Fernando Alfaro (Universal Music Festival – Teatro Real) Madrid 26/07/17

No es ningún secreto para los madrileños que el Teatro Real tiene forma de ataúd. Contaban las leyendas que el primer arquitecto, Antonio Lopez Aguado; lo diseñó así para que la desgracia cayera sobre el edificio. Las vicisitudes por las que pasó toda su construcción bien podrían dar crédito a esa leyenda. Como siempre la realidad es mucho más aburrida, tiene esa forma por el solar en el que se vio ubicado y los edificios que le rodeaban.

Lo que sí que es cierto es que está construido sobre el agua, en concreto sobre los acuíferos que abastecían a la fuente de los Caños del Peral y ya sabéis lo que dicen, “los teatros construidos sobre el agua tienen mejor sonoridad”. No sé si esto lo sabrá Fernando Alfaro y si el pasado miércoles 26 iba pensando en ello, cuando salió al escenario de la Sala de orquesta del Teatro Real. Lo cierto es que su íntimo y sencillo concierto ubicado dentro del ciclo de Universal Music Festival, sonó a la altura de la sala tan ilustre que albergó este “bolo”.

Fernando Alfaro se encuentra presentando lo que será su próximo trabajo, Sangre en los surcos (Virgin). Un disco grabado en los estudios de Paco Loco, “un poco sin saber lo que se iba a hacer”, según comentaba el propio Fernando al comienzo de la actuación. Sangre en los surcos repasará parte de los momentos más importantes de su carrera, tanto en solitario como con sus bandas, con algún tema nuevo, todos en clave acústica.

Y eso fue lo que hizo el albaceteño en el Teatro Real, salir armado únicamente con su guitarra acústica ante un público conocedor de su obra, pero no por ello falto de las nuevas aventuras del cantante. Así en un ambiente distendido y un respetuoso silencio casi mágico, Fernando comenzó su recital con el corte que da título al disco, para continuar con joyas como: “Ricardo ardiendo” o “Magic”, ambas dedicadas a su amigo Ricardo, fallecido en 1994.

Casi todas las canciones con una breve introducción, dotándolas de más intensidad si cabe. Nos contó porque compuso la sublime a la par que desgarradora, “Mi refugio”, contrastando con la amable historia de la que nació “Saariselkä Stroll” en el parque natural de Saariselkä en Finlandia. Todo ello sin setlist y caminando por la cuerda sin red de seguridad, aunque tuvo que pedir la hoja que se había olvidado en el camerino, para volver a escoger una canción que no estaba en la hoja de ruta: “Dominó”, en un acto de rebelión contra sí mismo; como el propio Fernando se encargaba de indicarnos entre risas cómplices.

También sonaron otras perlas salvajes como: “Una nueva vida”, una intensísima versión a la guitarra de “¿Qué clase de animal?”, “Camisa hawaiana de fuerza”, para terminar con la inevitable, imprescindible y atemporal “Fuerte!”. Como los aplausos no paraban de sonar bajo los “paraguas” acústicos de la sala, Fernando Alfaro salió de nuevo de muy buen grado a hacer unos bises sinceros que no se encontraban previstos: “Mis huesos son para ti” y “Gente abollada”, entre otras. Un concierto de los de enmarcar, con un cancionero tan indestructible como el sarcófago del Teatro Real.

 

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