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Entrevistamos a Sigmund Wilder, que regresan con Desorden

A veces, de forma inesperada, caen en tus manos –mejor dicho, aterrizan en tus oídos- discos que intuyes desde el primer momento que se quedarán sonando en tu cabeza durante mucho tiempo. Por referencias, educación musical o una mera cuestión de sonido y conexión emocional. Justo eso es lo que provoca en muchos y muchas la escucha repetida de las ocho canciones que conforman Desorden (un guiño más o menos evidente a los padres del cotarro, los inmortales Joy Division), una mezcla de sentimientos reunidos bajo el epígrafe de Sigmund Wilder, el alter ego que el músico catalán David Martínez utiliza como vía de escape para expresar muchas cosas que de otra forma no tendrían mucho sentido. Tras la enésima escucha decidimos hablar con él para hacerle unas cuantas preguntas relacionadas con el sentido que hoy en día sigue teniendo utilizar la música como vehículo de afirmación, lo indispensable de algunos referentes y el proceso de gestación y plasmación de un disco con una personalidad imponente.

«Para dar forma a Desorden he querido formar un all star de músicos que inhalan y exhalan los sonidos de la new wave, que si un día entraran en coma despertarían al escuchar “How soon is now?»

Desorden es un disco al que hay que prestarle bastante atención. No solo es evidente que ahí están las huellas que han dejado en tu educación musical bandas como The Cure, New Order (las más evidentes) o alguna otra, sino que todo eso está conjugado con un sonido y unos arreglos propios y sobre todo con mucha personalidad.

Agradezco mucho tus palabras sobre Desorden. Soy muy partidario de hablar abiertamente de las influencias. Es un acto de justicia y de agradecimiento. Sin ellas no existiría Desorden y tampoco Sigmund Wilder. Mi educación musical ha tenido una infinidad de maestros. Desde muy pequeño empecé a consumir música de forma obsesivo-compulsiva. Lo hice además con un sentido muy amplio del eclecticismo. The Cure es sin duda la banda que más ha marcado mi forma de entender la música, pero mi catálogo de imprescindibles va desde Public Enemy hasta Love Of Lesbian pasando por Sinead O’Connor, Jane’s Addiction, Lou Reed o Lana del Rey entre muchos otros. Todo ello ha derivado, como dices, en una propuesta con mucha personalidad. De todas formas, en el disco han intervenido seis mentes creativas, cada una con su background cultural, y eso también ayuda a sacar las canciones de su cueva y crear un cóctel interesante.

También has hablado de la tremenda influencia en el sonido de Sigmund Wilder de bandas de la new wave británica de los ochenta, sobre todo en el sonido de las guitarras. Y citas a una que a priori puede sorprender, como Duran Duran, que no es un grupo demasiado reivindicado hoy en día.

Para dar forma a Desorden he querido formar un all star (huyendo de la acepción más pretenciosa del término) de músicos que inhalan y exhalan los sonidos de la new wave, que si un día entraran en coma despertarían al escuchar “How soon is now?”. Las guitarras son probablemente el elemento más evidente de esa influencia. La incorporación de Marcos Ceprián como guitarrista es una de las claves del resultado final en el sonido de Desorden. Mikel Irazoki (bajo) es otra alma post punk / new wave con un peso brutal en el sonido del disco. Respecto a Duran Duran, los reivindicaré hasta el final de mis días. Su etapa con Warren Cucurullo, en la que firmaron discos tan impopulares como Medazzaland, Big Thing o Pop Trash, tiene un espíritu oscuro y místico tremendamente inspirador.

¿Es esta la producción que buscabas, con Santos & Fluren a los mandos?

Originalmente pensé en Santos & Fluren como los productores perfectos para este disco por las referencias y por su trabajo con otros artistas. Tuvimos un primer encuentro en verano de 2019 para plantear los fundamentos teóricos del disco. Tras dos horas de intercambiar puntos de vista, supe que Desorden no podía estar en mejores manos. Su background y su cultura musical no conocen límites. Me resultó muy curioso que desde el minuto uno estuviera sobre la mesa nuestra admiración compartida por las producciones de Flood y Daniel Lanois. El resultado final, en términos de producción, ha superado con creces mis expectativas. Me atrevería a decir que las suyas también. La magia de Desorden reside en la química interpersonal que se creó durante la grabación entre todos los implicados. Compartir esta aventura con ellos ha sido muy enriquecedor tanto en lo artístico como en lo personal. Nos hemos entendido a la perfección y hemos afrontado como un equipo cada decisión.

