Bala + Codo (Sala Copérnico) Madrid 26/04/24

Existe actualmente una suerte de artistas y bandas a la que denominaríamos “la resistencia”. Me refiero a aquellos que, si bien pudieran vender su alma por subirse a la rueda de macro-festivales donde siempre se programa lo mismo y cada vez la música tiene un valor más secundario, prefieren dar el callo y seguir apostando por la cultura de conciertos de sala. Qué duda cabe que un ejemplo clarividente de ello son Bala.

Las gallegas han forjado una carrera a golpe de discazos y conciertos memorables que les ha aupado hasta lo más destacable de ese rock alternativo asilvestrado e indomable heredero de los 90.

Por ello, en la capital era necesario acercarse el pasado viernes al doble cartel formado por Bala junto a Codo. Una nutrida afluencia de público saludaba ya las formas desérticas y metálicas del trío madrileño, exudando riffs pesados  y tonadas adscritas al sonido stoner más primigenio. Y, por otra parte, era un auténtico gusto volver a disfrutar sobre un escenario de David López a las seis cuerdas ahora que el paréntesis abierto por Toundra resulta algo inquietante a los que conformamos su parroquia de fans.

Todo quedó bien preparado para que Anxela Baltar y Violeta Mosquera saltaran al escenario pertrechadas por toda la austeridad apasionada y actitud consistente que las caracteriza. Además, ese mismo día publicaban Besta (24), cuarto trabajo en su haber que, a través de colaboraciones de renombre como Ana Curra o Tanxugueiras, pretende quizás ampliar el radio de audiencia sin renunciar ni un ápice a su contundente y magmático sello marca de la casa.

Fue precisamente uno de sus temas nuevos, “Equivocarme”, el que dio inicio a una suerte de pogos, moshing y botes que nos acompañarían durante toda la velada, tal y como acostumbran sus shows y del que es una delicia formar parte a través de una comunión tan fácil y fluida artistas-público.

Pero esta vez tendrían que lidiar con un sonido bastante deficiente, sobre todo a nivel de guitarra, sepultada tras la muralla de voces y batería, lo que deslucía inevitablemente un tipo de concierto que se destaca, ante todo, por una ejecución ejemplar en el que otro tipo de sorpresas ni se necesitan, ni suelen formar parte. Quienes hemos visto en diversas ocasiones a las gallegas, damos fe de ello.

Aun así, y sabedoras ellas mismas de esas deficiencias sonoras, su actitud no desmereció en absoluto la de otras ocasiones y lograron erigir otra noche a recordar donde una vez más fueron los temas de su descomunal Maleza (21) los que reinaron por todo lo alto, desde su celebradísimo “Agitar”, pasando por el riff magnético de “Hoy no” y esa dupla siempre dislocada y salvaje que supone la unión de “Bessie” y “Una selva”. Los nuevos temas, pese a no estar familiarizados con ellos, se adaptaron muy bien a la propuesta de Bala, en especial una ya reconocida “Prisas”, con ese mensaje tan directo y contestatario.

Otro clásico de sus actuaciones son los gritos de los entrañables energúmenos solicitando temas de Lume (17), su primera referencia notable. Una pena que la rasposidad primeriza de “Colmillos” u “Omertá” no brillaran como en anteriores ocasiones por los inconvenientes sonoros descritos.

Momento especialmente destacable aquel en el que Violeta invitó a las chicas allí congregadas a ocupar las primeras filas para poguear de lo lindo con su trepidante versión del “Territorial Pissings” de Nirvana, invitando al género masculino a que ocupara filas más atrasadas. Esto no lo inventaron Belako, ni siquiera la Marvel. Esto lo popularizó el movimiento riot grrrl con Kathleen Hanna y compañía a la cabeza en los 90. Sí, ya saben, aquellos tiempos en los que pensábamos que el futuro traería coches volando y no humanos adocenados reptando por el piso. Aquellos, sí, en los que tras la violación y asesinato de Mia Zapata, líder de los imprescindibles The Gits, músicos de la escena de Seattle crearon la organización Home Alive! para enseñar defensa personal a las mujeres y poder dar una patada en el escroto a cualquier malnacido que osara propasarse en cualquier rincón infame.

Tras una bestial interpretación de otro tema nuevo, “Inmutable”, (ojito cómo suena), Bala abandonaron las tablas para regresar con la catarsis colectiva que fue “Quieres entrar” en la que formamos un enorme mosh pit en primeras filas para hacerlo explotar cuando el tema rompe y terminando después con la entrega máxima de Anxela bajando entre el público guitarra y micrófono en mano para berrear y dar hasta el último aliento entre nosotros su gente.

Hay que cuidarlas. Hay que conservar la resistencia. Y a ellas, ánimo y orgullo.

 

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