Mazoni – Palau de la Música (Barcelona)

Jaume Pla sale al escenario y se coloca seguido de Miquel Sospedra, Aleix Bou y Jordi Rodé, todos ataviados con vestuario flúor ochentero. Empiezan con la immersiva «Som la Carretera», que en un espacio tan íntimo como la sala d´Assaig del Palau de la Música suena mejor que nunca. No la han terminado y ya se confirma que con Mazoni pasa lo que con solo algunos afortunados grupos: el directo supera cualquier otro tipo de escucha. Y tiene todo el sentido del mundo: un grupo que incluso en su disco más eléctrico tiende a hablar de bosques, por fuerza debería ganar en las distancias cortas.
Entre canciones nuevas que invitan al movimiento entre las sillas del público intervienen piezas de Fins que la mort ens separi como «Totsants» -que genera un pequeño clímax del concierto con su apoteósico «S´ha mort en Michael Jackson» o «Cromosoma Kamikaze», que se disfruta más viva que nunca con Pla gritando que el miedo lo excita entre cabezas ya totalmente tambaleantes.
Van también más hacia atrás con «Caputxeta», y en un gesto de lucimiento al interpretar sus últimos sencillos, «Magranes Molt» y «Purgatori», eligen para la segunda una versión unplugged, con los músicos sentados en los escalones entre el público, casi torpemente («Un momento, es que este chico es muy alto»).
Explican la inclusión de canciones anteriores, «a veces tienes la sensación que queda vacío». Es un concierto tan redondo que hasta el hecho de romper una cuerda al tocar esta maravilla o los tropiezos técnicos en alguna otra canción como «Un petó per cada cicatriu» -fantástica- nos parecen acertados. Como si fueran una muestra de realidad, una muestra más allá de las sonrisas permanentes de que lo que estamos viendo son personas que disfrutan tocando para nosotros y en la compañía de sus amigos.
El clímax previsible se produce cuando entonan «Eufòria», una canción que parece estar escrita para que el público se levante a dar palmadas gira tras gira. El concierto acaba con el sabor dulzón de «La Promesa» y los bises elegidos, «Per primer cop» -aún más dulce- y «No tinc temps» -vuelta a los orígenes-. Da la impresión que nadie ha quedado sin satisfacer: un verdadero ejemplo de como vender un nuevo sonido e imagen sin perder la esencia de lo que se es, o de lo que se atribuye a uno.
 

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