Pixies – EP 1 (Pixiesmusic)

Quienes por edad y por suerte vivimos la eclosión discográfica y en directo de Pixies a finales de los 80 y principios de los 90 y nos emocionamos con su regreso en 2004, siempre soñamos con un cuarto disco (consideremos a Come On Pilgrim (1987) un EP) que echarnos a la boca.

Su idealizada discografía nos sabe a poco y por eso, aparte de las nostálgicas giras que han realizado desde entonces, el habernos encontrado con la tibia «Bam Thwok» compuesta por la ya ausente Kim Deal y la anecdótica versión «Ain´t That Pretty At All» para homenaje a Warren Zevon, nos daba ciertas esperanzas que ahora parecen cumplirse. 2013 pasará a la historia de la banda norteamericana como un punto de inflexión, primero por la salida de la insustituible Deal (del bajo ahora se encarga Kim Shattuck) y segundo, por la firme decisión de dar por fin continuidad a Trompe Le Monde (1991).

El primer aviso llegó en junio de la mano de «Bagboy», otro tema nuevo que si bien quedaba lejos de los mejores hitos del grupo, contenía los ingredientes suficientes para resultar emocionante y hacernos vibrar como antaño recordándonos en parte al brío mostrado en Bossanova (1990). Pero las sorpresas no cesan y hace pocos días nos encontrábamos con cuatro nuevas canciones que conforman este EP1, que tiene más trascendencia por lo que significa, que por lo que realmente contiene, ya que sus principales señas de identidad tan solo las intuimos en la reconocible voz de Black Francis y en pequeños fogonazos de la guitarra de Santiago.

Podríamos estar escuchando un disco nuevo de Frank Black sin el pulso que se le supone, pero no, esto viene con la etiqueta de Pixies, lo que nos deja algo fríos. No busquen aquí esa conexión perfecta entre el rock punk y la música surf, ni historias sobre alienígenas o relatos surrealistas, este primer plato se abre con una anodina balada apoyada en una gran percusión de David Lovering («Andro Queen») que nos deja con el gesto algo torcido. Remonta un poco en un medio tiempo sin mucho gancho aunque con intenciones melódicas («Another Toe in the Ocean») más propio de una cara B de los peores Weezer que de los de Boston y el arrebato rockero de  «What Goes Boom» cuya parte final mejora.

Pero no se alarmen, que «Indie Cindy» es la joya escondida que nos hace recuperar en parte la fe en la nueva encarnación de Pixies. Ese recitado alternado con esas subidas y bajadas (loud/quiet/loud), aquí sí reconocibles, apoyadas por una brillante melodía y su gran letra, nos hace al menos esperar con interés los presumibles Ep2, Ep3… que estén por llegar y recibirles en sus próximas visitas con los brazos bien abiertos.

Ellos han vuelto al estudio con la intención de no vivir de su legado, lo que les honra y nos basta para seguir adorándolos como antaño. Aunque ya no sea exactamente lo mismo.

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