Bruce Springsteen & The E Street Band (Estadio Metropolitano) Madrid 12/06/24

Del walkman y la venta masiva de discos en los ochenta a las actuales plataformas de streaming y el inesperado resurgir del vinilo. Los caminos que toma la industria musical son inescrutables, pero siempre quedará una certeza inalterable al paso del tiempo y al margen de modas y volteretas del sector: la efectividad desmedida de los directos de Bruce Springsteen. Con 74 años cumplidos y tras suspender algunos conciertos por problemas de garganta, el de New Jersey reanudaba su actual gira mundial con el primero de los tres conciertos programados en el Estadio Metropolitano.Lo suyo es, ya se sabe, una de esas longevas comuniones en las que volcar la pasión desmedida de los fans y el seguro de garantía del protagonista, en una fórmula que sólo conoce como desenlace la victoriosa satisfacción mutua. La nueva visita de Springsteen a la ciudad quedó materializada en un espectáculo titánico que, sin embargo, se empeña en desprender generosas dosis de realismo y credibilidad musical, preferencias quizá no tan habituales cuando de actuaciones en estadios se trata.

Bruce Springsteen

Por descontado que el escenario es mastodóntico, las pantallas de mega definición y las luces de gran potencia –todo pensado para que el desarrollo de los acontecimientos pueda ser apreciado con garantías–, pero no hay fuegos de artificios que desvíen la atención más de la cuenta, ni tampoco se requiere pirotecnia adicional con la que rellenar huecos. Porque en un concierto de Bruce Springsteen no hay vacíos. Sólo una banda de casi veinte miembros bien avenidos haciendo música en directo, en un torrente enérgico que tiene al vocalista/guitarrista como incombustible punta de lanza.

Tres horas casi ininterrumpidas (en varias ocasiones literalmente, con la E Street Band enlazando temas) en los que la esencia de un rock cien por cien americano supura sin parar, con potencia arrasadora, algo de épica y poses del todo permitidas (¿acaso no inventó él muchas de ellas, como esa guitarra Telecaster colgada a la espalda?). Un espectáculo tan genuino como la Coca-Cola o los cigarrillos Marlboro, focalizado en un tipo que es, en sí mismo, un icono con denominación de origen. La figura del de Long Branch (New Yersey) es tan totémica y su sombra tan alargada que, al margen del de nivel de fanatismo contratado, proyecta sobre el público una presencia casi acongojante.

Bruce Springsteen

El autor no necesita, por tanto, obsesionarse con un repertorio plagado de éxitos, entreverando escalonadamente concesiones a clásicos como “Hungry Heart”, “The River”, el “Because The Night» de Patti Smith, “Born To Run” o “Dancing In The Dark”, junto con piezas más recientes o alejadas de los charts del tipo de “Ghosts”, la acústica y sentida “Last Man Standing”, “Wrecking Ball”, “The Rising” o la final (y de nuevo en acústico) “I’ll See You in My Dreams”, además de versiones del “Nightshift” de Commodores y aquel “Twist And Shout” de The Top Notes popularizado por The Beatles. Unas y otras cumplen con la misión de mantener activos nervio y emoción, y nadie en su sano juicio osaría cuestionar las seleccionadas por el mito.

Bruce Springsteen & E Street Band marcaron músculo a lo largo y ancho de las ya consabidas tres horas, en torno una prueba de poder espectacular, casi inverosímil, con la que “el boss” volvió a sugerir que nunca se le verá arrastrado por un escenario. “Last Of The Rock Stars” que cantaba su amigo Elliott Murphy. Una producción impecable y muy bien medida en lo técnico (pantallas, luces y sonido) certificó la denominación de descomunal para un concierto que legitima a la hora de tirar de tópico y señalar que, sin duda alguna, Bruce Springsteen seguirá siendo el puto jefe de todo este tinglado llamado rock & roll. Mientras se mantenga en pie y hasta que él quiera.

Fotos Bruce Springsteen & E Street Band: Raúl Julián, Álvaro de Benito y Doctor Music

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