Low – Drums and Guns (Sub Pop / Pop Stock!)

The Great Destroyer (05) supuso para Low una catarsis rock. Una oportunidad única de baquetear los parches y pisar el pedal de distorsión como nunca antes lo habían hecho. Una vez descargada la ira, Low vuelve a la solemnidad de anteriores entregas como Things We Lost in Fire (01) o Trust (02). Bajan las revoluciones para, más que canciones, crear minimales mantras sonoros que casi prescinden de la guitarra para verse reducidos a un esqueleto de percusión y bajo. También hay espacio para teclados, abundantes aderezos electrónicos y, por supuesto, las inconfundibles harmonías vocales del matrimonio formado por Alan Sparhawk y Mimi Parker.

La producción del disco corre a cargo de un Dave Fridmann que, a la vista de sus últimos trabajos, parece decidido a sacarse de encima el sambenito de productor excesivo. Es esta una producción fina, inquietante y de bajo intrusismo pero no exenta de riesgo (quien escuche el disco con auriculares se dará cuenta de la radical panoramización de las voces)

En cuanto a las canciones, la inicial «Pretty People» pone todas las cartas sobre el tapete. Un manto de distorsión indefinida, un ritmo marcial y los lementos de Sparhawk denunciando los desastres de la guerra, de cualquier guerra. No perdamos de vista que, caso inédito en el rock independiente, el de Parker y Sparhawk es un matrimonio mormón, pero en lugar de optar por el sermón moralizante prefieren utilizar la música como vehículo espiritual. Por su parte, el nuevo bajista Matt Livingston deja su huella dub en temas como «Belarus» o «Always Fade». «Breaker» es algo así como el reverso oscuro del «Autum Sweater» de Yo La Tengo y «Hatchet» el único momento de ligereza y distensión. Entre lo más sobrecogedor de un álbum que ya de por sí eriza el vello encontramos «Dragonfly», «Violent Past» o el minuto de gloria de «Your Poison» (en apenas 73 segundos dan con una de las mejores canciones de lo que llevamos de año)

Hace tiempo que a Low le quedó pequeño el término slowcore, más allá de las etiquetas, lo suyo es medicina para el alma. Imprescindible.

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