Rosario La Tremendita (Teatro Góngora) Córdoba 09/07/23

La tradición no tiene por qué estar rendida con el progreso, ni a la modernidad se le deben poner límites ni falsas limitaciones. En el campo del flamenco, un género en que los férreos guardianes de dicha tradición acostumbran a denostar todo aquello que no entienden como innovación sino como atentado, es moneda cada vez menos corriente escuchar voces de alarma cuando algún artista del gremio osa a sacar los pies del tiesto. Rosario Guerrero, trianera de casta y arraigo, es uno de los penúltimos talentos propios de una saga que paseó su arte desde que su bisabuelo, alguna que otra tía abuela y su propio padre, el mítico José El Tremendo (¿entienden ahora lo de su apodo?) le inocularon el duende actuando en fiestas, peñas y barrios primero y teatros, auditorios y festivales después. Una evolución pasmosa que la ha llevado a estar nominada en dos ocasiones a los Grammy latinos en su división flamenca y a trabajar en algunos de los mejores cuadros de baile mientras forjaba su propia identidad artística. Una que no es nueva pero sí arriesgada, limítrofe con fórmulas experimentales y embebida de respeto y pasión por una música que la hizo tan libre como sigue siendo hoy.

Rosario La Tremendita volvía a Córdoba, su segunda ciudad de las pasiones, de la mano del Festival de la Guitarra justo un mes después de su presentación en la Noche Blanca del Flamenco. Esta vez la ciudad la recibió en un recinto de mediano aforo y acústica impecable, el Teatro Góngora, arropada por la guitarra fiel de Joselito Acedo y una semioscuridad que la situaba en un lateral del escenario para introducir su Principio Y Origen, última incursión discográfica, con una taranta en la que su voz rasgada, larga y profunda, se acompasaba con unas manos prodigiosas que acarician los compases con una mesa que hacía las veces de cajón. El arranque, puro arrebato, desbroza su memoria sentimental en “Abuelería” de obvia inspiración familiar, pero también la íntima en una “Concha dorada” trasladada a la sílaba flamenca desde los versos de la poetisa beat Elise Cowen, primer síntoma de que en un concierto de esta mujer pueden pasar muchas cosas inesperadas e interesantes. El recuerdo de sus primeros viajes a la capital cordobesa pasa por recrear aquella “Romería” de base lorquiana con la que se acerca de paso al maestro Morente, y por dedicarle unos versos a los artesanos que levantaron la economía de la ciudad poco después, en “Pregúntale al platero”. Nobleza y conciencia. A ella le gustan los palos más festivos como el de “La niña de los lunares”, o la colombiana de “Oye mi voz” y la seguiriya desgarradora de “Mi amante”, por eso deja a la guitarra explayarse e invita al bajo eléctrico y multifuncional de Juanfe Pérez justo antes de hacer lo propio con la banda al completo. Y ahí es donde todo cobra una nueva dimensión.

El espectáculo que supone escuchar una voz de su jondura al servicio del bajo, sin que suene una sola guitarra y con el único complemento a las cuerdas de otro bajo que suena a space rock, los teclados y arreglos de David Sancho y una batería más propia de un proyecto electrónico, es un puro estallido de psicodelia, con un pie en el funk, otro en el free jazz y los brazos abiertos a la libertad y la improvisación, lejos de corsés y fronteras que coarten la desbordante creatividad de una mujer cuyos ídolos mayores llevan nombres como La Niña de los Peines o Prince. La soleá de la “Serneta” se transforma en música para un viaje espacial, “Tremenda valeriana” se expande en cuerdas, sintetizadores y percusiones y “Al mal tiempo”, justo antes de despedirse y volver al principio con “Mi voz” y una justificada genuflexión, lleva el tango a dimensiones cercanas al rock progresivo. Alucinante.

Un auténtico volcán de sensaciones, un ejemplo admirable de aperturismo y creatividad en un concierto en el que el despiste de algunos es la sorpresa de otras y donde por fin descubrimos a una artista completa en todo su esplendor. Poderosa y empoderada, la nueva generación flamenca ya tiene un nuevo referente. Y los ex flamencos, como algún otro afirma ser, puede que también.

 

Fotos Rosario La Tremendita: IMAE Córdoba

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