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María Arnal i Marcel Bagés + Le Parody (Tomavistas Extra) Madrid 21/05/21

La edición de conciertos a la que ha dado lugar este año la reconversión del ya clásico festival madrileño Tomavistas, por los motivos de sobra conocidos y padecidos, arrancó con un doble cartel que aunaba coherencia estilística e inquietud sonora, el formado por dos de los nombres más en boga del panorama musical nacional independiente: Le Parody y María Arnal i Marcel Bagés.

Soledad Sánchez, la persona que se parapeta tras su alter-ego artístico Le Parody, saltó al escenario embarazadísima y con la sola compañía de sus diversos cachivaches electrónicos para ofrecer un show al que no le faltó voluntad y discurso reivindicativo.

Con todos los elementos en contra, sintetizados en ese “único consenso general” -como bien dijo la granaína- que supuso el ya conocido primer lema restrictivo tras el confinamiento de “Prohibido bailar” junto a un sol todavía pujante, hizo difícil introducirse en la propuesta abiertamente electrónica con reminiscencias jondas que brindó la presentación en vivo del notable Porvenir (19). Pese a ello, y gracias a una actitud encendida y honesta, Le Parody nos dejó excitantes momentos, sobre todo los vividos con el encadenado de dos temas soberbios, “Alepo” y “La puerta”, con un alentador empuje de desfase progresivo.

Mientras que algunos esperábamos a los protagonistas de la jornada descubriendo que compartir una bolsa de patatas chips embadurnadas de tres sobres de kétchup puede tener su encanto, la noche iba abriéndose paso para ser telón de fondo de la defensa escénica de Clamor (21), el exuberante trabajo que María Arnal i Marcel Bagés regalaron a principios de año.

Con un público que llenó el aforo de mesas como lo había hecho por otras dos noches en teatros hace meses, el dúo llegaba a Madrid confiado y sabedor de que está viviendo su gran momento artístico. Acompañados de dos vocalistas y otro instrumentista, tuvieron que bregar para lograr maridar la desacomplejada indagación experimental de sus nuevos temas con el poso lírico y folk de su exitoso 45 cerebros y un corazón (17). Y la cosa no fue desde luego fácil.

Tras un comienzo realmente extraordinario con la concatenación de “Milagro” y “El gran silencio”, sin duda lo más emocionante de toda la velada para quien les escribe con permiso de la litúrgica e inmensa “Jaque”, llegó el momento de elaborar la alquimia anteriormente mencionada, basculando entre una interacción a veces excesiva a la hora de hacer partícipe al público (bastante anticlimática antes de interpretar una canción tan preciosa como “Meteorit ferit”) y la representación más exigente de su propuesta, personificada a la perfección en los juegos vocales de “Cant de la Sibil-la”.

Muy heredera sobre las tablas de la Björk más interesada en la investigación lírica y su hermanamiento con el glitch-pop, con una estética que recordaba su gira Vespertine (01), la portentosa garganta de la catalana deslumbró con brío, sobre todo en interpretaciones pretéritas, destacando la expansiva “Canción total”, la desnuda “A la vida” y la belleza inmortal del tema que nos rindió al dúo: “Tú que vienes a rondarme”.

Se notaba que artistas y público necesitaban comunicarse, sentirse cómplices y romper las barreras que todavía quedan a causa de todas las medidas sanitarias y distanciamientos (anti)sociales. Pese a la intención innegable de ambas partes, la sensación de estar a mitad de un camino aún por recorrer nos abocaba a compartir la impresión cada vez más latente de que no queda más que elegir sin remilgos entre todo o nada.

Foto María Arnal i Marcel Bagés: Adrián YR Photography (Tomavistas)

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