Matt Berry – Heard Noises (Acid Jazz)
La mayoría conoceréis a Matt Berry más por su faceta de actor cómico en series como The It Crowd o What We Do In The Shadows (inapelable en su papel de László Cravensworth), que como músico, compositor, multiinstrumentista y coleccionista compulsivo de los discos más raros del mundo. Pero el caso es que es también todas esas cosas. Y aunque muchas veces estas facetas se han visto eclipsadas por la otra, se las ha arreglado para ir labrándose una brillante y reputada carrera como cantautor de la mano de un sello tan carismático como Acid Jazz que dirige el príncipe de los mods, Eddie Piller.
Piller debe tenerle a Matt un cariño especial, puesto que le deja hacer lo que le da la gana. Igual le da por hacer incursiones en el country rock (Phantom Birds, 2018), la psicodelia más alucinada y alucinógena (Blue Elephant, 2021), o incluso la library music (Simplicity, 2023). Quizá la razón de que Piller le quiera tanto esté también en que, pese a todo ese devaneo y curiosidad infinita, lo que hace lo hace siempre muy bien. Casi diría que no hay fisura en una discografía que ya consta, ojo, de 11 álbumes de estudio. Bueno, quizás sí que falte algo: el disco que, como el anillo único, los ate a todos.
Y es probable que ese disco sea este Heard Noises que Acid Jazz acaba de publicar justo al comienzo de este 2025, un año que pese lo corto de su duración, está siendo de lo más psicodélico. La música de Berry resulta ideal, por tanto, como banda sonora con la que adornar tanto desacato al sentido común como estamos sufriendo. No, no es que lo haga entendible, pero sí más digerible. Cuando uno escucha este nuevo álbum del bueno de Matt, con esa voz suya tan curiosa, esos arreglos orquestales tan complejos y hermosos, esas melodías tan bien compuestas, tan sólo quiere abandonarse a la ensoñación. Ya todo da igual. Se diría que Heard Noises es toda una fiesta dedicada al escapismo, a la huida a otras épocas más amables a través de la imaginación. A recrearse con las cosas bonitas.
En él encontramos a un Berry más juguetón que nunca, más deseoso de mostrar todas sus caras, pero a la vez también más concreto y accesible que en otras ocasiones. Es, por tanto, una perfecta puerta de entrada a un universo que sí, se nutre de la psicodelia sesentera, el space rock setentón, las bandas sonoras de Piero Umiliani o Morricone. incluso del jazz, pero a la vez cuenta con una personalidad totalmente genuina que hace de su autor alguien con el que ensimismarse.
A mí, desde luego, me pasa. Encuentro en su música un refugio como no hallo en casi ningún otro autor contemporáneo. Quizás sea porque mezcla muchas cosas que me gustan, sí, pero también porque hay algo en él que le hace especial. Escuchar cosas como la pequeña epopeya alucinada que abre este trabajo, “Why on fire”, la densidad casi sideral de “Be alarmed”, el extraño groove de “Wedding photo stranger” o el halo de misterio y bruma que envuelve “I entered as I came” le hace a uno sorprenderse ante la contemplación de un hombre que no siente el más mínimo temor de adentrarse por terrenos que a cualquier otro resultarían pantanosos y le harían fracasar. Pero, sin embargo, él triunfa por todo lo alto en el empeño.
Sobre todo, porque todas estas piezas, digamos, más bizarras, maridan a la perfección con otras donde Matt despliega toda su concreción melódica y encanto. Con canciones tan bien cinceladas como “Silver rings”, “Stay on the ground”, “Canada dry” o este single tan pinturero que es “I gotta limit”, que se ha marcado, además, en colaboración con la muy recomendable Kitty Liv (antes, junto a sus hermanos, en Kitty, Daisy & Lewis), logra un equilibrio perfecto entre todos los Matt Berrys que uno se encuentra aquí, que no son pocos, pero el caso es que todos molan. Y mucho. Heard Noises es, como era de prever, uno de los primeros discos que me han atrapado en este inicio de 2025, un año que ha empezado fatal, pero parece que al menos podemos seguir confiando en la música para traer consuelo y refugio. Matt Berry ofrece todo eso aquí, acompañado de sus mejores estrategias de diversión escapista ¿Qué más se puede pedir?