Discos

Menomena – Moms (Barsuk)

Así que te haces mayor. Y el suelo se tambalea bajos tus pies. Tu vida post-adolescente ya no es tan divertida y tienes anhelos más ordinarios. Tus amigos se separan de ti persiguiendo sus propias ambiciones y tu banda, a la que has dedicado diez años de tu cuerpo y de tu alma, se desmiembra. En esta zozobra personal solamente tienes un faro en el que buscar un punto de referencia fijo y seguro: mamá. Más o menos en esa tesitura se encontraron Justin Harris y Danny Seim después de la publicación de su anterior disco Mines, tras tres años durísimos de luchas internas por cada nota que se escucha en ese disco, y la consecuente marcha de Brent Knopf de Menomena.

Su apuesta fue clara: apretar los dientes y encerrarse los dos solos a componer en tiempo récord diez canciones donde las protagonistas absolutas son las respectivas madres y sus relaciones con ellas. Y el resultado es este Moms, que no es que parezca un disco más maduro sino que lo es: han bajado el tempo, han ampliado horizontes sonoros y han profundizado líricamente. Es algo premeditado. Y aunque de hecho sigue el camino marcado por Mines, han evitado las ideas impulsivas, han eliminado las estridencias y cada elemento tiene un lugar y un momento consciente y deliberado, trabajando duro para hacer caber su compleja personalidad en una estructura de canción más estándar de lo que nos tienen acostumbrados.

Para este disco han desechado el camino rupturista, una de las posibles opciones cuando pasaron de trío a dúo, y desde que se abre con «Plumage» queda claro que han intentado seguir siendo su propia referencia y mantener su personalidad al margen de las bajas. Brent se ha ido, pero su piano se ha quedado en Menomena, igual de característico aunque técnicamente algo más torpón. Siguen jugando con los quiebros rítmicos, siguen apostando por los desarrollos insistentes que convergen en clímax que son estribillos. Ah, sí, ahora hay estribillos. Y siguen dando una mano al pop menos trillado («One Horse»), y otra al kraut-rock, con sus guitarrazos, digresiones y ritmos pesados («Skintercourse»).

Moms es un disco complejo. Que necesita escuchas para expandirse. Al principio molesta su presunta falta de genio, su supuesta monotonía y lo que parece una derrota ante las circunstancias. Y en las primeras escuchas cuesta apreciar algo más que la excelente «Pique» o la desgarradora «Heavy is as heavy does». Pero, a sorbos, va emergiendo el sentimiento contenido y el disco se descubre como su trabajo más íntimo hasta el momento, crudo y doloroso, con unas letras que salen de las entrañas y una pasión que anteriormente sólo se intuía. Se echa un poco de menos la luminosidad de Knopf, claro. Pero los de Portland han acabado entregando otro disco sobresaliente, un trabajo valiente y sincero con el que siguen añadiendo perlas a su ya excelente carrera y vuelven a hacer lo que hacen con cada disco nuevo (aunque a estas alturas ya parezca difícil): superarse.

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