¿Cuál es el concepto real de Sigmund Wilder? ¿Es una banda en la que reina la democracia o la forma más práctica de que un solista se arrope bajo un paraguas grupal para componer canciones?

Es la B. No creo que la democracia sea un sistema efectivo en un proyecto artístico. Siempre tiene que haber quién tiene la última palabra sobre las decisiones. Sigmund Wilder nace a partir de mi visión y mi necesidad de canalizar emociones a través de la creación de canciones y asumo el liderazgo del proyecto con todo lo que implica. A partir de ahí, cómo uno aplica el manual del buen líder lo condiciona todo. Yo no creo en el liderazgo del “mando y ordeno”. Creo en implicar e integrar en el proyecto a las personas adecuadas, en dejar que sumen y aporten su talento, en hacerlos sentir valorados y sobre todo en reconocer su trabajo y compartir los méritos. Cuidar de las personas es como plantarlas y regarlas en terreno fértil. Por teórico que suene, ponerlo en práctica funciona y da unos resultados espectaculares.

 

En ese sentido, por llamar banda a lo que en verdad es la idea de una sola persona, no han sido pocas las comparaciones, aunque yo no lo tengo tan claro, con algunos nombres históricos del pop independiente español como Sr. Chinarro.

“Quiromántico”… Qué maravilla. No creo que la comparación vaya desencaminada. En nuestro caso la idea es muy clara. Yo considero parte integrante de este proyecto a cualquiera que aporte o haya aportado su tiempo, su esfuerzo y su talento en pro del crecimiento y la evolución de éste. Tras la etiqueta Sigmund Wilder estamos todos: el diseñador de la portada del disco, el ingeniero que masteriza el disco, nuestro backliner o la persona que vende nuestro merchandising. Todos somos Sigmund Wilder y todo lo que sucede es gracias al trabajo de todos. No sé si somos una banda, pero sí tengo claro que somos un equipo. Un equipo llamado Sigmund Wilder.

Las canciones del disco hablan de reinvenciones, o de puntos y aparte que en verdad son puntos y seguido, y en ello englobas actos y sentimientos que podrían identificarse con cualquiera. ¿Necesitas escribir sobre algo que se pueda entender sin demasiado esfuerzo?

Uso el proceso creativo, especialmente el de las letras, como una terapia personal. En las letras doy rienda suelta a mis fantasmas, a mis miedos, a mis incertidumbres, a mis anhelos y a mis esperanzas. Creo que son muy comunes a las de cualquier mortal. No suelo contar historias con una narrativa explícita. Escribo sobre las emociones, sentimientos y sensaciones que he vivido en esas historias y eso hace que cualquiera pueda identificarse con las canciones, trasladarlas a sus vivencias personas y hacérselas suyas. En este sentido sí hay una clara intencionalidad en el cambio de idioma. El salto al castellano sí persigue claramente facilitar la conexión entre las canciones y las personas que las escuchan.

La nostalgia e incluso la esperanza también se pasean por los textos, algunos de ellos ciertamente interesantes, como el de “Objetos perdidos”, para mí una de las canciones más redondas.

La nostalgia tiene un puesto sagrado en la música de Sigmund Wilder. Tanto en la composición, como en la sonoridad y las letras. El caso de “Objetos perdidos” es muy curioso. Me inspiró la imagen de una persona acudiendo a la oficina de objetos perdidos con la esperanza de encontrar algo que ha perdido y necesita recuperar. Acabé contando la historia de alguien que un buen día se da cuenta de que ha perdido todo aquello que un día lo hizo ser auténtico y brillante y decide salir en busca de todos esos objetos perdidos. Sin duda, a nivel de texto, es el tema más luminoso y esperanzador del disco. Es el tema perfecto para cerrar el disco y celebrar que el sol vuelve a salir todos los días.

 

“El fantasma de Syd Barrett” o “Sin ti fue invierno” son verdaderos hits, o deberían serlo. Supongo que hay mucho que contar sobre esas dos canciones. Por cierto, gran vídeo el de la segunda.

Son los dos temas que llegaron finalistas en la carrera interna por determinar cuál podía ser el single del disco. “El fantasma de Syd Barrett” es mi tema favorito de Desorden. El tema narra la historia de dos almas que se buscan pero nunca llegan a encontrarse. La historia alterna hechos reales con imágenes que solo se dieron en el universo imaginario de ambos. Precisamente la alusión al personaje de Syd Barrett es una forma de ilustrar ese mundo irreal, ese viaje a otra parte donde todo es posible y ese despertar de vuelta a la realidad donde resulta complejo distinguir qué forma parte del sueño y qué es real. “Sin ti fue invierno” es sin duda el tema que mejor representa el sonido del actual Sigmund Wilder y eso tuvo mucho peso en su elección como single. El vídeo sale de la mente y las manos de Max Palou, un joven director de Barcelona. Es un vídeo hecho con muy pocos recursos, pero muy bien explotados.

