The Decemberists – The King is Dead (Capitol)

Aquellos que hubieran huido como conejos del anterior disco de The Decemberists (The Hazards of Love, 2009) y de sus barrocas pretensiones operísticas están de enhorabuena: Colin Meloy, líder y compositor del grupo, ha decidido esta vez hacer, sencillamente, canciones. The King is Dead es un trabajo humilde, e incluso afable, lleno de temas entre alegres y épicos llenos de historias sobre mosquetes y cañones, venganzas aristocráticas, huérfanos tuberculosos y demás fantasías dickensianas- como corresponde al estilo marca de la casa de la banda americana.

Colin Meloy ha renunciado esta vez a intentar confeccionar una magna obra musical, y se ha pasado tranquilamente al prêt-à-porter. Tenemos entre manos diez temas de country-folk que tocan el corazoncito por su sencillez y su bella factura, con el habitual repaso a las tradiciones musicales populares americanas y celtas (¿alguien nos puede recordar de dónde viene la melodía que han adaptado en “Rox in the box”?).

El álbum contiene un par de buenos temas, que según el gusto de cada uno pueden ser los excelentes riffs de “Calamity song”, la angustiada emoción de “January hymn”, o el llevadero runrún de “This is why we fight”; de una manera u otra, todo el mundo tendrá unas cuantas canciones a las que llamar “buenas”. También encontraremos sin duda alguna canción a la que llamar “plomo”;  quizá “Dear Avery”, algo vulgarona, donde el pedal steel guitar puede poner de los nervios a más de uno. También puede enervar el tonillo country, algo cansino, en “All arise”. Nuevamente, que cada uno le pille manía a la que prefiera.

La solvencia instrumental es la de siempre – maravillosa – y la particular voz de Colin Meloy sigue siendo una atracción. The Decemberists demuestran, una vez más, ser un grupo capaz de componer excelentes canciones, y de tocarlas deliciosamente, pero en esta ocasión la falta de ambición y la linealidad de sus arreglos instrumentales les resta puntos; incluso, entre los más fans de la banda, el escaso alcance del disco puede generar confusión, nerviosismo y picores.

Parecería que Colin y los suyos han decido aparcar en esta ocasión la innovación y la experimentación; y es que cuando se mostraron creativamente más inquietos (en The Hazards of Love), el resultado fue calificado, en general, más de ampuloso que de revolucionario. Y quizá si The King is Dead es un disco tan de estar por casa sea debido a la cantidad de palos que recibieron al respecto. Sí, tal vez, pero después de todo la falta de ambición no es un defecto capital, y si no nos ponemos a buscarle dos culos al gato este es, sencillamente, un buen álbum.

Y por eso, a pesar de la notable falta de sorpresas, con cada escucha The King is Dead se muestra más y más agradable. Es un disco amable, simpático, algo tragicómico, y lleno de canciones idóneas para cantar en la ducha. No le busquemos más historias. Todos necesitamos algo que cantar en la ducha.

ESCUCHA en Spotify: The Decemberists – The King Is Dead

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