Massive Attack – Heligoland (EMI)

Poco después de salir al mercado 100th Window, recuerdo haber leído una entrevista con Robert «3-D» Del Naja en la que afirmaba tener prácticamente lista su continuación, pero nada más lejos de la realidad. Han pasado siete años desde entonces y aunque a algunos les parezcan una eternidad, no es nada para una banda que en prácticamente dos décadas cuenta con cinco discos de estudio.

Heligoland lo tenía difícil de partida. Las expectativas eran demasiado altas, se esperaba una obra a la altura de lo que se presupone a Massive Attack y el resultado ha terminado por ser en parte decepcionante. Quizá, por conocer muchas canciones ya interpretadas en directo en sus pasadas giras (youtube es el nuevo Gran Hermano) o tal vez, por la aparición prematura del EP Splitting The Atom, que nos desveló el contenido de cuatro de sus temas, el nuevo trabajo de los de Bristol carece prácticamente de sorpresas.

Algo que no ha salvado ni el regreso a la formación  de Grant “Daddy G” Marshall quien por cierto, participa menos de lo habitual en la composición de los temas, casi todos a cargo de Del Naja y su inseparable Neil Davidge. Tampoco ha estado a la altura la inclusión de algunos colaboradores, como  la otrora vocalista de Tricky, Martina Topley-Bird cuya participación nos suena a déjà vu. De Guy Harvey (Elbow),quien no queda muy bien parado ya sea llamando a su tema “Flat Of the Blade” o “Bulletproof Love” (¿por qué guardar la oscura “Fatalism” para la Deluxe Edition?), por no hablar de la participación de Damon Albarn en “Saturday Come Slow”, más propia de los últimos Blur que de lo que podíamos esperar.

Pero no se alarmen, amigos. Heligoland salva los muebles gracias a la excelsa densidad de “Pray For Rain”, con las voces del TV on the Radio, Tunde Adebimpe. Gracias a “Girl I Love You”, esa sobresaliente pieza de dub axfixiante a cargo del fiel Horace Andy. A “Paradise Circus”, o lo que es lo mismo, el mejor tema grabado por Hope Sandoval desde hace 15 años, o a los casi ocho minutos de soul gótico de “Atlas Air”, cuyo final, -que coincide con el del disco-, nos deja con cierto regusto de revancha y con la sensación de que sólo los genios pueden (en ocasiones) equivocarse.

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