A quienes hubieran escuchado el disco anterior puede que les sorprenda el giro estilístico que hay en Desorden. ¿Cómo se derivó en esas texturas electrónicas y ambientes tan sintéticos como base de estas nuevas canciones?

Un artista debe evolucionar. Repetir una fórmula es fácil y cómodo pero es sumamente aburrido tanto para el autor como para las personas que escuchan el disco. Sobre cómo surgió la deriva a los sonidos más electrónicos… los tres conceptos que más veces verbalizamos durante la producción del álbum fueron “Gallup”, “Flood” y “Trent Reznor”. Fluren tiene una absoluta obsesión con Pretty Hate Machine (el disco debut de Nine Inch Nails) y en especial por la producción de Flood. De forma recurrente desaparecía durante horas y volvía con programaciones y galaxias que había desarrollado experimentando con aparatos que no aparecen en los escritos.

 

Aunque las canciones suenan muy bien trabajadas, ¿compaginasteis esas ideas previas con la experimentación e improvisación cuando las grabasteis?

Entramos en el estudio con una idea muy definida de hacia dónde íbamos. Todos los implicados teníamos el concepto muy claro y eso nos permitió dejar mucho espacio a la espontaneidad y dar cabida a ideas que surgían durante el proceso de grabación. Con Santos & Fluren acordamos desde un inicio dejar que se nos fuera la olla y no autocensurar ideas. Uno de los grandes activos de crear el all star que mencionaba antes es implicar a mentes muy experimentadas y muy sabias en una fase tan clave de la producción. Las circunstancias bajo las que trabajamos en el estudio nos permitieron afrontar la grabación con la mente completamente abierta y predispuesta a dejar que el disco creciera y se desarrollara con las aportaciones e ideas que surgían sobre la marcha por parte de todos.

Para debutar en castellano solo son ocho las canciones que se incluyen en Desorden. ¿Son las que salieron, las que estaban mejor acabadas o queríais realmente hacer un disco relativamente corto?

Tenía en mente la idea de hacer un álbum muy intenso en el que no sobrara nada, sin redundancia de ningún tipo, donde cada canción tuviera su propia personalidad y contara su propia historia. La idea de publicar el disco en formato LP me inspiró a usar la fórmula de los cuatro temas por cara. Hay grandes discos en la historia con cuatro temas por cara (Pornography, Remain In Light, The Idiot, Born To Run, etc). Son discos con una gran carga emocional. Decidí seleccionar las ocho demos que mejor apuntaban y llevarlas al estudio. Trabajar con un guion de ocho temas nos permitió desarrollar los arreglos a un nivel de detalle y profundidad que no hubiéramos logrado con un álbum más largo.

Poca gente sabe que Sigmund Wilder han tocado ya en varios festivales (en la era pre pandémica, claro) y que han compartido escenario con gente como Los Planetas, Bunbury o el mismísimo Elvis Costello. ¿Cuál ha sido la mejor experiencia escénica hasta ahora?

Para ser justos, técnicamente hemos compartido cartel, no escenario. Todo ha sucedido en festivales donde abres el concierto desde el escenario alternativo. Han sido experiencias muy emocionantes y gratificantes. El caso de Bunbury… siempre ha sido un gran referente para mí y la noche que abrimos su concierto en el Festival Internacional de Música de Cambrils fue muy especial. No obstante, la mejor experiencia escénica hasta ahora tuvo lugar en la sala Luz de Gas de Barcelona justo hace un año. Cerramos la etapa de nuestro disco anterior con la sala llena hasta la bandera. Fue apenas dos semanas previo a entrar en Blind Records a grabar Desorden. Fue una manera muy épica de despedir una etapa y abrir otra.

Hemos hablado de lo que fue, pero es imposible hablar de lo que será, teniendo en cuenta que cada semana la incertidumbre acerca de los próximos conciertos es una losa muy pesada para todos los que os dedicáis a esto, pero creo que si la primavera supone un alivio en las restricciones ya tenéis cerrados varios conciertos.

No tenemos cerrado nada de momento. Estamos viendo opciones. Para nosotros ahora es muy importante acertar. Queremos presentar el disco en las mejores condiciones posibles. No tardaremos en tomar decisiones. Os informaremos tan pronto como tengamos noticias.

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