Entrevistamos a Kiko Veneno para hablar de ‘Hambre’
Yo me voy a Andalucía, ya Kiko Veneno me decía que cantaría su canción. Y que razón tenía el Maestro. La canción que cierra su nuevo disco, Hambre (Gran Sol, 2021), lo dejaba bien claro: «La felicidad es una raya que hay que atravesar». Cuando unas semanas antes le pregunté el significado de este verso me comentó con una sonrisa sincera: «Tú mismo lo descubrirás». Y así fue; semanas después de mi cita con él, en un chiringuito de Málaga, entendí lo que quería decirme.
Poco más puedo añadir yo de un artista de la talla de Kiko, historia viva de la música popular española. Un músico que siempre ha estado en la cresta de la ola, siempre buscando la mejor forma de absorber los nuevos sonidos, de investigar los nuevos ritmos y de expresarse como solo él puede hacer.
Citando a mi compañero Luis Moner, quien realizó la crítica de su nuevo disco: Kiko Veneno vuelve hambriento. Tiene hambre de conocimiento, hambre de descifrar nuevos lenguajes sonoros, hambre de hacer justicia en un mundo asqueroso, hambre de seguir siendo un provocador insobornable. A lo que añadiría, un hambre de seguir comiéndose el mundo a sus 69 años.
«Lo que tenemos ahora es una red musical gobernada por muy pocas empresas. Ahora con el enemigo no se compite, se le compra»
Es todo un placer hablar contigo Kiko. Hace apenas unos meses se publicó tu nuevo disco, Hambre (Gran Sol, 2021). ¿Cómo te encuentras?
El placer es mío. Estoy muy contento y aliviado, también un poco cansado. He estado más de catorce días seguidos de promoción y veo que me estoy haciendo mayor. He estado haciendo de todo, desde radio hasta entrevistas en la tele, pasando por la prensa y los conciertos. Está mañana me he levantado con una tranquilidad especial; ahora me toca irme unos días a descansar a Sevilla.
Es cierto que ha tenido que ser todo bastante intenso en estas últimas semanas. ¿Cómo estás viendo las sensaciones que está causando tu nuevo trabajo?
Eso es una de las cosas que más me gusta. Cuando uno escucha una canción es el sonido lo primero que tienes que identificar, o al menos intentarlo si te interesa. Ese fenómeno sonoro, el de escuchar un nuevo sonido por primera vez y ver la sensación que causa, me interesa mucho.
La verdad es que este proceso está siendo muy interesante, he estado viendo las reacciones que está causando el Lp y me alegra que la gente se esté fijando en el propio sonido del mismo, más que en los textos o las melodías. Estoy bastante contento, ahora a descansar unos días para poder seguir continuando la batalla.
Aun así, llevas más de cuatro décadas encima de los escenarios, debes estar más que acostumbrado a los focos, las entrevistas y los conciertos.
No me identifico mucho con esa sensación de estar siempre en marcha. Esto no quita que me lo paso de puta madre tocando, para mí es una sensación única. En mi caso, empecé un poquillo tarde en el mundo de la música, tenía veinticinco años y muy poca experiencia encima de un escenario. Cuando verdaderamente gané tablas fue a partir de 1992, cuando publiqué Échate un cantecito (1992).
Te quería preguntar por los inicios. ¿Cómo fue el momento en el que despertó tu curiosidad musical?
Cuando escuché por primera vez a los Beatles y sobre todo a Bob Dylan. Tendría unos 16 años y sinceramente me despertó un click interior. Por aquel momento no sabía tocar ni la guitarra, pero sabía que me quería dedicar al arte. Tampoco sabía que arte, me gustaba el cine, el teatro, la literatura … lo único que tenía claro era que quería encaminar mi vida por esos derroteros. Ahí nació mi gusto musical, escuchando a Bob Dylan siempre me entraban ganas de cantar. Tuve esa intuición juvenil, pero la dejé bastante aparcada durante unos años.
Y, ¿cómo comenzó tu trayectoria como artista?
Aprendí a tocar algunas canciones con la guitarra y empecé a estudiar mi licenciatura, Filosofía y Letras. Una vez que terminé la carrera, con 22 años, comencé a trabajar y es ahí cuando conozco a Raimundo Amador. A partir de ese momento, compuse algunas cancioncillas de prueba, entablé una buena amistad con Raimundo y empezamos a tocarlas juntos. Recuerdo que me decía: ¡Vamos, tócala otra vez!
En esa época, me voy dando cuenta del valor que tienen esas cosas. No tenía experiencia, apenas sabía tocar y fue en esas horas y días con Raimundo cuando empecé a hacer canciones, darle vueltas a la imaginación y a configurar los sonidos de Veneno. El grupo no duró nada, fue un disco maldito. Creo recordar que no tuvo ningún éxito.
A Los dos años se forma Pata Negra, y a los cuatro, en 1981, presento mi primer disco como Kiko Veneno. Esa fue mi entrada.
En junio has presentado tu nuevo proyecto. ¿ Qué nos puedes contar acerca de Hambre? ¿Cuál es la mayor novedad que podemos encontrar en este disco?
