Delafé y las Flores Azules – Sala Q (Sevilla)

“Sábado noche en el sur”, comentaba Oscar D’aniello pocos minutos después de que la colorida puesta en escena de Delafé y las Flores Azules hiciese acto de presencia en la oscura Sala Q. Y tanto, Oscar. El local, con una ocupación considerable teniendo en cuenta las peculiaridades de la sala (más acostumbrada a sudaderas de Slayer que a tutús azules), acogía al grupo por segunda vez, en esta ocasión sin la presencia de Facto (Marc Barrachina), lo que situaba el marcador del escepticismo preconcierto unas décimas por encima frente al pasado año.

Al término de la apertura con el tradicional “tape”, Delafé y las Flores Azules saltaron a un escenario salpicado por floridos remates para resolver la primera gran duda del público asistente. Respuesta afirmativa, el sonido de la banda mejora en directo. El estruendo de la batería de Ramón Rabinad y la presencia de instrumentos de viento en directo sientan mejor que bien a su dinámico “hip-pop”, acercándoles a un aspecto sonoro más tendente al indie pero sin descuidar la naturaleza poppie que Helena Miquel mantiene con una dulzura técnica durante la totalidad de la actuación. Y es que “Hoy” es una gran elección para abrir un concierto. No sólo crea la atmósfera propicia para presentar el carácter dulce y sincero del show, sino que establece el suspense necesario para acentuar el efecto de la irrupción de la banda al completo al tiempo que Oscar y sus primeros versos comienzan a danzar encima de un público sorprendentemente animado a esas alturas del espectáculo. Al término, “Pronombres” y “Como loco” engrasarían la actuación hasta la llegada de los hits más cantables de la banda catalana.

Y suerte que segundos antes había rociado el escenario de talco para favorecer el deslizamiento de sus zapatillas, porque este chico no para (dale gas, dale gas). Delafé y las flores azules demostraron ser un espectáculo innegablemente llamativo, con tal facilidad para involucrar al público que el estribillo de “La Primavera” fue coreado por todos y cada uno de los asistentes en la sala, que, se supieran previamente la letra o no, disfrutaban entonando las pegadizas notas mientras Oscar y Helena realizaban coreografías slow-motion a ritmo de las bases que Dani Acedo proporcionaba con la ayuda de su equipamiento.

“Lametavolante” fue un punto y aparte en la actuación. De los samples grabados en tiempo real y usados segundos después para configurar la introducción al tema, la banda pasó a proyectar un sonido potente y agresivo (casi industrial, créanme, no miento) que llevó a Delafé a arrastrarse por el escenarios de la Q en un éxtasis sónico minutos antes del contrapunto que suponían “Funcionarios ausentes” o  la eminentemente funk “Muertos” como continuación en el show. Oscar y Helena hablaban constantemente con el público. El primero acusaba a su batería de haberse ido a fumar un pitillo a mitad del concierto (con las consecuentes risas de la totalidad de la sala), y la segunda animaba a unas chicas del público ataviadas con tutús azules a subir al escenario, cosa que hicieron minutos después durante el turno del hit “Espíritu Santo”. “Mar el poder del mar”, “1984” y “La Fuerza” (con lluvia de confeti incluida, aún quedan restos en mi chaqueta para atestiguarlo) dieron paso con la buena acogida de costumbre a la primera despedida del grupo, que quedó previsiblemente invalidada en cuanto regresaron para finalizar la velada con bises como “Río por no llorar” o “Enero en la playa” (dedicada a uno de los asistentes) y finalizar con “Solo palabras” para despedir a un público que apoyó con energía todas y cada una de las propuestas que los barceloneses hicieron durante la noche.

¿Sorpresa? Sí. ¿Agradable? También. La capacidad de Delafé y las Flores Azules para destilar un ambiente musical con personalidad propia y contundencia suficiente para dejar huella con su sonido es algo digno de mención, y hacerlo con la simpatía y la naturalidad con que ellos lo hacen más aún. A ver cuándo vuelven.

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