los madrileños New Demolators y cuyo título me voy a callar, «Hanging on the telephone» de The Nerves y popularizada por Blondie, y la declaración de principios de su anterior banda; The Leftlovers, «Party till we die».

Justo al lado mío dos asistentes al concierto comentaban «A este tío le gusta más España que a un tonto dos palotes». Por mí que se nacionalice ya, pensé yo.

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