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The Last Internationale (Sala 0) Madrid 30/11/21

Disfrutar de conciertos hace tiempo que se está convirtiendo en una práctica difícil de llevar a cabo. Si nos referimos a bandas y giras internacionales, mejor ya ni hablamos. Es por ello que resultaba un auténtico deleite acudir la fría noche madrileña del martes a percibir las evoluciones de un grupo tan seminal y entregado como The Last Internationale.

Buena parte de la parroquia afín al rock y derivados esa día se habría decantado por el show de los siempre necesarios Cracker, dura competencia, pero a servidor le apetecía más optar por la propuesta más alejada del foco y crepitante del combo capitaneado por la increíble presencia escénica de su frontwoman Delila Paz y su fiel escudero a las seis cuerdas Edgey Pires. Y, la verdad, es que la elección debe tildarse como un completo acierto. Una sala ciertamente lejos de presentar un lleno, congregaba a una audiencia hambrienta por que la vida vuelva a ser lo que era, sin cesar de contonearse y cantar los himnos blues rock defendidos por los newyorkinos.

Dos son su obras más reseñables; la dupla que componen el incisivo We will reing (14), en el que participó a las baquetas Brad Wilk, el metrónomo batería de Rage Against the Machine, y el más negro y pulcro Soul on fire (19), ambos exquisitos.

Protagonizó la primera parte de la velada canciones del primero, destacando su tema titular, la apoteósica “Wanted man” y la desatada “Fire”, todo ello hilvanado por un sonido nítido a la par que envolvente. Bastó muy poco tiempo para destacar el torrente vocal de su cantante, realmente estremecedor, y aderezado con un carisma y una actitud magnética y poderosa, demandando en todo momento el contacto con el público, bajando en varias ocasiones de las tablas, haciendo que nos sentásemos todos a una mientras lo hacía ella entre nosotros para cantar, invitando a subir al escenario a varias personas como fin de fiesta, etc. En definitiva, un animal escénico nato que se complementa a la perfección con la pose eléctrica y desatada de su compañero a la guitarra y el muy buen hacer de un batería más que solvente.

Destacaron también dos temas extraordinarios de su último trabajo, la encendida “Soul on fire”, pura liturgia, y una contundente y sudorosa “Hard times”, motivos a sumar para considerar la noche como un auténtico ejercicio de alquimia en busca y captura de la esencia misma de la música en vivo, algo que no se debiera haber olvidado nunca y que, una vez más, sirvió de vara de medir para diferenciar entre los que viven y los que simplemente existen.

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