Aroah – El Día Después (Acuarela)

En la portada de El día después, el tercer disco de Aroah, Irene Tremblay mira a la cámara de soslayo, casi con desconfianza. Paradójicamente, una vez suenan los primeros acordes, pronto descubrimos que esa mirada pretendía decir justo lo contrario.

Por primera vez íntegramente en castellano y de nuevo junto un Raül de Refree, Aroah, regresa con diez canciones en las que de nuevo condensa en pequeñas y relucientes piezas de pop-folk (por lo general de no más de tres minutos), toda la belleza y el lirismo que pueden desprender los sentimientos ofrecidos con total generosidad y confianza no exenta de pudor.

Unas veces amarga (Por no querer nada, ya no quiero a nadie afirma en «Nada» o Y bromas a parte, todo ha sido un infierno en «Canción para follar»), otras simplemente triste (Y ya sé que llorar no sirve de nada, canta en «El día después»), y sobre todo, siempre íntima, Irene sigue mostrando cierta tendencia a hurgarse en las heridas. Afortunadamente, cada vez parece reaccionar contra esas heridas con más firmeza, tratando quizás de sacudirse de paso, la soledad que siempre impregna sus canciones («Pequeña y verde»).

En cuanto al sonido, el trabajo de Raül cobra protagonismo y el disco lo agradece. Las guitarras adquieren fuerza y los arreglos, viento, metal, piano y hammond, hacen brillar unas melodías que cada vez más ricas, parecen destinadas a ser interpretadas junto a una pequeña orquesta de cámara.

Difícil es la suerte comercial de los trabajos que, aún llenos de talento, se atreven a apartarse de lo más habitual. Sin embargo, si habláramos solo de merecimientos, Aroah podría estar a la altura de cualquier Cat Power.

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