B.R. Stylers – Indubstria (Alambic Conspiracy)

La mejor definición que existe para entender qué es el dub la hizo Lee Perry al afirmar que es un solo mundo para el corazón y los pensamientos. En esa dualidad parecen moverse los italianos B.R. Stylers que, en su tercer álbum, disponen una lista de temas acompañados -a excepción de “Indubstria”- de su versión dub. El contraste entre ambas, además de recuperar el origen del dub como versión instrumental limpia, establece un diálogo entre la tradición y la modernidad, el discurso ecológico o la crítica del presente. Para entendernos, el dub siempre ha buscado prolongar, dilatar y expandir un sonido hasta hacernos tocar el cielo. Y en esa búsqueda nunca ha faltado la competitividad entre los diversos Sound Systems -por ejemplo, el de King Tubby– que se prodigaban en la Jamaica de los ’70. En este sentido, B.R. Stylers se parecen más a Mad Professor y al dub, digamos, cerebral. Su sonido está refinado y es menos basto. La emoción proviene de la habilidad manipulando la electrónica y no tanto del crepitar de un disco. Es la transición entre dos junglas, la auténtica y la urbana.

Indubstria apuesta desde el primer minuto por un manifiesto sobre la armonía entre hombre y planeta. También sobre la inoperancia del presente para cumplir con los retos y colmar las expectativas que la humanidad se ha fijado con el paso del tiempo. Y B.R. Stylers nadan entre esas dos aguas conscientes de que si el discurso amanece algo trillado, la potencia sonora ha de cubrir cualquier bostezo posible vendiéndonos la luna, si es preciso. Para eso, no dudan en coquetear abiertamente con el sonido más británico -en “Indubstria”, “Wrong Preachers”- mientras, al mismo tiempo, reivindican su clasicismo -en “Come Back Truth”, “Hemp” o “Jah Plan”- con desigual fortuna. Y tal vez lo que falla en la ecuación es que, en ocasiones, todo suena demasiado controlado; tan cerebral como el dubstep de gente como Burial, pero sin su capacidad ni su registro para evocar paisajes deshumanizados que, sin embargo, no nos impidan derramar alguna lagrimita.

El tercer trabajo de B.R. Stylers es una obra solvente pero de efecto limitado. No emociona como sí lo hacía la melódica de Augustus Pablo, y por mucho y buen groove que gasten hay una sensación de conservadurismo, de saberse más interesantes en directo que encajonados dentro de los parámetros de un disco. Quizá haya que buscar el corazón de los italianos en la pista de baile, en el sudor y el frenesí de una línea de bajo alargada hasta la extenuación, y dejar los discos y las versiones para un recopilatorio del indispensable sello Trojan. Aunque sus pensamientos sean buenos, el corazón no engaña.

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