En este disco la aportación más importante es la novedad de los temas de corte aflamencado, por un lado “Hambre”, y por otro, “Madera”. En un principio eran un solo tema, una canción surgida de la improvisación, lo más difícil fue dividirlo en dos. Si te fijas ambas canciones tienen la misma velocidad y el mismo tono. El ritmo original viene de un Tanguillo de Cádiz, y creo que es de los temas más aflamencados que he cantado en mi vida. ¿Por qué? pues me apetecía, ¿canto mejor ahora que antes? pues tampoco (risas), es más esto lo podría haber hecho muchos años antes pero no tenía esa necesidad, encontraba otras formas de expresión en esos momentos.
En este caso me ha cuadrado cantarlo de esta forma, mezclándolo con sonidos electrónicos y esa especie de ambiente experimental. Siempre me he preocupado por mezclarme con gente joven e incorporar los sonidos actuales, los ritmos contemporáneos.
Justamente uno de los elementos musicales más sorprendentes de estos últimos años ha sido el nuevo trabajo de C. Tangana, El Madrileño. Un disco apasionante, muy variado y que cuenta con acompañantes de lujo. Una de las canciones que más éxito ha tenido es “ Los Tontos”, tema que cantas junto a él.
C. Tangana lo que hace es dar una vuelta a la variedad musical que hay. De pronto te mete estilos que no había tocado nunca y los lleva al estrellato. Estos ritmos y estilos no son escuchados por la juventud, incluso a veces no están bien vistos. Gran parte de la gente joven de España no le interesa la cultura con raíces, el flamenco, los versos de Machado y de Lorca… este movimiento que hace Tangana hacia la diversidad, hacia la música con raíces españolas, es la dirección en la que tendría que ir parte de la música que se genera en este país.
Además, en los últimos años no solo has participado con C. Tangana, sino con grupos de una calidad increíble como Derby Motoreta’s Burrito Kachimba o Vera Fauna. Conjuntos que están desarrollando el nuevo rosal del rock andaluz. ¿Cómo surgieron estos proyectos?
A los Derbys los conocí cuando hicimos el capitulo inicial del programa Un País Para Escucharlo. Este episodio fue en Sevilla y lo presentaba junto a Ariel Rot. Ahí fue donde coincidimos y tuve la oportunidad de escucharlos. Unos meses después, en unos encuentros en Galicia, Ángel Carmona me propuso que hiciéramos algo juntos y allí compusimos “Alas del Mar”. De ahí viene nuestra amistad. Son un grupo fantástico, son gente lista, gente fresca… además, no solo son buenos musicalmente, sino que con su música se cuenta un relato, crean una historia visual.
A Vera Fauna los conocí en Sevilla también. Es una casualidad porque el cantante de Vera Fauna, Kike, es sobrino del bajista de mi grupo. Fue él quien nos puso en contacto, fuimos al estudio y grabamos la canción. Vera Fauna es un grupo con un futuro bastante prometedor.
Después de tantos años en la carretera, ¿Cómo ves el mundo musical en estos momentos en España?
Pienso que en términos políticos una de las consecuencias que estamos viviendo es la uniformidad musical. El propio sistema se basa en grandes monopolios, yo directamente lo llamo dictaduras, no existe la competencia. En el capitalismo del siglo XIX había, al menos, cierta competencia, lo que tenemos ahora es una red musical gobernada por muy pocas empresas. Ahora con el enemigo no se compite, se le compra.
Todo esto hace que cada vez más haya menos diferencias musicales, al menos a nivel masivo. Casi todos los artistas parece que quieren hacer lo mismo. Al final, el panorama se empobrece y quita variedad musical, el mercado musical monopolista esta fomentando y potenciando todo esto. Un cambio real sería dar mayores oportunidades a los músicos y grupos pequeños que están surgiendo.
“Siempre me he preocupado por mezclarme con gente joven e incorporar los sonidos actuales”
Estoy completamente de acuerdo, y siendo sinceros, esa empresa se llama Spotify. Una compañía con un doble filo porque es cierto que puedes encontrar de una forma sencilla prácticamente toda la música que existe, pero en el cuál, se potencia los estilos que les interesa y donde el músico esta siendo completamente marginado y empobrecido. Una red de la que a día de hoy no se puede salir.
Eso es Spotify. Las empresas tecnológicas que se convierten en dictadura, no hay oposición. Cuando estaba Franco no había partidos políticos, cuando está Spotify no hay ninguna plataforma musical que beneficie a los músicos, solo se benefician los inversores.
En algunas entrevistas hablaba sobre la música y lo relacionaba con El Corte Inglés. La música debe tener muchas plantas y cada una diferente, si todas las plantas tienen el mismo producto ¿dónde está el negocio? ¿dónde está la gracia del supermercado? … Yo al menos no iría (risas).
Ha sido todo un placer poder hablar contigo Kiko. Para terminar esta conversación, me gustaría preguntarte, ¿qué significa para ti la música?
Una forma de comunicarnos muy personal, con un ADN propio. La música siempre suma, y sobre todo el sonido, aunque no todo el mundo sabe interpretarlo.
Kiko lleva dos discos seguidos flipantes