Lagartija Nick (Teatro Eslava – Inverfest) Madrid 01/02/23

Lagartija Nick son el triunfo de la contracultura, por muy paradójico que pueda sonar. Una anomalía necesaria con la latente inquietud de adentrarse en los terrenos más dispares e invitarnos a disfrutar de universos y multiversos de todo pelaje. La cabeza de Antonio Arias bulle y no para de crear, ya sea reivindicando a viejos maestros de hace un siglo, recuperando la obra de su hermano Jesús, profundizando en el flamenco o acercándose a la física y la astronomía.

El último capítulo de su banda es El Perro Andaluz (Montgrí, 2022), una colección de temas que parte del poemario desconocido de Luis Buñuel. Surrealismo e imaginación para conectar Granada con Calanda, respetando la tradición musical aragonesa. Un brillante ejercicio que sumar a todas sus andanzas y una nueva excusa para volver a los escenarios. La cita se presentaba como su personal homenaje a la Generación del 27, pero no se quedó en el reputado cineasta, el omnipresente Lorca, el peculiar Val del Omar o su coetáneo Pablo Picasso. El espíritu de Enrique Morente y como decíamos, del músico (TNT), periodista y agitador cultural Jesús Arias forman parte del ácido desoxirribonucleico de Arias y los sentimos tan presentes como a Antonio, Juan Codorníu, Eric Jiménez y JJ Machuca.

Su reciente entrega tuvo el peso que requería y hasta siete de sus cortes sirvieron de hilo conductor en un rico y variado repertorio que transitó por parte importante de sus más de tres décadas de historia. La onírica «Palacio de hielo» y el rock espacial de «Me gustaría para mí (Las libélulas)» se fundían con la lírica de «Respiro en Nueva York» y una acelerada «Niña ahogada en el pozo», primera parada en ese hito llamado Omega (El Europeo Música, 1996); con unos visuales de Buñuel y Val del Omar que acompañaban y realzaban en espectáculo.

«Teatro bajo la arena» del genial Crimen, Sabotaje y Creación (Virgin, 2017) daba paso a la visionaria «Agonía agonía» y la melodía desencantada de «Buenos días Hiroshima», otro de esos recientes hitos del grupo. Un subibaja de sensaciones que alternaba momentos de pura diversión como «Bacanal» y «Polisoir milagroso», con el peso de «Vuelta de Paseo», la reivindicativa «Guernika 2019 (Zer egiten arrainak)» o los tambores de «Pájaro de angustia».

El poso emocional se fue incrementando gracias a la guitarra flamenca de Eduardo Espín Pacheco y posteriormente a la voz de Soleá Morente, con quien volvieron a Omega y a esa «Ciudad sin sueño» de nuevo con palabras de Federico: «No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie». Momento ciertamente conmovedor que remataron con la presencia de la cantaora Carmen Linares con quien recuperaron la encarnación de Los Evangelistas y ese Homenaje a Enrique Morente (El Volcan, 2012) con «Delante de mi madre». Parecía difícil salir del trance cuando continuaron recordando a Enrique en este caso con «Celeste», de nuevo con la voz de Carmen. Congoja y emoción desbordante con la que dejaron el escenario.

Aún había tiempo para más y la mejor manera de quitarnos el nudo en la garganta fue regresar a tiempos de Inercia (Sony, 1992) y recuperar el afterpunk urgente de «El nuevo Harlem» y «Esa extraña inercia (Anfetamina)». Tras esta descarga se despidieron, pero ante la insistencia del público se animaron a regalarnos una más. Todo el mundo esperaba «20 versiones», «Hipnosis» o quién sabe, la reciente «La ira de noviembre»… pero no, decidieron recuperar el cierre de ese alegato en contra la guerra Los Cielos Cabizbajos (Montgrí, 2019) y pusieron fin a una noche memorable con la oscura «Somalia». Así son Lagartija Nick, tan poco previsibles, como necesarios.

Fotos Lagartija Nick: Manuel Pinazo

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