Libro: Nando Cruz – Macrofestivales: el agujero negro de la música (Península)

Al comienzo de este ensayo se señala un hecho irrefutable: en España, a fecha de 2019, existían 917 festivales que generaban unos ingresos de un 59% de la industria de la música en directo. Esto son datos estadísticos sacados del Anuario de estadísticas culturales del Ministerio de Cultura, y que pone sobre la mesa la importancia descomunal que supone este negocio para los intereses de los diferentes agentes que intervienen en la implantación y difusión de estos engranajes ¿culturales? Veamos.

El periodista barcelonés Nando Cruz ya problematizó sobre toda la escena indie estatal surgida en los noventa con el libro Pequeño circo: historia oral del indie en España, y más de una chispa saltó habida cuenta de las encendidas discusiones que desató. Intuyo que en este nuevo libro de llamativo título Macrofestivales: el agujero negro de la música (Península, 2023) las aguas están más calmadas, sobre todo en relación con el personal que se dedica a la música, ya que es una evidencia que, si se rasca un poco, uno acaba por caer en la cuenta de que los macrofestivales han dejado de ser un encuentro ameno para disfrutar y sociabilizar con la música, a ser uno de los más lucrativos negocios del capitalismo más insaciable, y que a su vez, su intrincada opacidad se ha ido desquebrajando gracias a voces que no han tenido miedo a denunciar practicas abusivas.

Si en los sesenta los macrofestivales tipo Woodstock o las primeras ediciones del Reading eran el escenario de idílicas postales en las que se enmarcaban escenas de intima comunión entre música y naturaleza, entre espacios sostenibles y calidad musical, se ha pasado, a lo largo de los años, a servir como mecanismos para ganar dinero a costa de ofrecer servicios destinados a una experiencia que más parece las de un resort o un crucero.

Nando Cruz a través de diferentes capítulos que se van entrelazando, desmenuza aspectos que hacen posible que, por una parte, estos grandes eventos se organicen de forma indiscriminada, y, por otro lado, qué carencias tiene, y de qué forma se podría gestionar para hacer de éstos lugares de encuentro más habitables, más humanos en definitiva. Vivimos con la percepción de un rapto del tiempo, en donde paso del tiempo ya parece que está fuera de nuestro control. El multitasking es el nuevo hashtag que sirve para que, a nivel sensorial y neuronal, nuestra mente capte los máximos estímulos posibles. Como bien comenta Cruz, los macrofestivales ya no crean espacios de reunión, sino paraísos artificiales en los que, mediante una pulsera que monitoriza tus gustos, puedes atisbar miles de deseos a la vez: cientos de conciertos a tu alcance sin conexión ninguna con el espectador, restauración cool, espacios boutique en los que comprar lo que quieras, y así un largo reguero de impactos visuales y auditivos.

Todo esto revierte en una atomización de la oferta musical en pocos días y un desmantelamiento progresivo de la red de salas de conciertos, así como una nula política de creación de redes culturales alrededor del macrofestival que atienda las necesidades de la localidad en cuestión. En este aspecto es revelador el caso del barrio de La Mina en Barcelona. Este municipio en donde gran parte de la población es migrante – y una gran cantidad de población gitana- tiene que mendigar a la Administración catalana dinero para poder hacer su Festival de Cante Flamenco de La Mina mientras que el monstruo de mil cabezas del Primavera Sound es subvencionado con pocos reparos. La marca Primavera Sound, al igual que FIB o MadCool por poner solo algún ejemplo, son sinónimo de “campamentos de verano o de invierno”, de márquetin referencial, pero lo que sobrevuela es la sensación de que la música es lo que menos importa. Estamos aquí por la pasta.

Como queda bien explicitado en el ensayo, los cabezas de cartel se repiten cada año porque los bookers que gestionan las agendas siempre son los mismos (hasta las bandas locales se ofrecen para actuar gratis para de esta manera tener una plataforma potente para darse a conocer), las incomodidades en los recintos impiden el disfrute musical, la precarización de los salarios llega a extremos de pura esclavitud… Al final se pregunta Nando Cruz y es posible cambiar estas dinámicas y así poder organizar macrofrofestivales más sostenibles a todos los niveles. Parece una utopía pensar que esto pueda suceder, pero libros que como este abren un debate transversal que se antoja necesario.

Puedes comprar el libro: Macrofestivales: el agujero negro de la música de Nando Cruz (Península) en la web de su editorial.

 

3 comentarios en «Libro: Nando Cruz – Macrofestivales: el agujero negro de la música (Península)»

  • el 17 mayo, 2023 a las 12:05 pm
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    Serían muchas los puntos a cuestionar tanto del libro, que obviamente no pienso leer, como de la crítica que rezuma esas ideas tan comunes en el mundo cultural y de opinión de hoy en día; sistema, capitalismo (neo/turbo), sostenibilidad, etc etc
    Empezando por las cifras (¿son los 917 festivales como MadCool o el Primavera?) y acabando con lo que eran antes los festivales, nada «idílicos» y si un horror organizativo.
    Pero no sé, no entiendo muy bien cuál es la alternativa, quién tiene que generar esa alternativa, tanto cultural como social, cómo debemos organizar un planeta de 8000 millones de habitantes y porqué siempre pensamos que hay un «enemigo» o ente desconocido y maléfico que quiere nuestro mal.
    El mundo ha cambiado y lo hace constantemente, es triste esa continua nostalgia tan de moda (los 30 años del disco tal o los 25 años de la muerte de no se quién) y el sopor de ver que la derrota la llevan las personas encima sin darse cuenta.

    • el 22 mayo, 2023 a las 12:01 pm
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      Pero, Unai, corazón, ¿tú eres tonto? ¿Cómo puedes decir en la misma frase que «son muchos los puntos a cuestionar del libro», que «no piensas leértelo» y esperar que los demás no pensemos que eres bobo? xDDD

  • el 22 mayo, 2023 a las 8:10 pm
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    Yo alucino con la gestión de los comentarios que hacéis en Muzikalia, decepción tras decepción después de muchos años leyendo esta web desde el mítico foro…¿hay alguien al volante por aquí?

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