The Detroit Cobras (Independance Club) Madrid 23/11/2019

Tan solo es una opinión basada en percepciones, lógicamente, pero me da que el último concierto de las Detroit Cobras en Madrid se debatió entre la depresión y la euforia. Al igual que en ese anuncio de una conocida cadena de hamburgueserías, donde el público lo mismo se viene arriba por la oferta de patatas fritas como abajo por la duración de la misma, el orden elegido para el repertorio de las damas del garaje de Detroit quizá no fuera el más indicado para manejar esos tiempos. Al tratarse de una propuesta amplia en cuanto a estilos dentro de su espectro, en la que se recorren tanto versiones como alguna canción propia anecdótica y esporádica, el momento de descarga es importante.

Detroit Cobras foto

Pareció que se tratasen de cuatro o cinco partes pequeñas, cada una de ellas con idas de menos a más, con lo que ello implicaba. Por ejemplo, la primera empezó con los acordes de “You Don’t Knock”, versión del tema del imprescindible Roebuck “Pops” Staples, y que propuso la entrada en calor desde los años sesenta para ir deambulando también por “Putty (In Your Hands)” de The Shirelles hasta la celebrada “Cha Cha Twist”, quizá su versión más reconocida. Se encadenaron en esos minutos posteriores a un par de versiones más de su Mink, Rat o Rabbit (1998) como si no hubiera mañana: “Midnight Blues” y “Bad Girl” sonaron antes de “Feel Good”, una de sus últimas grabaciones de estudios y que, como cada racimo de tres, fue ampliamente coreada. Sonó “Just Can’t Please You” y, de nuevo, subidón de ritmos con “Yaki Taki Oowah!” y “I Can’t Go Back” que hizo las delicias del público más fan y bailongo.

Y así, The Detroit Cobras llevaron a cabo el calco del patrón de velocidades, momentos y ritmos prácticamente durante todo el concierto, donde seguían saltando, por ejemplo, de la coreable “Ya Ya Ya (Looking For My Baby)” a la rápida “Leave My Kitten Alone” o del “clasicismo” de “(I Wanna Know) What’s Going On” de Art Neville al rhythm and blues del «I Wanna Holler (But the Town’s Too Small)» de Gary U.S Bonds, encargada del cierre. Hubo fuerza todavía para un bis de un par de versiones más (“Cry On” y “Shout Bama Lama”, de Ottis Reading) aunque poca: Rachel Nagy acabó en un sofá, entre pose de femme fatale o suplicando descanso vital, frente a su público que, con todo, se mantiene fiel y pudo dar las gracias de disfrutar una noche más en compañía de las cobras.

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